martes, 5 de febrero de 2013

odontología: arte



Sensibilidad: segunda exposición de arte, Escuela de Odontología



Por Jesús Chávez Marín



El primero de marzo de 2003 se inauguró en la Quinta Gameros Sensibilidad: la segunda exposición de arte de la Escuela de Odontología.

Los autores de esta muestra de objetos artísticos son maestros y alumnos de esta escuela: los mismos que han educado sus manos para ponerlas al servicio de la salud de sus semejantes, educan ahora su corazón para expresar la belleza que su talento sabe imaginar.

En este magnífico acto cultural asistimos de nuevo a la manifestación de la buena calidad de las obras que se exponen. Los cauces distintos en los que la creatividad humana se realiza cuando ocupamos las manos y la mente en el trabajo y en el estudio. Un odontólogo trabaja para sanar el dolor y para restablecer la armonía en las vidas y en los rostros de sus pacientes. Como profesional, en su preparación y en su oficio desarrolla una sensibilidad bien elaborada y un contacto habitual con los conceptos de la belleza: el equilibrio de las partes y la armonía de las formas. Estas habilidades las aplica todos los días en los distintos oficios técnicos e intelectuales de su profesión. Y también puede aplicarlos, si se lo propone, a las artes plásticas, como queda demostrado en las obras que hoy se revelan.

El título de la primera exposición de artes plásticas y manuales de la Escuela de Odontología, inaugurada en noviembre de 2001, fue significativo: Nuestros principios. A ese primer nombre, esta breve frase de dos palabras, podrían dársele varias significaciones. Una de ellas podría ser esta: me parece una idea de gran nobleza que los principios de la profesión del odontólogo fueran los que se expresan en el arte.

La exposición de esta año, la segunda, se llama Sensibilidad: el corazón colectivo de todos los artistas, el atributo de delicadeza y precisión que abre ventanas a la percepción: a la del artista y a la del espectador.

En muchas de las impresionantes transformaciones que se dieron en el pasado siglo XX estuvo ausente la dimensión humana como propósito esencial del progreso. El talento y la energía productiva parecieron crecer más de prisa que la ética y el pensamiento humanístico; en el mismo desarrollo de las bellas artes adquirió mayor peso el valor comercial de las obras que la esencia de su pensamiento. El impulso de la especulación financiera, anónima y poderosa, siguió cauces de violencia, de injusticia profunda, de contaminación sustancial, visual, sonora y viciosa. Algunos de los resultados podemos verlos, a todas horas, como la mercancía habitual de las imágenes de televisión: la lumbre, las ciudades amenazadas por tanques de guerra y aviones de mal agüero, los cuerpos de los niños destrozados por acciones de cualquier guerra absurda, el fanatismo que retrocede mil años en el desarrollo del pensamiento colectivo.

Por eso resulta tan emocionante que la Escuela de Odontología de la Universidad Autónoma de Chihuahua no se conforme con resolver los aspectos de su estructura técnica, como ha venido haciéndolo con tanta efectividad, sino que además incluya entre sus actividades estos actos culturales y artísticos en los que la dimensión humana se expresa con frescura y claridad.



Marzo de 2003

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