domingo, 5 de enero de 2025

Era Jurásico y es

 

Era Jurásico y es

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

 

En la milenaria era del deshielo hubo un plesiosauro que eligió para su solaz y para sus negocios el oficio de historiador. Como investigar con rigor requiere trabajo, empezó a juntar fojas y actas y más fojas que hallaba en archivos y museos; con ese amasijo improvisaba libros fusilados de aquí y de allá, y los iba publicando con fruición. Muy pronto consiguió que una universidad le diera un despacho, con puerta de caoba y letras doradas, donde ejercía sin oficio ni esfuerzo, pero con buen salario. Treinta años después ya había publicado veinte libros, mismos que nadie compraba ni leía y solo circularon entre los políticos a quienes zalameramente el autor regalaba, untuoso y esperanzado.

sábado, 4 de enero de 2025

La hoja y las letras

 

Dibujo de Beatriz Bejarano

La hoja y las letras

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

 

Para poner al día mis gastos necesitaba con urgencia algunos centavos extra, así que le pedí a un amigo apalancado en el Gobierno que me consiguiera un trabajo. Lo único que pudo o quiso conseguirme fue que diera un taller literario en una colonia de asentamiento irregular que el gobernador, rodeado por su cuerpo de seguridad, había visitado recientemente, cambiando promesas por indulgencias. Una de esas promesas la tuve que cumplir yo mismo los miércoles de cinco de la tarde a las ocho de la noche, en la biblioteca comunitaria. Se inscribieron tres jóvenes cholos, un profe jubilado, cinco señoras arriba de los 40 y una niña genio de 13 años. Número perfecto: 10 personas. Unos llegaron con su Laptop o su Tablet y otros escribiendo en su celular inteligente. Como primer ejercicio les pedí que desarrollaran, con tema libre, un texto cualquiera con un mínimo de dos líneas y un máximo de media cuartilla. Fuera de algunos trabajos construidos por lugares comunes, varios me entregaron textos notables y bien redactados. Destacaba, por estar escrito a medio camino de ambos ambientes, el del profesor jubilado: “El mayor miedo del escritor no es a la hoja en blanco, sino a deber las letras.” Sin explicarme bien porqué esas dos líneas de pretendido ingenio me parecieron bastante amargas. Eso tal vez porque la página en blanco ya ni existe, sino esta rutilante pantalla; y las antiguas letras de cambio, que ahora hasta parecen benignas, han sido sustituidas por la despiadada guillotina de los impostergables pagarés electrónicos, esos que ahora firmamos con tanta ingenuidad para que bancos, tiendas, restaurantes, gasolineras y autoservicios nos resuelvan problemas de dinero a cambio de empeñarles la casa y la vida, terminando las tardes dando estas clases en este barrio mortecino a las orillas de la ciudad, en las faldas del cerro.

Pastorcita de la paz

 

Pastorcita de la paz

 

Por Fernando Suárez Estrada.

 

Los líderes de la Tierra recibieron el abrazo de Año Nuevo que una Pastorcita, desde las Cuevas de los Portales, dirigió a los corazones del mundo.

Y el milagro se dio: Las fantasías de aquella criatura se hicieron realidad. 2025 se convirtió, desde su primer segundo, en el año del amor y la armonía. Todos los seres humanos se deshicieron de las armas y las drogas, y cantaron con amor a los dioses y a su luz civilizada.

¡Adiós odio, armas y drogas! serenatearon niñas, niños, jóvenes, nubes, nieve, lluvia, rayos, centellas, el sol y una luna.

La Pastorcita besó las frentes de padres, hermanos y amiguitos, incluyendo las de su parentela y las de los desconocidos, besó las plumas de nieve, los arenales, las montañas, cerros y ríos, los alamitos, pinos y rosales, manzanos, maizales, nueces y frijoles. Besó las calles, los cachetes de la luna, las estrellas, los labios del volcán Picacho. ¡A los dinosaurios voladores Quetzalcoatlus!, fósiles de nuestra región, las faldas de la Laguna de Bustillos. A osos, venados, búfalos, toros, vacas, cochinos, ovejas, burros, mulas, caballos, coyotes, lobos, zorrillos, perritos, perros, gatos, ratones, víboras, palomas, golondrinas, pavorreales, grullas, cuervos, pajarillos, patos, cisnes, hormigas, gusanitos, luciérnagas, grillos, abejas y, sobre todo, besó las frentes de muchos niños y jóvenes que eran orillados a perder la sonrisa, su mirada y la ilusión de vivir, debido a los narcos que asfixiaban y esclavizaban a seres buenos, destruyendo a sus propios hijos y familias.

Las redes sociales y la inteligencia artificial temblaron de emoción. Las cuevas, granjas, escuelas, iglesias, ateos, cines, televisoras, radio, prensa y literatura sacudieron las conciencias y proyectaron a la Pastorcita del mundo como el pedacito de Dios de la humanidad, nacida ella un día primero de enero de 2025.

Y entonces un beso de virgencita y aleluyas de amor e ilusiones cantadas en múltiples lenguas se posaron en los oídos de los pobladores de México, del planeta Tierra y del Universo.

 


Fernando Suárez Estrada hizo la licenciatura en periodismo en Escuela de Carlos Septién García, se tituló con su tesis El espacio ambiente nos informa, y la licenciatura en derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua con su tesis Consideraciones generales en torno al derecho a la información. Es autor de las siguientes obras publicadas: Cuentos tarahumaras (1975), en la revista Comunidad, editada por la Universidad Iberoamericana, y los libros Jesusita y otros relatos (2001), Caminos del villismo, de la hacienda de bustillos a la epopeya” (2005), Milagro en los alamitos, novela histórica sobre el nacimiento de CuauhtémocChihuahua (2012) e Identidad cuauhtemense. También es coautor del libro colectivo De San Antonio a Cuauhtémoc, herencia de grandeza”.

viernes, 3 de enero de 2025

Poeta de proporciones áureas

 

Foto Pedro Chacón

Poeta de proporciones áureas

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

 

Nació gigante y desde niño parecía destinado a ser leñador del monte o estibador de ferrocarriles. Pero era un poeta. A pesar de eso, desde el kínder hasta el colegio, a nadie se le hubiera ocurrido hacerle bullying, y no nada más por su imponente volumen, sino porque la ironía le brotaba como encantamiento, exuberante, unas veces exquisita pero siempre demoledora; todo mundo se cuidaba de sus frases como flechas punzantes y certeras. Como sin querer, eligió el diseño como su profesión y también como su expresión poética. Sus clientes negocian fuerte y procuran pagarle muy poco, pero en cuanto ven su imponente presencia física, la mirada firme de sus ojos burlones, se intimidan tanto que firman sin chistar los presupuestos que antes le habían rechazado, sin regatearle ni un peso.