Sensibilidad: segunda exposición
de arte, Escuela de Odontología
Por Jesús Chávez Marín
El primero de marzo de 2003 se inauguró en la Quinta Gameros Sensibilidad:
la segunda exposición de arte de la Escuela de Odontología.
Los autores de esta muestra de objetos
artísticos son maestros y alumnos de esta escuela: los mismos que han educado sus
manos para ponerlas al servicio de la salud de sus semejantes, educan ahora su
corazón para expresar la belleza que su talento sabe imaginar.
En este magnífico acto cultural asistimos de
nuevo a la manifestación de la buena calidad de las obras que se exponen. Los
cauces distintos en los que la creatividad humana se realiza cuando ocupamos
las manos y la mente en el trabajo y en el estudio. Un odontólogo trabaja para
sanar el dolor y para restablecer la armonía en las vidas y en los rostros de
sus pacientes. Como profesional, en su preparación y en su oficio desarrolla
una sensibilidad bien elaborada y un contacto habitual con los conceptos de la
belleza: el equilibrio de las partes y la armonía de las formas. Estas
habilidades las aplica todos los días en los distintos oficios técnicos e
intelectuales de su profesión. Y también puede aplicarlos, si se lo propone, a
las artes plásticas, como queda demostrado en las obras que hoy se revelan.
El título de la primera exposición de artes
plásticas y manuales de la Escuela de Odontología, inaugurada en noviembre de
2001, fue significativo: Nuestros
principios. A ese primer nombre, esta breve frase de dos palabras, podrían
dársele varias significaciones. Una de ellas podría ser esta: me parece una
idea de gran nobleza que los principios de la profesión del odontólogo fueran
los que se expresan en el arte.
La exposición de esta año, la segunda, se
llama Sensibilidad: el corazón colectivo de todos los artistas, el
atributo de delicadeza y precisión que abre ventanas a la percepción: a la del
artista y a la del espectador.
En muchas de las impresionantes
transformaciones que se dieron en el pasado siglo XX estuvo ausente la dimensión
humana como propósito esencial del progreso. El talento y la energía productiva
parecieron crecer más de prisa que la ética y el pensamiento humanístico; en el
mismo desarrollo de las bellas artes adquirió mayor peso el valor comercial de
las obras que la esencia de su pensamiento. El impulso de la especulación
financiera, anónima y poderosa, siguió cauces de violencia, de injusticia
profunda, de contaminación sustancial, visual, sonora y viciosa. Algunos de los
resultados podemos verlos, a todas horas, como la mercancía habitual de las
imágenes de televisión: la lumbre, las ciudades amenazadas por tanques de
guerra y aviones de mal agüero, los cuerpos de los niños destrozados por
acciones de cualquier guerra absurda, el fanatismo que retrocede mil años en el
desarrollo del pensamiento colectivo.
Por eso resulta tan emocionante que la
Escuela de Odontología de la Universidad Autónoma de Chihuahua no se conforme
con resolver los aspectos de su estructura técnica, como ha venido haciéndolo
con tanta efectividad, sino que además incluya entre sus actividades estos
actos culturales y artísticos en los que la dimensión humana se expresa con
frescura y claridad.
Marzo de 2003
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