martes, 31 de agosto de 2010

escritoras de chihuahua

(En la foto Karina Manríquez)
Mujeres poetas en la Kermés del Libro
Escritoras de la ciudad de Chihuahua demostraron su buena calidad artística

Por Jesús Chávez Marín

Josefina Sandoval, jefa de literatura del Instituto Chihuahuense de la Cultura, y la escritora Margarita Muñoz, coordinaron la Lectura de textos femeninos, el mejor acto cultural de la folklórica Kermés del Libro que se realizó este lunes 23 de abril en los jardines de la antigua mansión de Los Laureles, frente a la estatua de Pancho Villa.

Inició la lectura Lilly Blake. Con sus textos de lujo y con su voz de locutora profesional fijó de inmediato al público en sus asientos, algunos de los cuales eran solo fragmentos de pasto en la frescura de tarde. Estudiantes del Colegio de Bachilleres, acompañados de su maestra de literatura Gabriela Borunda, fueron atentos y respetuosos con las escritoras y pusieron mucha atención. Los jóvenes sienten por instinto que los poemas son joyas necesarias para vivir con elegancia, para mantener despierta la mente y preparado el corazón.

Quince mujeres leyeron sus textos y hubo de todos los estilos.

Rosario Uranga se vio de lo mas setentera con poemas automáticos, oníricos y desaliñados que seguramente les habrán gustado a algunos muchachos que disfrutan las oldies del rockanrol. Flor María Vargas ofreció un bello recital veloz de su nueva producción poética, que es excelente. Margarita Muñoz encantó al público con su voz aguardientosa y sus poemas de amor. María Merced Nájera, tan fina y elegante siempre, puso a pensar a medio mundo con la densidad de sus versos. Alejandra Meza y Violeta Rivera demostraron que están en la modernidad literaria más precisa y cumplen con una de las principales obligaciones de los artistas: expresar su época.

La voz fuerte de Martha Estela Torres Torres fue una sorpresa grata, un espectáculo. Martha Carolina Legarreta una lluvia fresca de imágenes; Florencia Rodríguez leyó un poema donde la protagonista es su guapísima hija veinteañera; Isabel Medrano en cada línea hizo vibrar su afinada inteligencia; Dolores Guadarrama hizo sonar de nuevo la maravillosa melodía de sus palabras; Karina Manríquez con voz sensual enamoró a muchos de los jóvenes de Bachilleres que contemplaban su belleza y disfrutaban su buena literatura y Maribel Escobedo, con un cuento de fantasmas entre vivos y muertos, dejó a todos en silencio profundo para no perder detalle de su pulida prosa.

Todo estuvo bien, excepto el Instituto Chihuahuense de la Cultura, cuyos funcionarios y trabajadores ni siquiera pusieron un frasco de agua para las escritoras, donde pudieran mitigar la sed, el nerviosismo que da el pánico escénico. Ni para mandar un fotógrafo a que las retratara. Tampoco hicieron invitaciones para promocionar este acto cultural. Los del Ichicult siguen pensando que la promoción cultural puede improvisarse a como salga. ¿Cuanto tiempo más podrán seguir existiendo, atenidos al trabajo gratis de los artistas?

Abril 2001

lunes, 30 de agosto de 2010

censura en la preparatoria

El Neruda porno de la ingeniera Teruel
En esta ciudad también moran y laboran los Abascales

Por Jesús Chávez Marín

El caso Abascal no hubiera sido tan comentado en estos días si la rabia puritana que condenó al fuego de la censura a la bella novela Aura, de Carlos Fuentes, y a Los doce cuentos peregrinos, de García Márquez, hubiera sido destilada por cualquier persona común y corriente. Pero se trataba del torquemada Carlos Abascal, secretario de trabajo y previsión social en el gobierno de Vicente Fox.

El pleito estuvo así: el señor vio a su hija Luz del Carmen cuando hacía la tarea, y le preguntó:

—Mi reina, ¿qué estás leyendo?

—Un libro bien padre, papi, que se llama Aura. Se trata de una señora muy vieja que contrata a un historiador para que le ordene sus papeles.

El sagrado padre de familia le dio un vistazo rápido a la novela y localizó la escena donde Felipe Montero y la bella sobrina de Consuelo Llorente retozan en el lecho. Cuando leyó aquello, Abascal se ruborizó como el infierno y pensó a gritos: pero cómo es posible que mi niña de 13 años esté leyendo esta pornografía para adultos.

Salió hecho la mocha rumbo al Instituto Félix de Jesús Rougier, donde Luz del Carmen su hija estudia el tercero de secundaria. Se enteró de que la maestra de Español era Georgina Rábago y exigió allí mismo que le pusieran remedio de inmediato a este asunto tan delicado. La maestra recibió un acta furiosa y al siguiente día la despidieron.

Todo hubiera quedado así arreglado en forma discreta, pero la literata Georgina decidió hacerla mucho de tos: salió en la tele diciendo que había sido víctima de una injusticia de lo más perversa. La directora de la escuela se asustó y le dijo que siempre no la corría, que volviera a sus clases pero que pusiera otras lecturas, no sé, por ejemplo Mujercitas o El principito o Juventud en éxtasis.

Pero ya para entonces los caricaturistas y los articulistas más mulas se andaban almorzando vivo al secretario Abascal, que de fanático intolerante no lo bajaron. Carlos Fuentes declaró en Nueva York muerto de risa que su mejor agente de ventas en esos días era Abascal, pues las ventas de sus libros se fueron hasta las nubes con los comentarios tan folklóricos del furioso funcionario.

La verdad el asunto no merece tanta tinta y tanta rabia. Para quienes hemos sido profesores de literatura suele ser un problema cotidiano la censura; los primeros que la ejercen son los dirigentes educativos. Por ejemplo, una vez me llamó a su oficina la ingeniera Carmen Teruel, directora del Colegio de Bachilleres plantel 4, y me dijo: oiga, maestro, se quejaron conmigo unas madres de familia que son testigas de Jehová de que usted se puso a los niños en el pizarrón un texto “muy fuerte” de Pablo Neruda. Explíqueme de inmediato cómo está ese asunto.

Con toda paciencia le informé que se trataba de un poema de amor escrito en 1953, donde la protagonista era Matilde Urrutia. Que el texto era útil por su sencillez y por su forma para que los alumnos aprendieran la estructura de un poema, y que ese poema titulado "En ti la tierra" viene en el libro Los versos del capitán, de Pablo Neruda. En fin. Que en los cinco grupos de cuarto semestre donde yo daba clase de Literatura II había 250 discípulos, por lo tanto el fanatismo de unas cuantas madres de familia no formaban un criterio representativo.

Pero ella no entendió, porque al siguiente semestre no volví a tener ni mis cinco grupos, ni una sola hora clase en aquel colegio. Gajes del oficio para un profesor mexicano de literatura.

Abril 2001

domingo, 29 de agosto de 2010

En abril 2001 murió alfredo jacob

El poeta Alfredo Jacob en la memoria
El viernes 13, a las dos de la tarde, murió Alfredo Jacob

Por Jesús Chávez Marín

El viernes 13 de abril murió, a los 77 años, el decano de los escritores chihuahuenses, Alfredo Jacob, autor del libro Yermo y de un corpus abundante de crónicas, ensayos y poemas que se publicaron desde 1946 en los periódicos y revistas literarias de esta región norte del país.

La vida de Alfredo es un símbolo fuerte para el oficio literario. Nadie como él fue tan valiente para profesar la figura legendaria del poeta: los autores nuevos de su tiempo le pidieron prólogos, estudios preliminares y presentaciones para sus obras; el maestro los favorecía con su brillante prosa, sus ideas claras. Alfredo fue amigo generoso y grata compañía. Su vida bohemia también fue intensa, a pesar de su férrea disciplina de trabajo como profesor del Colegio Palmore y de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Algunos intelectuales han comentado el trabajo de este gran artista de Chihuahua. El arquitecto Mario Arras habla de su estilo: “Jacob es un poeta lírico en cuyos versos fluyen los cantares de su tierra. En las formas clásicas encuentra el medio para expresarse, sobre todo en el soneto y las décimas. Sublimado por la naturaleza, bajo la inflexión de lo romántico, Alfredo canta en el español más puro al amor, la amistad, la belleza de los campos”.

El cronista Zacarías Márquez Terrazas así lo retrata: “Jacob es el último escritor que ha demostrado en sus textos un auténtico respeto hacia la gramática española y un conocimiento real de la preceptiva literaria, manejándola en su forma tradicional, y no optando por la salida fácil y cómoda del verso libre o la llamada prosa poética que permite pregonar coartadas que justifican la ignorancia del idioma, tan comunes en nuestros escritores locales y nacionales, quienes buscan el éxito fácil rehuyendo la disciplina que exige la actividad literaria”.

El novelista Alfredo Espinosa afirma: “Alfredo Jacob ha sido, en la literatura, un obelisco plantado en el paisaje bárbaro de Chihuahua, que nos recuerda que, pese a tanta adversidad, el arte se mantiene de pie”.

Carlos Montemayor escribió: “Alfredo: en tu escritura palpitan las semillas de oro con las que has enriquecido nuestras palabras, con que has ennoblecido nuestras reflexiones, con que has celebrado nuestro paisaje y nuestra memoria. Con tus sabios versos, con tus fraternales y verdaderas palabras”.

Alfredo Jacob fue director de la biblioteca del parque Lerdo, profesor de literatura y de historia del arte y el periodista cultural más completo de los años cincuentas, sesentas y setentas en la ciudad. Todavía en los años ochentas publicó una columna diaria en Novedades de Chihuahua.

Con su muerte se cierra, con broche de oro, una época del arte chihuahuense.

Abril 2001

sábado, 28 de agosto de 2010

nuria bages

Recital de poesía y canciones: la actriz Nuria Bages en Chihuahua

Por Jesús Chávez Marín

Ricardo Aziz, el promotor cultural más eficiente de la región, presentó el lunes 2 de abril, en el Teatro de los Héroes, a la actriz más bella de México, Nuria Bages, en un espectáculo de canciones y voces titulado Réquiem por el poema.

Con el fondo magnífico de los jóvenes músicos y cantadores listos para el show, apareció ella en escena, caminando con naturalidad y elegancia vestida de negro como el negro de su esplendorosa cabellera, de negro y de luto para este réquiem pleno de energía vital.

Réquiem: composición musical que se canta con el texto litúrgico de la misa de difuntos. La sacerdotisa preciosa Nuria Bages vestida de gala parecía una diosa griega cuya abuela hubiera sido mexicana; en su voz fuerte de mujer, uno de los muertos celebres del acto, Neruda, se hubiera desmayado como una violeta en un vaso al oírla decir aquellos versos que él escribió cuando era un cuarentón, famoso y ojo alegre.

En la voz magnífica de Nuria sonaron de memoria las palabras del gran Pedro Garfias, español mexicano de Monterrey; lo lloriqueos sentimentales de Sabines; los albures de Renato Leduc; las campanas de cristal de Rubén Darío; la sabiduría irónica de Borges; las gitanerías de García Lorca; la histeria y los mares suicidas de algunas poetisas.

En la música de las canciones, realizada magistralmente por los jóvenes artistas Francia Terrazas, Paola Domínguez, Araceli García, Alfa Robledo, Belem Villalobos, Manuel y Marco Antonio Paz, Javier Macías, Julio Baylón, Humberto Muñíz, Armando Isaías, Zoilé Casas, Julio Ordónez y Yuri Zapata, el espectáculo logró un nivel artístico de primer mundo.

En las voces educadas y fuertes de los cantadores Michlin Moussa, Heidi Jasso, Pamela Pérez, Claudia Calderón, Omar Silerio, Jaime Calderón, José Luis Rivera y Rafael Tovar, los espectadores gozaron una interpretación magnífica de canciones populares como Alfonsina, Sabia virtud de conocer el tiempo, Julieta y Detalles. Estos cantantes le pegan el quien vive a los famosos, y sin usar pistas gravadas.

Resulta algo curioso que sea el Tecnológico de Monterrey quien produzca este tipo de espectáculos de la cultura popular, y le dé a sus funciones la dignidad y el cuidado que deberían tener todos los programas culturales que se ofrecen en la ciudad, algunos de los cuales adolecen de una improvisación y una negligencia verdaderamente asomborsa.

La directora de este Réquiem por el poeta es Ana García Lafón, y escribió el libreto el maestro Gerardo Maldonado. Tras bambalinas, como siempre, y coordinando todo el circo, la mano firme del maestro Ricardo Aziz. Eso es to, eso es to, eso es todo, amigos.


Abril 2001

viernes, 27 de agosto de 2010

jeannette clariond

Jeannette L. Clariond en Chihuahua

Por Jesús Chávez Marín

La escritora chihuahuense Jeannette L. Clariond, quien radica en Monterrey, presentará en esta ciudad su más reciente obra, Newaráriame, bella colección de 25 poemas que forma parte de un trabajo mayor, con el cual la autora ganó el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 1996.

En este libro, la voz poética suena como a través de un velo finísimo desde donde la memoria se expresa. El paisaje de las llanuras y de la sierra de Chihuahua es descrito con delicadeza; la fuerza de las imágenes es matizada por el ritmo sonoro de cada verso. El sonido es muy importante en estos poemas compuestos desde ángulos luminosos de un presente desde el cual se mira un pasado cuya claridad y ternura tienen que ver con la infancia.

El lector es llevado con suavidad por lugares abiertos al aire libre, un aire limpio, y luego entra por algunas puertas donde lo reciben los olores de una cálida casa, “el vino que aromó la mesa”, donde hay juguetes que se miran desde una nostalgia que pule cada objeto con artes de joyería y de música.

En el poema IX, Clariond escribe:

La pileta al centro,
los adobes, la acequia
donde flotan nardos:
cóndores que se hunden
en la niebla;
la pérgola, el vino puesto,
la silenciosa sal,
el pozo oscuro de palomas,
la lluvia contra gastados cristales
son velas que resplandecen,
remota luz que enciende
el pasado a la mesa.

En ese texto se sienten dos puntos de vista: la voz que desde el presente recuerda con el perfume de la nostalgia y la imagen construida desde un pasado con tanta vehemencia que toma vida en imágenes muy concretas, que involucran a todos los sentidos. No solo se “mira” un paisaje, también aparecen los olores del vino y los nardos, los sonidos del agua, la lluvia contra el cristal.

El parque Lerdo, la Farmacia Niños Héroes, las casas de la infancia, se transforman en materias de sueño y de música en los textos de este libro. El velo desde donde se miran le dan a su luz un matiz que las deja grabadas para siempre en la poesía.

Este plaquette de Jeannette L. Clariond será presentado el martes 28 de octubre, a las ocho y media de la noche, en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros. Los escritores Enrique Servín, Micaela Solís y Rafael Cárdenas harán los comentarios. El acto lo organiza el Departamento de Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

 Clariond, Jeannette: Newaráriame. Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, 1997.


Octubre 1997

jueves, 26 de agosto de 2010

la amenaza elegante

Fantomas de joven

Por Jesús Chávez Marín

Durante los años setentas y ochentas aparecía en México una revista de historietas que narraba con lujo de detalles la historia de Fantomas, la amenaza elegante.

Aquel ladrón tendría 17 años cuando inició su odisea. En junio de 1953 permanecía encerrado en la oscura mazmorra de una tenebrosa cárcel de París, con un catorzal de sueños quebrantados por la desilusión.

Fantomas se llamaba en aquel entonces Giusephe Lestalinberg, nacido en París y echado a perder entre los acueductos y puentes erizados de clouchards de aquella hermosa ciudad. Había terminado su educación preparatoria en el colegio de los bachilleres de un barrio antiguo, e iniciado sus estudios de física en la Real y Pontificia Universidad de la France, donde conoció a dos personas que habrían de ser importantes para su vida y para su leyenda.

Una de ellas fue una bella joven de origen mexicano que estudiaba filosofía: Jousephine Jauregui, quien algunos años después sería conocida por su legendario nombre de Libra.

El otro era el sabio profesor Goumarielle Carrejo, de oscuras raíces moriscas, el más eminente matemático de su generación. Él sería conocido años después por uno de sus ocho seudónimos: el profesor Semo.

El primero de los sistemas de precisa estrategia que diseñaron juntos, luego de haber sido maestro y discípulo durante tres semestres, fue a la espectacular salida de prisión del joven ladrón. Con mecanismo de imaginación y nítida aritmética, reunieron en un diagrama de flujo la informarán completa de las acciones cotidianas de cada uno de los prisioneros y de los celadores que habitaban aquel palacio negro. Por supuesto, también los oficiales y jefes militares fueron observados con la lupa de alto rendimiento que escudriñaba cada una de sus movimientos y realizaba simultáneamente cálculos aritméticos de todos los procesos. De esta forma llegaron a conocer como a la palma de la propia mano las conductas y las sombras de aquel microuniverso: las viciosas y dañadas a los enfermos mentales; los quejumbres y reclamos de los frágiles y quebradizos; la crueldad y la codicia de algunos custodios que sabían hacer buenos negocios con la derrota ajena; la bondad obstinada de algunos otros, internos y cabos de guardia, que realizaban acciones de caridad, y algunas otras de discreta piedad: bibliotecarios y enfermeros, atletas que defendieron siempre la justicia, tan escasa en aquel edificio punitivo.

Fueron tan cuidadosos y exhaustivos en su investigación y en su cálculo, que la información que reunieron fue un caudal de recursos para futuras correrías de aquellos ladrones científicos y burlones.

El primer propósito que cumplieron fue la liberación del joven Giusephe; el escape lo consiguieron mediante una sencilla estrategia. Todas las tardes, uno de los jefes de custodios recibía en una celda de lujo a una amante suya, que había sido supermodelo de la tienda Vogue. Ella se deslizaba furtivamente hasta la torre que se alza al extremo derecho de aquella muralla medieval. Edl oficial dejaba a cargo del mando de vigilancia a un viejo sargento, Camille Odilón Delacroixe, quien era sordo porque un arcabuz, veinte años antes, había sido disparado adrede cerca de su oreja izquierda.

Odilón era disciplinado y estricto, pero ya esta cansado de la habitual injusticia y crueldad con las que el oscuro político Jaime Garzón Chavalior, alcaide en aquella plaza de tortura, administraba los asuntos en beneficio de su propia ambición desventurada.

Por eso y por muchas otras causas, Odilón se fue pacientemente seducido por el encanto brujo del profesor Semo, quien visitaba el lugar todos los viernes en su calidad de alfabetizador y corrector de estilo, labor social que realizaba sin remuneración, al servicio de algunos prisioneros ilustres que, a pesar de su encierro, formaban parte de aquella alta aristocracia que, según palabras del sabio mexicano David Hernández González, son los lectores, en este mundo de arco iris y tinieblas.

En complicidad con aquel viejo militar, Giusephe Lestalinberg puso en marcha su sistema de fuga. Mandó primero una carta a su amiga Jousephine Jáuregui, dándole precisas indicaciones; intercambio con el adusto Camille Odilón Delacroixe llaves secretas, navajas y puñales, por si acaso se desatara la violencia, atuendos y disfraces.

La tarde del jueves 26 de mayo de 1971, la curvilinea Jousephine cruzó muy garbosa el dintel de la puerta principal, caracterizada con exactitud de la ex supermodelo y amante del jefe de custodios.

A la misma hora, el profesor Semo entró por el torreón de servicio vestido con la elegancia y el estoicismo de los militares, su rostro labrado con las facciones del rostro del viejo sargento, mientras aquel, a su vez, entraba en la biblioteca interpretando con gran talento el papel del antiguo profesor.

Lo que siguió que siguió fue pan comido: la impostora Jousephine puso a dormir al amante de la supermodelo, quien había sido secuestrada el día anterior por dos clouchards inteligentes y fortachones. El profesor Semo, en su papel estelar de cristiano antiguo, se dirigió con paso firme a la celda de su protegido, y sencillamente lo sacó de la prisión hasta la rue Rosaire, donde los esperaba un carruaje para transportarlo hasta los montes. Allí está ubicada una cabaña austera y amplia, que habría de ser su refugio.

Para las nueve de la noche de aquel día, Goumarille Carrejo brindaba en aquel lugar con sus con sus dos discípulos, que desde ese entonces habrían de ser compañeros en el arte de la estratega. Su brindis: por la libertad.

Abril 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

editores de chihuahua

Autora de la foto Mila Chávez Marín

Producir libros es una tarea civilizadora: nota sobre algunos editores de la ciudad

Por Jesús Chávez Marín

En los años recientes, los autores han encontrado en Chihuahua un ambiente editorial favorable para publicar libros. Se fundaron algunas empresas editoriales, de la iniciativa privada, que abren opciones nuevas y ofrecen una variedad de servicios para atender a las distintas formas de material escrito y a las especialidades de los autores. Esto ha venido a aumentar las posibilidades que antes solo se hallaban en los programas de publicaciones de la Universidad Autónoma de Chihuahua y al del Instituto Chihuahuense de la Cultura.

Doble Hélice Ediciones, empresa inscrita en la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, se ha caracterizado por el buen diseño y su empeño purista en la aplicación de la normatividad y el manejo de criterios editoriales. Produce varias colecciones: Testigos de la historia, para textos de crónica; Palabras sin olvido, para testimonios; Chihuahua y sus regiones, en dos series: Viajeros y Relatos, tradiciones y costumbres; la colección Contenidos educativos regionales, para libros didácticos; y la colección Chihuahua nuestra ciudad, para el Ayuntamiento 1998-2001 de la Presidencia Municipal. Doble Hélice tiene también la revista Sofía, de textos humanísticos.

Opinión Editores, por su parte, tiene la serie llamada Legislación del Estado de Chihuahua, que transcribe los códigos vigentes y los actualiza cada año. También las revistas Chihuahua Moderno y Posdata.

En 1995 inició la empresa Electronic Publishing, la cual produce libros y enciclopedias en C. D. Roms de multimedia interactiva. A la fecha ha sacado 13 discos.

Por supuesto, esporádicamente también siguen saliendo libros de los Talleres Gráficos de Gobierno del estado; de Ediciones de Azar y las publicaciones del Centro Librero La Prensa.

En cuanto a las instituciones, se inició en 1997 el programa de publicaciones del Instituto Chihuahuense de la Cultura, que a la fecha ha producido 24 libros en la Colección Solar, además de la revista trimestral del mismo nombre.

La Universidad Autónoma de Chihuahua tiene publicados los libros de la Colección Textos Universitarios, que en su nueva época va en el número 14; la Colección Flor de Arena que inició en forma de folleto o plaquette hasta el número 28 y que se produce ahora en su formato de libro, del número 29 al 35, que es el más reciente. En cuanto a publicaciones periódicas, edita la revista Synthesis y el periódico El Universitario.

Todo esto es demuestra que a partir de los años noventas se ha venido consolidando una cultura editorial con visión moderna, al servicio de los escritores de Chihuahua, y también para todo autor que pudiera ser interesante para la actividad académica, para la investigación histórica, para la ciencia y para la literatura de nuestra región.

Marzo 2001

martes, 24 de agosto de 2010

los años ochentas en chihuahua

La Cultura Chihuahua en 1989

Por Jesús Chávez Marín

En nuestra ciudad casi nadie llega a tomarse en serio las actividades culturales y por eso muy pocas veces logra cristalizar algún producto sólido y a largo plazo. ¿Qué resulta entonces? Un calendario imprevisible de actos sueltos, eventos sin fondo, para justificar algún presupuesto oficial, cuando lo hay, o patadas de ahogado para seguir “existiendo”. Como dijo David García Monroy en su visceral folletín titulado Culturos en apuros: “Lean a Gramci, señoritos elitistas, y verán que cultura somos todos, incluso los ferrocarrileros”.

Esta vez vamos a referirnos a lo que se ha llamado cultura de autor, ¿qué se hizo en Chihuahua en 1989?

Solo tres escritores chihuahuenses publicaron libros ese año: Oscar Robles: Sangre de Circe; Jorge Benavides Lee, un buen par: El asalto de la escritura y La sabiduría de los romanos, este último en colaboración de un profesor italiano que vive en Juárez. Y Jesús Gardea, El diablo en el ojo.

Se fundó la revista Azar, que dirigen Mejía y Nevárez, y se consolidó Cuadernos del Norte, dirigida por Víctor Orozco y Jesús Vargas.

El círculo cultural chihuahuense languideció en el limbo de sus propias obsesiones autocomplacientes y desinformadas.

El último día del año se retiró de circulación el semanario Ahora, de Ciudad Juárez, se acabó, lo cual es lamentable porque habíamos varios colaboradores de Chihuahua. Allí hacía yo mi columna "El texto breve".

En Guachochi el escritor Chumel Palma reunió una colección de cuentos y leyendas de la cultura tarahumara, hasta hoy inédita.

Bajaron casi a cero los bonos de popularidad de aquellos escritores nacidos en Chihuahua y, según ellos, “autoexiliados” en la ciudad de México. El motivo: los chistes y burlas que hacían en privado contra gentes y usos del terruño, al que fingieron tanto cariño en público y por micrófono. Pero, sobre todo, por la lectura de sus libros de mediana factura que no logran conmover ni figurar en el contexto nacional de la crítica literaria.

Creció la popularidad de Jesús Gardea, a pesar de sus neuróticas rabietas de bronco norteño, porque devolvió el Premio Fuentes Mares y decidió no participar en el sainete chafa llamado pomposamente Encuentro internacional de literatura fronteriza de la UACJ.

La televisión local transmitió en un 90% puros refritos de la programación nacional de Imevisión, salió de cuadro Gastón Melo y en su lugar pusieron a don Angel Alvarez y sus pronósticos atmosféricos.

En teatro lo único que hubo fue la pieza de Lillian Helman que montó Enrique Hernández Soto en el Teatro de Cámara: La mentira infame, muy bien puesta, a pesar de la tontísima escenografía instalada con tablas y escalones más gastadas que la tramoya de la carpa Manolo Fábregas.

También hubo aquella imitación local de las comedias musicales gringas que apantalló a algunos ingenuos: Cats. Y, bueno, por ahí algún resto de teatrito infantil con la sexi Blanca Nieves, la aburridísima durmiente o la pobrecita Cenicienta, no saben otra. Y en diciembre su respectiva pastorela.

El Centro Cultural Chihuahua no presentó nada en todo el año y por eso triunfó Capello con sus ollas y jarros de mayólica.

Se opacó la estrella de dos pintores locales: Lucero, encandilado por las luces de bengala oriental, y Fermín, que se fue a México y encontró allá a cientos de artistas en busca del éxito y la fama, o por lo menos en busca de algún comprador de “arte spray” que los descubra. Aquí, lo más notable de la gráfica en 1989 fue la exposición del pintor zacatecano Chucho Reyes, en la Quinta Gameros. La más ambiciosa exposición fue la muestra de las artes visuales de cuatro artistas chihuahuenses en el Banco BCH, a donde asistió numeroso público y fue sonado fracaso. A Sebastián no le funcionaron esta vez sus poses de divo, había mucha gente irritada porque llegó cuarenta y cinco minutos tarde cargando en la espalda una de sus esculturas. Benjamín Domínguez presentó unas “alacenas” ya muy vistas en las que el despliegue de trabajo artesanal no logra cristalizar en arte original, se afana en la cerradísima competencia de pinceles contra cámara fotográfica.

A nadie gustaron las puertas de tambor neoyorquino que presentó Lucero. El único que vendió cuadros fue Alberto Carlos, que ya goza de una clientela formada y fiel. La famosa Puerta de Chihuahua, el proyecto de Sebastián, no ha logrado cuajar, hasta hoy solo ha producido mucho ruido y pocas nueces. Y tienen que apurarse, porque el estilo Art Decó parece ir a la baja, según se registra en los índices más actualizados de la crítica mundial.

Por otro lado, nuestra ciudad sigue careciendo de salas permanentes de exhibición para las artes plásticas. Cualquier ciudadcita del sur cuenta con varias, y aquí ni sus luces.

Revivió Radio Universidad y pretende seguir existiendo con el modelo de hace quince años, nada nuevo en el cuadrante del aburrimiento, a pesar de la nueva generación de locutores que en 1989 estrenaron credencial.

El festival de mayo casi murió de inanición y los ecos del Cervantino sonaron muy poquito en otoño. Facundo Cabral siguió predicando en el Teatro de los Héroes y estafando al público con su guitarrita, caramba, no quiere gastar en músicos a pesar de que cobra tan caro.

El cine Olimpia proyectó, aunque sea con dos años de retraso en relación a lo que se proyecta en la Ciudad de México, una muestra interesante de cine, películas como Ojos negros, Mariposas de bar y El amor es un perro infernal. En cambio, el ciclo del Tec de Monterrey, que en años pasados llegó a proyectar en premier películas tan importantes como Los motivos de Luz, en 1989 solo ofreció refritos de refritos, y todo muy mal organizado. También resultaron ridículos los curiositos “requiem” a escritores famosos que el Tec de Monterrey produce con los neo actores de la televisión.

Ese año vimos, como escena filmada en color sepia, el reencuentro tardío entre el pueblo chihuahuense y Roberto Bañuelos, estrella internacional de la ópera, nacido en estas tierras.

Hubo dos ciclos importantes de conferencias: una se llamó Valores culturales chihuahuenses organizado por Comermex. La otra, Reseñas y comentarios, por el grupo de neo historiadores chihuahuenses, que tanta energía desplegó en 1989.

Un grupo de ecologistas ganaron una batalla importante al defender al Cerro Grande contra depredadores urbanos que intentaban rebanarlo de tajo. Terminó, por fin, 1989 y puede decirse que, a pesar de la severa crisis económica, se hicieron algunas cosas, la “cultura de autor” no se extinguió del todo y, aún, dio algunas señales de vigorosa vida.

Diciembre 1989.

lunes, 23 de agosto de 2010

Laura Díaz y El chivo


Fuentes y Vargas Llosa

Por Jesús Chávez Marín

Como un regalo para las lectoras de Oserí, voy a recomendarles dos novelas para que lean a gusto: Los años con Laura Díaz, del novelista mexicano Carlos Fuentes, y La fiesta del Chivo, del peruano Mario Vargas Llosa, aunque también les ponemos su repasada crítica.

1. Los años con Laura Díaz: En la narrativa mexicana de los noventas del siglo pasado, las mujeres se pusieron de moda. Ángeles Mastretta logró escribir un best seller muy afortunado, su novela Arráncame la vida fue un gran éxito de librería, agotó varias ediciones y ha sido traducida al inglés, francés, alemán, italiano y otros idiomas. Tres años después Laura Esquivel repitió la hazaña con su famosa Como agua para chocolate.

También como personajes de ficción andan de moda las mujeres: Tinísima de Elena Poniatowska; Paula de Isabel Allende, donde esta autora cuenta su vida y la de su hija, que en el presente del relato vive sus últimos días muriendo de una extraña enfermedad hereditaria; Eva Perón en la más ambiciosa película de Madonna; Frida Kahlo en las pasarelas de Nueva York.

En su más reciente novela, Los años con Laura Díaz, Carlos Fuentes le entra al mercado de esta tendencia del comercio literario, luego de un intento fallido con la misma fórmula en su novela Diana la cazadora solitaria, donde narró su aventura amorosa con una actriz de Hollywood.

Laura Díaz es un personaje de ficción tan artificial que ya ni siquiera resulta de cartón, sino de carteles de publicidad que anuncia los tópicos comunes de la cultura pop mexicana: es hija consentida de familia como Angélica María; tiene una abuela alemana tan dulce como Prudencia Grifel, enamorada platónica de Chucho el Roto; se casa con un pelafustán como la perrita de La dama y el vagabundo; se enamora perdidamente de un torero anarquista que trabaja de espía de la República Española en tiempos de Franco y acaba más amargado que José José, recluido en un convento disfrazado de Ángel Garaza; se vuelve chica rebelde como Julissa y manda todo a volar; se mete a trabajar de gata con la neurótica Frida Kahlo y con su marido simplón y presumido Diego Rivera; tardíamente se vuelve una madre amorosa de su hijo Santiago el Menor, quien muere anacrónicamente de sida para truncar una brillante carrera de pintor alucinado; Laura Díaz termina de abuelita del cine nacional a la que le mataron en un rojo amanecer a su nieto en 1968 en Tlatelolco; pero también es mamá de un contratista del PRI, amante de un gringo decrépito y sucio, viejita alivianada que triunfa como fotógrafa, suicida misteriosa en la selva de Catemaco y modelo feminista para las furias de género.

Es sorprendente que el maestro Fuentes, el escritor mexicano más notable de nuestra época, cuya lucidez y caudalosa información son un espectáculo fascinante, sea también capaz de escribir una novela deficiente como esta de Los años con Laura Díaz, cuyo material narrativo es el chantaje sentimental, el anecdotario frívolo de artistas y políticos mexicanos de los años veintes y de los años cincuentas y la descarada intención de vender muchos ejemplares de una obra sin más valores literarios que el indudable talento de verbalización del más grande escritor mexicano del siglo 20.

2. La fiesta del Chivo: El libro de Vargas Llosa es otra novela de dictadores. Cuando Martín Luis Guzmán escribió La sombra del caudillo, fundó con su refinada prosa un tema que habría de alcanzar una dimensión casi mítica en la tradición literaria del idioma español: el tema del dictador latinoamericano, del que habrían de ocuparse los más grandes novelistas del siglo 20. Por ese mismo tiempo, también el escritor y aventurero español Ramón María del Valle Inclán escribió Tirano Banderas, divertida historia donde ese autor inaugura su forma esperpéntica.

Años después saldrían dictadores de todos los estilos en la novelística latinoamericana, desde la ficción más fantasiosa de aquel estilo que se le llamó realismo mágico hasta las más realistas y casi biográficas

En el primer ambiente estético están El señor presidente, de Miguel Ángel Asturias; El otoño del patriarca, de García Márquez y Maten al león, de Jorge Ibargüengoitia. En el segundo, El recurso del método, de Alejo Carpentier; Yo el supremo, de Augusto Roa Bastos y ahora La fiesta del Chivo.

Un rico caudal de anécdotas de la más dolorosa y desaforada vida real han sido registradas en la escritura artística. Los anhelos afrancesados de Porfirio Díaz; las costumbres monacales y crueles de Rodríguez Francia, dictador casi eterno de Paraguay; el fascismo rioplatense de Perón; la ficción de república peruana de Odría y hasta las más recientes lágrimas del criollo López Portillo, las mansiones griegas de Durazo, su amigo de la infancia, las paraestatales portátiles de Echeverría, las aventuras terribles del capo Salinas, su hermano Raúl y su folklórico asesor francés Joseph Marie Córdova y los rollos caribeños y la crueldad judicial del abuelo terco Fidel Castro.

En La fiesta del Chivo, Mario Vargas Llosa cuenta la historia del atentado que acabó con la vida de Rafael Leónidas Trujillo Molina, quien gobernó durante 31 años República Dominicana y fue muerto a balazos el 30 de mayo de 1961 por un grupo de conspiradores, entre los que andaban un militar del régimen, un líder religioso, un empresario y un funcionario del gobierno. Luego se dijo que en el complot también participaron como autores intelectuales algunos obispos norteamericanos, varios agentes de la CIA y hasta el mismo presidente en funciones Joaquín Balaguer, a quien Trujillo había impuesto en la silla presidencial.

La estructura de la novela es sencilla, se alternan capítulos de tres tiempos narrativos: en el primero aparece Urania Cabral, una cuarentona soltera que es ejecutiva del Banco Mundial en Nueva York, quien regresa al terruño, a Santo Domingo, a reencontrarse con su papi en ruinas y con sus primas Lucindita y Manolita. El padre fue Agustín Cabral, quien gobernó la patria junto con el jefe máximo.

La segunda secuencia, alternada en otros capítulos, es la crónica del atentado y las historias personales en los recuerdos de los conspiradores.

Y la tercera secuencia es un día en la vida de Trujillo, quien se levanta, como siempre, a las cuatro de la mañana y esta vez recuerda las palabras de su sargento gringo que le enseñó a ser hombre rudo y le dijo: “Irás lejos, Trujillo”.

—Había ido, sí, gracias a esa disciplina despiadada, de héroes y místicos, que le enseñaron los marines —afirma el narrador de esta novela de Vargas Llosa, quien deja traslucir cierta admiración por este dictador disciplinado y cruel.

Hasta aquí por ahora, ya tienen buena lectura para el otoño que viene.

Agosto 2010

domingo, 22 de agosto de 2010

9/9. Comillas, signos de interrogación. JChM



Los signos de puntuación, lección 9

Por Jesús Chávez Marín

9. Las comillas

Cuando se cita una frase, o parte de cualquier texto, se indica entre comillas.

Ejemplo:
Se levantó y dijo: “Si me conceden cinco minutos les expondré la idea”.

También se suelen usar en los títulos de artículos de una revista o capítulos o partes de libros y para distinguir las palabras extranjeras.

Ejemplos:
Este verano he leído “Díles que no me maten”, un cuento que viene en El llano en llamas.
La política del “melting pot” preside el pensamiento americano.

Nota: En este último caso podrían desaparecer las comillas si las palabras que encierran se pusieran en cursiva.

A menudo se ponen entre comillas los nombres de establecimientos, pero yo aconsejo que se tienda a eliminarlas; son innecesarias, y de este modo aligeramos la frase.

Ejemplo:
Uso incorrecto: He tomado una copa en el “Bar Siete Leguas”.
Uso correcto: He tomado una copa en el Bar Siete Leguas.


10. La diéresis

Se coloca sobre la letra u cuando esta vocal debe pronunciarse en las sílabas güe y güi.

Ejemplo:
El pingüino tenía vergüenza.


11. La interrogación

Los signos de interrogación se disponen uno al principio y otro al final de la oración interrogativa.

Ejemplo:
¿Cuándo lo conociste?

El signo inicial de interrogación debe colocarse donde efectivamente empieza la pregunta, aunque la exposición del tema haya empezado antes.

Ejemplo:
Si todos desean lo mismo, ¿por qué no llegan a un acuerdo?


12. La admiración o exclamación

Para los signos de admiración o exclamación vale lo expuesto en relación con los signos interrogativos.

Un caso especial: Cuando la frase es al mismo tiempo interrogativa y exclamativa, se admite que la frase empieza y termine con signos de distinto orden.

Ejemplo:
¡Dios mío, qué ocurre aquí?

La primera parte es exclamativa, y la segunda interrogativa, como indican los signos. Pero yo creo preferible, en muchos casos, dividir la frase en sus dos partes claramente diferenciados y emplear los signos adecuados.

Ejemplo:
¡Dios mío!, ¿qué ocurre aquí?

Los signos de interrogación y de admiración sirven de punto, pero no excluyen el uso de los demás signos de puntuación. Fíjese en la coma del ejemplo anterior.

Aquí concluye el curso de los signos de puntuación.

Junio 2010