sábado, 9 de enero de 2021

JChM. Gaspar Gumaro Orozco

 

Gaspar Gumaro Orozco

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Recuerde el alma dormida,

abive el seso y despierte contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando;

cuán presto se va el plazer,

cómo después de acordado

da dolor,

cómo, a nuestro parescer,

cualquiera tiempo pasado

fue mejor.

 

Jorge Manrique

 

 

 

 

Hubo una vez un maestro

valiente como nadie. Y tan brillante

como esmeralda pulida.

Poema de gran elegancia.

 

Se llamaba Gaspar Gumaro

Orozco. Abogado de buena escuela.

Su oficio fue la escritura de poemas.

Me enseñó a vivir: escribo.

 

Con él aprendí también otras lecciones:

El arte limpio de la política.

(Y también el agresivo y tenebroso).

El buen uso de vinos y licores.

El placer sensual de un buen cigarro.

 

Gumaro habló, como nadie en Chihuahua,

de tiempos viejos en nuestra tierra.

De literatura, por supuesto.

Y de tormentas que nos dan los amores.

 

Ángeles y centauros, libro suyo,

educó grandemente a quienes escucharon,

los que entendieron esas canciones

que Gumaro escribió cuando era joven.

 

El camino de la flor y del puñal

son textos de amor y gran belleza

donde algunas hallaban

sombra y luz de su destino.

 

Otro libro suyo se llama Facetas,

pensamiento y sueños;

navegaciones y fantasmas:

el sonido mental de las palabras.

 

En su escritura libre, disciplinada,

Era samurái de gran valía.

 

Soy discípulo de aquel maestro

que murió ayer, pero que vive

en su máquina, en letras labradas.

 

Hombres como él “no caben en la muerte”.

 

 

Febrero 1997

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