Por Jesús Chávez Marín
En la Quinta Gameros se publicó un colectivo del cual son autoras y compiladoras las señoras del Comité de Damas Voluntarias de la Universidad Autónoma de Chihuahua, con la asesoría del nutriólogo Juan Manuel Barroso González.
La historia de la alimentación de los seres humanos, y de la preparación de su comida, registra florituras culturales tan refinadas y trascendentes como la historia de las artes, la literatura, los perfumes, las joyas y la sexualidad. La cultura de la cocina es la más cercana al destino de los seres humanos, casi forma parte de su propia materialidad, del propio cuerpo, como también de las ideas, sentimientos y placeres.
Son libros preciosos y muy estimados los recetarios, los libros de cocina como este que ahora se publica: en sus páginas hay fotos hermosas de platillos que respetan aquel proverbio chino donde decía que la comida que se prepara debe tener buen olor, buen color y buen sabor.
En los textos hay también palabras y metáforas tan bien estructuradas como “lengua en salsa rosa”, “alubias a la española”, “niño envuelto de mermelada”, “arte culinario”, “flan Carmelita”; con esas voces de tan castizo español podrían escribirse poemas y ya se han escrito relatos mexicanos recientes como las novelas Como agua para chocolate de Laura Esquivel y Afrodita, de Isabel Allende.
Para muestra, un botón: el texto del poeta mexicano Eduardo Lizalde:
La historia de la alimentación de los seres humanos, y de la preparación de su comida, registra florituras culturales tan refinadas y trascendentes como la historia de las artes, la literatura, los perfumes, las joyas y la sexualidad. La cultura de la cocina es la más cercana al destino de los seres humanos, casi forma parte de su propia materialidad, del propio cuerpo, como también de las ideas, sentimientos y placeres.
Son libros preciosos y muy estimados los recetarios, los libros de cocina como este que ahora se publica: en sus páginas hay fotos hermosas de platillos que respetan aquel proverbio chino donde decía que la comida que se prepara debe tener buen olor, buen color y buen sabor.
En los textos hay también palabras y metáforas tan bien estructuradas como “lengua en salsa rosa”, “alubias a la española”, “niño envuelto de mermelada”, “arte culinario”, “flan Carmelita”; con esas voces de tan castizo español podrían escribirse poemas y ya se han escrito relatos mexicanos recientes como las novelas Como agua para chocolate de Laura Esquivel y Afrodita, de Isabel Allende.
Para muestra, un botón: el texto del poeta mexicano Eduardo Lizalde:
Algo de jubilosa arqueología,
de zoología profunda y altas matemáticas
de zoología profunda y altas matemáticas
tiene la gran cocina, único arte
dispuesto al ejercicio sistemático
de los cinco sentidos.
Arte planetario, vivo de cielos, mares, campos selvas,
y todas las criaturas de esos vastos reinos
con sumisa materia de su orfebre cisoria.
La paleontología y la alquimia
de esos especieros, la caza de las bestias comestibles e innúmeras
nos llevan a la mesa estos milagros:
el lento dinosaurio al pipián,
la rauda liebre al vino.
Y tal vez, porque es el hambre
la más vil de las miserias
tuvo que ser su contrario, el prosaico fogón,
arte supremo.
Este libro hermoso sin duda tendrá muchos lectores y andará en cocinas particulares y en restaurantes de buen gusto.
Autores varios: Recetas prácticas para el buen comer, Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2002
Autores varios: Recetas prácticas para el buen comer, Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2002
Diciembre de 2002
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