Una galería para las artes visuales es un lujo delicado que
Chihuahua ya merece
Por Jesús Chávez Marín
En el caos de nuestro fin de milenio, algunos hombres y
muchas mujeres hemos venido intuyendo esta verdad: en los objetos de arte se
nos revelan claves importantes para nuestra salvación.
Cuando cargamos
la mirada en nuestras ciudades de cemento, los ríos muertos de sed, la muerte
chiquita del desempleo, el dolor colectivo de la miseria, parece de pronto que ya no tenemos remedio. Y
a pesar de todo seguimos trabajando, vivimos, buscamos el equilibrio, la
claridad, el amor.
El arte es un
método de conocimiento profundo. Cuando en los lugares donde vivimos podemos
mirar y tocar alguna escultura; cuando llega la luz de los colores de algún
cuadro hermoso (esa ventana al cielo); cuando existen libros cerca de la
cama; cuando asistimos a un concierto o a un espectáculo de teatro el
cuerpo respira con plenitud, la percepción de los sentidos actúa con mayor
destreza. La mente se afina en el arte.
La ciudad
de Chihuahua ha crecido, hasta hoy, con desequilibrio. Al saber que vivimos en
una zona extensa de desierto, nos preocupamos –a veces demasiado– por que no
nos falte nada a pesar de las sequías y a pesar de la adversidad financiera.
Por eso, tal vez, una casa linda como la Galería Oscar Rizk todavía a
mucha gente le parece un juguete exótico, sin saber que las obras de los
artistas son objetos de primera necesidad espiritual en un mundo donde a veces hay tantos desamparados.
Un año cumple
esta casa de artistas. Sorteando difíciles tiempos, han sucedido aquí hechos
importantes: la exposición colectiva de creadores mexicanos con la que se
inauguró la Galería; la oferta de objetos de arte donde adquirir (más allá del
plástico industrial que hallamos en los comercios locales) un regalo digno; la
presencia inquietante de Francisca de Diego y Eugenio Flores Reyes; el ambiente
acogedor de un espacio poblado de riquezas visuales; las expresiones del Amor
crucificado, nombre de la obra que expuso Kitty Thompson la primera de este
año; el digno mercado que se ofrece para artistas de Chihuahua; la construcción
de la fábula Arreguín; las sofisticadas fotos de Nacho Guerrero, los encuentros
afortunados en las noches de vino blanco y amistades felices.
Por fortuna, La Galería Oscar Rizk, un año después, mantiene
sus puertas abiertas. Esta casa es un lujo de primera necesidad para la
vida colectiva.
Junio 1994
La Galería Oscar Rizk en 1994 realizó exposiciones y fue una buena tienda para hallar obras de arte.
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