Un
escritor en los Arieles
Por
Jesús Chávez Marín
Aunque
seguramente el currículum del autor ya fue leído por el maestro de ceremonias,
quiero iniciar estos comentarios poniendo la ficha de autor que viene en la
solapa del libro anterior de Daniel Espartaco, que se titula Memorias de un hombre nuevo, publicado
en julio 2015 por la editorial Random House: “Daniel Espartaco Sánchez
(Chihuahua, 1977) es autor de varios libros, entre los que destacan Cosmonauta (2011) y Autos usados (2012) seleccionados por la revista Nexos entre los mejores libros de
ficción en sus respectivos años. Fue incluido en el número 47 de la revista Picnic como uno de los 100 perfiles
representativos del arte y la cultura contemporánea en México. Ha sido
galardonado con diferentes premios literarios. Con Autos usados obtuvo el Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para
obra publicada 2013. Desde 2015 es miembro del Sistema Nacional de Creadores de
Arte”.
Quise
poner ese breve texto, en donde faltan los títulos de sus demás libros, aunque
es una ficha de la editorial que resalta solo aquellos que publicó la empresa,
porque me parece suficiente información para saber que Daniel Espartaco tiene
una presencia vigorosa en la tradición literaria mexicana. Sus libros se publican
en editoriales con gran capacidad de distribución, son reseñados abundantemente
en la precaria prensa de periodismo cultural, tiene un blog en la revista Letras Libres, etcétera.
Paralelo
a sus novelas que publica en las grandes editoriales, Daniel Espartaco realiza
otra línea de su sistema narrativo que parece disfrutar mucho, el que aparece
en ediciones independientes, que son textos menos extensos, sobre todo en el
género de la novela breve, como Gasolina,
Bisontes y este que ahora presenta, Ceremonia. Esta forma literaria suele
tener numerosos lectores entre jóvenes de preparatoria que no quieren leer un
libro extenso y sin embargo tienen que terminar para la materia de literatura
un libro completo; y a pesar de ello son muy escasas las novelas breves: Aura, de Carlos Fuentes, Las batallas en el desierto, de José Agustín,
y otros al no haber más tenían que vérselas con La metamorfosis, de Kafka. Y es que este género pareciera fácil y
ligero, pero requiere dos características en las que Daniel Espartaco es
notablemente hábil: capacidad de síntesis y agilidad para contar historias.
Ceremonia es la perfecta novela breve. A pesar
de que tiene la estructura sencilla de un extenso monólogo, el lector queda
atrapado desde el primer momento, entre risa y asombro disfruta cada página, se
olvida de toda otra preocupación y se dispone a vivir en el ambiente y el
espacio que despliega el discurso narrativo.
Nunca
se dice el nombre del protagonista, el de la voz, pero se perfila de inmediato
por su lenguaje, su ironía entre cruel y cariñosa consigo mismo y con los
demás, los hechos que cuenta y el desarrollo de la trama. Ni siquiera podría
asegurarse de que haya una trama, en esto la novela es vanguardista y
arriesgada, y a pesar de eso el interés del lector se ve constantemente
fascinado. En el sonido mental de la lectura que es la zona donde suceden las
aventuras, van apareciendo escenarios, sentimientos, bromas, cuentos completos
insertados en la secuencia, y también se siente el flujo del tiempo narrativo,
muy ceñido a la norma clásica de las 24 horas: desde que el protagonista recibe
la invitación a la entrega de los Arieles a lo mejor del cine nacional, como
nominado a mejor guionista, y decide llevar a su novia, hasta que salen de la
ceremonia.
En esas
24 horas de monólogo redactado para sus lectores, aparecen también escenas en
el presente de numerosos relatos que tienen que ver con la vida literaria de un
escritor mexicano de la edad del protagonista, cercano a la edad del autor que
según la ficha que puse al principio, este año cumple los 40. Al ir leyendo, en
el texto van apareciendo como en cascada un montón de anécdotas ejemplares de
la literatura nacional y otras tantas de la vida conyugal y la vida de pareja
de nuestra época.
Dos de
los personajes más folclóricos que conocemos en esta novela son actores
mexicanos que triunfaron en Hollywood y de vez en cuando también producen cine
independiente, Ramiro Salas y Pepe Solís, cuyos modelos en la vida real son muy
reconocibles en Gael García y Diego Luna, a quienes les gusta jugar a ser
librepensadores y críticos pero siempre viven muy pendientes del glamour donde
ellos son las grandes estrellas.
La
verdad esta novela le hace bulla a todo mundo, nadie queda a salvo de la ironía
exacta del discurso, que parece ligera y sencilla y sin embargo es como una
flecha muy bien informada y redactada impecablemente. Hay un personaje que se
llama El Sátrapa, quien es el ex marido de la novia del escritor, que es el
vivo retrato de todos los divorciados mexicanos que existan. Hay un agente
literario que entrevista al protagonista en medio de la Feria del Libro de
Guadalajara y además de ser otra estampa genial de prototipo, el autor
aprovecha para hacer el relato del ambiente, olores, colores, sonidos, un
panorama de asombrosa nitidez. Nunca he leído una crónica de tanta vivacidad,
excepto en la feria campesina que saca Flauvert en Madame Bovary.
Hay
otro pasaje donde el escritor está en medio de la ceremonia de los Arieles, y
le habla su mexicana mamá:
Durante
la proyección de las escenas volvió a sonar mi teléfono celular: era mi madre.
―Hijo…
―Mamá,
no puedo contestarte, estoy en la premiación de los Arieles.
―Lo sé,
te estoy viendo en la televisión.
―¿A
poco pasan esto en la televisión?
―En el
canal 22.
―Ah.
―¿Por
qué no te compraste un traje nuevo? ¿Por qué estás usando el de la boda de tu
primo Adrián?
―Mamá,
no voy a comprar un traje, no para los Arieles.
―¿Quién
es la muchacha que está contigo?
―Se
llama Nadezhda, mamá.
―¿Y por
qué no me la has presentado?
―Oye,
mamá, ahorita no puedo hablar contigo, ya nos van a nombrar.
Lo más
hermoso de esta prosa tan diáfana que es parte del estilo de Daniel Espartaco
en todos sus libros, es que uno disfruta en una página sí y en la siguiente
también del mar de fondo que se vislumbra desde el presente de cada relato, una
vasta cantidad de información con la que trabaja este escritor tan ubicado en
su tiempo, tan sedimentado en la historia universal, tan lector de varias tradiciones
literarias. Un autor a quien nada le es ajeno, y que frecuenta a los clásicos y
a los contemporáneos con el mismo desenfado y exactitud. Leer a Daniel
Espartaco es una experiencia muy hermosa, a pesar de que habremos de cruzar algunas
zonas de pesadumbre, pero siempre de una mirada a la vez burlona y bondadosa.
Sánchez,
Daniel Espartaco. Ceremonia. [Agregar
Editorial], México, 2016.
Abril
2017
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