viernes, 29 de enero de 2021

JChM. La danza de las moscas


 Foto Pedro Chacón

La danza de las moscas

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Quisiera no tener que hablarte, amada,

de mi vida estrecha en estos días.

No son oportunos los lamentos,

es pesada carga oírlos.

 

Esta noche de insomnio atormentado

varias moscas, tercas, me torturan

y me señalan como carne muerta

con su aguijón sucio y con su vuelo.

 

¿Que anuncian estas brujas oscuras

con su danza vulgar?

Basura soy del tiempo, o lo parezco,

y son ellas ruido de esta pequeña muerte.

 

Quiero que tu luz me perfume

que tu voz en el teléfono sea

la salvación de la madrugada,

cuando manchado y turbio te salude.

 

Mas prefiero no llamarte, vida mía.

En un destino solitario

las palabras deben ser cuidadosas.

El cordón del teléfono es frágil.

 

Tal vez mi suerte, con la luz del día,

cuando esta madrugada se limpie

de tantas quimeras irregulares,

 

me permita mirar, en tu bello rostro,

la novedad de mi propia vida.

 

Junio 1996

jueves, 28 de enero de 2021

JChM. Anemia

 

Anemia

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Su sonrisa señalada por un dolor intenso,

la sangre de otros penetra el corazón y la bruma;

llega desde un cristal, desde una aguja

prendida en la vena de su mano.

 

Palabras de consuelo para los que llegan

a la cama de hospital, como jardines y espejos.

Reposo atormentado por la química;

nostalgia del trabajo.

 

La añoranza

de la risa lejana de los hijos,

los niños que fueron.

Hoy adultos frágiles

que vienen de visita.

 

El miedo en la espesura de la sangre ajena,

tersura fragante de las propias venas.

 

Agua que de tanto amor fue consumida:

batalla obstinada de una mujer

contra la pobreza.

 

La fruta de ese árbol: arco iris en la Tierra.

La madre conoce su victoria: sus hijos

jamás serán doblegados;

no les faltara refugio mientras vivan.

 

Por eso sus manos trabajaron tanto,

agotó sin descanso los años de su sangre

para que ellos tuvieran alimento y orgullo.

 

Alguna vez sintió el sabor

de las ofensas,

muecas de escarnio,

latigazo de sombra,

pero nadie logró lacerar su dignidad intacta.

 

El ritual del trabajo y la luz de su mirada

cultivaron sueños.

 

No hubo héroe que pudiera

igualar sus hazañas de mujer valerosa.

 

Al pasar de los años, su sangre delgadita

fue torrente y cauce de alegría,

claridad para los hijos de sus hijos.

 

Como en los salmos

que cuentan historias de quienes alcanzaron

la bienaventuranza de mirar el reflejo

de la propia vida, el eco, la sombra

en las voces, las risas, la piel hermosa

de hijos y nietos;

 

la algarabía en el hogar

donde el pan se prepara, 

las comidas, las bodas;

 

el amor consumado en alianza vigorosa

y a veces también las penas,

el tejido de la tristeza.

 

Pero siempre

con la fuerza del río,

del amor que sigue

su cauce inagotable.

 

Noviembre 2001

lunes, 18 de enero de 2021

JChM. Pablo

Pablo

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Lo escrito, escrito está.

Y aunque la muerte canceló los sueños,

padre, te recuerdo en tus horas de angustia.

Y miro en mi rostro la señal de tu nombre.

 

Padre: hoy me pareció conocer a tu hijo.

El que jamás tuviste. El que hubieras querido.

Y a la sombra de la casa por él construida

pude intuir la vida que pediste al cielo

nos fuera regalada.

 

Con tus manos trabajabas, y tan intensamente.

Con los ojos mediste con precisión los espacios.

Y luego caíste al vacío, al aire; el golpe fue un estruendo.

Alguien había dejado por torpeza la trampa.

 

Te ganabas la vida. El pan de tus hijos,

padre, y algún desgraciado, con su negligencia,

dejó la lumbre suelta en un cable de luz.

Te ganabas la vida y hallaste la muerte.

 

Tu corazón lleno de voluntad y fortaleza

mantuvo algunos años las ventanas abiertas

de tu imaginación torrencial; el caudal amoroso

de los juegos, los hijos; tu corazón invencible.

 

Padre: viviste. Aunque rotos algunos de los cauces.

Conociste otras hijas que luego nacieron.

El violento licor de un tiempo atormentado

trajo dolor a tus amores; también sabiduría.

 

Y este domingo, padre tan amado,

en la casa lujosa de tus sueños rotos

hablo de nuevo contigo, de la violencia de aquellos años

que ya pasaron. Que ahora son memoriales

en la serenidad, a veces dolorosa,

de la escritura.

 

Diciembre 2005

lunes, 11 de enero de 2021

JChM. Polvo de humo

Polvo de humo

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Hubo una vez una noche.

La noche llena de ruidos y luces,

la noche sucia de la ciudad,

 

la noche de perros y llantas,

la noche preñada en resplandores,

la noche indiferente y seca,

 

la noche donde se oye el eco de llantos

la noche doliente de aleteos

la noche polvorienta

 

quebrantada,

la noche que se burló los amores,

de los odios

 

de fantasías marchitas.

 

Aquella noche se fueron

mis amigos.

Ya no me conocen, ya no saben

mi voz.

 

Callaron

sus manos afectuosas.

 

A la mañana siguiente era un solitario

ante el sol rabioso

de un páramo

arenoso, estéril.

 

Febrero 1985

sábado, 9 de enero de 2021

JChM. Gaspar Gumaro Orozco

 

Gaspar Gumaro Orozco

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Recuerde el alma dormida,

abive el seso y despierte contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando;

cuán presto se va el plazer,

cómo después de acordado

da dolor,

cómo, a nuestro parescer,

cualquiera tiempo pasado

fue mejor.

 

Jorge Manrique

 

 

 

 

Hubo una vez un maestro

valiente como nadie. Y tan brillante

como esmeralda pulida.

Poema de gran elegancia.

 

Se llamaba Gaspar Gumaro

Orozco. Abogado de buena escuela.

Su oficio fue la escritura de poemas.

Me enseñó a vivir: escribo.

 

Con él aprendí también otras lecciones:

El arte limpio de la política.

(Y también el agresivo y tenebroso).

El buen uso de vinos y licores.

El placer sensual de un buen cigarro.

 

Gumaro habló, como nadie en Chihuahua,

de tiempos viejos en nuestra tierra.

De literatura, por supuesto.

Y de tormentas que nos dan los amores.

 

Ángeles y centauros, libro suyo,

educó grandemente a quienes escucharon,

los que entendieron esas canciones

que Gumaro escribió cuando era joven.

 

El camino de la flor y del puñal

son textos de amor y gran belleza

donde algunas hallaban

sombra y luz de su destino.

 

Otro libro suyo se llama Facetas,

pensamiento y sueños;

navegaciones y fantasmas:

el sonido mental de las palabras.

 

En su escritura libre, disciplinada,

Era samurái de gran valía.

 

Soy discípulo de aquel maestro

que murió ayer, pero que vive

en su máquina, en letras labradas.

 

Hombres como él “no caben en la muerte”.

 

 

Febrero 1997

sábado, 2 de enero de 2021

JChM. Polvo de vidrio

Polvo de vidrio

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Suenan ecos lejanos, tambores velados

opacos en lo lento

de la noche.

 

En la llanura hay un espejo

donde un niño es sombra

que sale

de otra sombra.

 

Rasgos de luz rompen lo negro.

Fantasmas sonoros arañan y muerden

las tinieblas. Gatas blancas

y grillos de plata gritan y gritan

y gritan.

 

Ese ruido no me despierta.

La grave flauta,

la campana sorda

son sonidos huecos.

 

Solo

flotan.

 

Estoy inmóvil

en silencio.

Quizá soy el niño muerto,

no me importa saberlo.

 

Ya no habito el abismo del espejo.

Soy Nadie entre vagas trizas

de gritos y recuerdos.

 

Otro sonido crece:

son tormenta los pasos de la guerra.

Las bestias caminan firmes.

Suena el suelo.

 

Enero 1985