Polvo de vidrio
Por Jesús Chávez Marín
Suenan ecos lejanos, tambores
velados
opacos en lo lento
de la noche.
En la llanura hay un espejo
donde un niño es sombra
que sale
de otra sombra.
Rasgos de luz rompen lo negro.
Fantasmas sonoros arañan y muerden
las tinieblas. Gatas blancas
y grillos de plata gritan y gritan
y gritan.
Ese ruido no me despierta.
La grave flauta,
la campana sorda
son sonidos huecos.
Solo
flotan.
Estoy inmóvil
en silencio.
Quizá soy el niño muerto,
no me importa saberlo.
Ya no habito el abismo del espejo.
Soy Nadie entre vagas trizas
de gritos y recuerdos.
Otro sonido crece:
son tormenta los pasos de la
guerra.
Las bestias caminan firmes.
Suena el suelo.
Enero 1985
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