Los caminos
de la vida cultural
Por Jesús
Chávez Marín
La
administración del Instituto Chihuahuense de la Cultura que está por concluir
se caracterizó por dos líneas de acción: dilapidar casi la totalidad de su
presupuesto en el festival “internacional” Chihuahua, FICh, y tratar
miserablemente a los artistas del estado. Esa fue la política constante del
director Jorge Carrera Robles durante 6 años.
A pesar de
eso, no hay grandes diferencias con las administraciones anteriores de ese
instituto, inaugurado el 19 de marzo de 1992. Todas se han caracterizado por su
mezquindad o por el escaso presupuesto que le asigna el gobierno de Chihuahua a
los asuntos del pensamiento y el arte.
Por ejemplo,
el director anterior, Arturo Rico Bovio, se la pasó diciéndole a todo mundo que
casi no se podía hacer nada porque no había recursos económicos y el gobernador
en turno ni siquiera lo recibía en audiencia.
El de más
antes, Leonel Durán, gastó los años haciendo diagnósticos y planes que jamás se
cumplieron. Esto ha sido casi una situación de daño total.
El nuevo
gobierno tendrá la tarea de empezar casi de cero, con acciones radicales:
cancelar el FICh, que solo ha servido para rendirle culto a la personalidad del
gobernador: ni logró ser internacional, ni fuente de promoción turística, ni se
posicionó como tema favorable frente al desprestigio que en los medios
mundiales causaban las noticias las mujeres asesinadas en Juárez y, años
después, de los balazos y los ejecutados en las ciudades y en la sierra de
Chihuahua.
Algunos
parroquianos de los ambientes culturales cuentan, en cambio, múltiples leyendas
de corrupción en las contrataciones de los artistas que presentaba el festival,
y otras estafas parecidas. Pero a las pruebas no se remiten, porque son de
difícil acceso.
Otra acción
radical tendría que ser, de plano, cancelar también el instituto de cultura y
empezar desde cero con otro proyecto; uno eficiente, más abierto hacia los
trabajadores del arte y el pensamiento, y con presupuesto para iniciar ahora sí
el desarrollo cultural de Chihuahua.
Para los
asuntos de la cultura, los gobernadores anteriores y los directores del
Instituto de Cultura se concretaban a consultar, nomás para aparentar que
consultaban y tomaban en serio ese proyecto, a los “chihuahuenses distinguidos”
que viven en la ciudad de México, los que tienen fama de cultos y cuya función
ha sido solamente venir a recibir premios y homenajes de parte de su terruño de
nacimiento e infancia. A los escritores, pintores, actores, músicos de las ciudades
de Chihuahua jamás les tomaron parecer, ni por no dejar.
En este
artículo voy a imaginar que algún señor de los que están a punto de asumir los
cargos del poder público, se toma la molestia de tomar el parecer de algunos de
quienes trabajamos en la producción cultural de Chihuahua, proponiendo 10
líneas de acción.
1. No
desaparecer, ni reasignar en otros programas, los presupuestos del Festival
Internacional Chihuahua y el del Instituto Chihuahuense de la Cultura, sino
conservar la misma cantidad para cubrir el costo de las nuevas acciones.
2. Fundar
una oficina de administración de esos recursos, con poco personal, pero muy
eficiente y honesto, que tendrá tareas de financiamiento y distribución de
recursos.
3. Fundar
otra oficina, independiente de la anterior, de las mismas características de
efectividad y honradez, para que coordine las partidas presupuestarias del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, como las becas, culturas
populares, pacmyc y otras. También para que gestiones otro tipo de recursos
federales, internacionales y de la iniciativa privada mexicana, que suelen
asignarse a la promoción cultural y artística.
4. Invitar a
los artistas, filósofos, científicos, periodistas, escritores, músicos,
actores, danzantes, a que presenten proyectos, propuestas y presupuestos, no a
concurso sino a dictámenes técnicos, a fin de obtener presupuestos y recibir
supervisón, contratos y financiamiento.
5. Fundar un
colegio que coordine cursos prácticos de escritura literaria, de lectura,
pintura, danza, teatro, filosofía, etcétera, en todos los municipios de
Chihuahua, de acuerdo a la población y a los intereses de cada comunidad.
6. Iniciar
otra coordinación para que administre los programas que, a pesar de la torpeza
y el egoísmo casi autista de los directores anteriormente nombrados, sí han
funcionado más o menos: la casa redonda, la orquesta, de momento no recuerdo
algún otro.
7. Cancelar
de un plumazo el afán aparatoso e inútil de seguir homenajeando a los
escritores y artistas de medio pelo que viven y trabajan en la ciudad de
México, nomás porque nacieron en Chihuahua.
Puede ser
que su trabajo artístico haya dado algún renombre a su tierra natal, pero su
vanidad y su oropel solo han servido para lustre de políticos en el candelero.
8. Que los escasos
y nuevos funcionarios de las oficinas antes propuestas estén bien concientes de
que su tarea está al servicios de los que producen objetos culturales, no para
alimentar su ego ni para cultivar la envidia tan enferma que la mayoría de los
actuales funcionarios de la cultura le tienen a los que debieran ser sus
clientes.
9. Que las
acciones culturales se atiendan en las ciudades y regiones donde se generan, y
donde viven los artistas y los trabajadores intelectuales, que no se concentre
en las ciudades de Chihuahua y Juárez.
10. Que se
revise cada semestre el trabajo de museos, casas de cultura, coordinaciones
administrativas, para evitar la simulación, las acciones falsas de promoción
artística y los consabidos fraudes de facturación y nepotismo.
Otros
señores y señoras tendrán seguramente sugerencias tan prácticas y sencillas
como estas. Háganlas públicas. Entre todos iniciemos un nuevo destino para el
arte y el pensamiento de los chihuahuenses.
Mayo 2010
Jesús Chávez Marín
escribe en los siguiente sitios:
Esta crónica es de 2010 pero el asunto que trata no es muy diferente en 2014. El instituto ha sido, desde que inició, un estanque de muy poco movimiento.
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