La
novela donde parecía que la ley de la oferta y la demanda era la única ley que
importa: presentación de Inminente,
libro de Lourdes Bustillos
Por
Jesús Chávez Marín
Iniciar
la lectura de una novela es abrir una puerta hacia una casa desconocida, una región
distinta de la vida cotidiana; al leer las primeras líneas ya intuimos cómo va
a ser el paseo que nos espera, y por eso es tan importante el primer párrafo de
cada libro. La novela de Lourdes Bustillos inicia en un monólogo, o en el fluir
de una conciencia que dice:
Me han llamado cruel, tirano, frío,
calculador. Qué puedo decir, soy un buen inversionista, supongo que lo llevo en
la sangre. Adquirir empresas en medio de la crisis me ha dado buen resultado.
Ese
personaje tiene la doble función narrativa de ser la voz que cuenta los hechos
y la cámara fiel que mantiene con firmeza y con soltura el punto de vista desde
el cual el lector va conociendo detalle a detalle una avalancha de sucesos; lo
mismo se introyecta en los pensamientos secretos del protagonista, que se expande
hacia una visión panorámica donde retrata ciudades enteras y otros mundos tan
vastos como el sueño. Ese personaje tan fascinante es Max Gasol.
Ya en
la segunda página aparece quien es la cercana alma gemela del otro y a la vez
constantemente su antagonista persistente: tal como suele ser en el monólogo
interior de cada uno de nosotros la machacona voz de la conciencia, a la que
muchas veces no le hacemos el menor caso. Ella se llama Giulia Ferreti, una
ejecutiva española, una eminencia para las finanzas, asistente personal de Max,
y por supuesto y, aquí la autora se concede la licencia de la gran señora Corin
Tellado, también su amante. Con delectación nos platica el narrador de cuando
la fue conociendo:
Me llevé una grata sorpresa, y no
hablo solo por su cabello rubio, cuerpo escultural, ojos azules, mirada
penetrante, porte y estatura de modelo. Sin embargo, tengo que admitir que
influyó. Lo que me sorprendió fue su astucia, su mente ágil y la frialdad a la
hora de tomar decisiones. Es uno de los seres humanos más competitivos que he
conocido en mis treinta años de vida. (…) Nuestra relación pasó de lo laboral a
lo personal inevitablemente. A pesar de que la aprecio, no siento lo que los
demás llaman amor. Creo que es un concepto sobrevaluado.
Con
magnífica intuición narrativa, la autora va desplegando su texto con soltura y
a ritmo perfecto, de tal manera que parece natural cómo va revelándose la
personalidad de cada protagonista que va apareciendo en la historia; en cierto
momento de la lectura los miramos en cada detalle de su forma de vestir, el
tornasol de su pelo y hasta su tono muscular, y en luego la cámara casi de cine
nos enfoca una expresión, una mirada donde se adivinan intenciones y se evocan tormentas
del pasado. Y el latido del futuro.
De esa
manera conocemos que Max, exitoso empresario internacional, ha desarrollado una
maquinaria financiera que le permite apoderarse de empresas acaudaladas en el
momento exacto de su fragilidad; para conseguir eso no duda en navegar por los
linderos de la ilegalidad, de tal manera que su estrategia podría incluir el
espionaje, el fraude, el chantaje y aun alguno que otro oportuno asesinato para
eliminar obstáculos y allanar los caminos de su ambición sin límites. Todos
estos actos no le producen a Max el menor escrúpulo, no tiene conciencia ni
moralidad, se mueve en un mundo en el que la única ley que importa es el
imperio del más fuerte, la ganancia absoluta.
Además
de sus socios financieros y de su mega oficina en Madrid donde circula con
moderno dinamismo un ejército de colaboradores, su apoyo más seguro para
ciertos trabajos es un amigo suyo de la infancia que se llama Gael Santos. La voz narrativa, ya dijimos: el eterno
monólogo interior que es el narrador de la novela lo describe de esta manera:
Gael es mi otro amigo del MIT
(Massachusetts Institute of Technology); tiene formación militar, no terminó la
carrera porque decidió cambiar de profesión a pesar de su beca. Era el más
listo del grupo. Ahora trabaja como consultor independiente o remediador de
asuntos difíciles, por llamarlo de alguna forma.
Resulta
que este personaje se mueve en las sombras, su mundo es el delito industrial y
científico, no tiene reparo en destruir un pueblo completo o en eliminar a un
ejecutivo señalado, siempre y cuando su cliente lo dote de recursos ilimitados;
en su mundo el dinero lo consigue todo. Lo más impresionante de su personalidad
es que siempre actúa tranquilo, frío y exacto. Lo rodea en varias ciudades un
equipo de asesinos selectos, secretarias muy efectivas y otro tipo de
profesionales de movimientos clandestinos.
A pesar
de que esta es una novela de acción, erizada de múltiples aventuras, donde hay
un secuestro que es el vértice de una espiral de conflictos familiares,
pasionales, criminales y hasta un amor sincero que redime y purifica; en cada
página el lector no se queda con el simple gozo de un relato que lo atrapa
desde la primera página y que abre varios cauces de extrañamiento, sino que es
inevitable que aparezca la reflexión de este mundo tan complicado que vamos
conociendo y que parece la metáfora alucinante de nuestra propia época de
violencia y quebrantos familiares.
Uno de
los mayores males que se ha ido instalando en las orillas de nuestra alma colectiva en esta época nuestra de tanta
violencia, cuando las imágenes de los noticieros en la televisión suelen estar
plagados de escenas horrorosas y las páginas de los periódicos anuncian muertes
y fraudes, es la trivialización del mal, que es peligrosísima para la formación
del alma de los que van llegando. Los niños y los jóvenes tal vez ya no tengan
la misma sensibilidad que antes tuvieron sus padres y sus abuelos para
comprender el daño que un ser humano hace a otro. Lo peligroso es que ya les
parezca lo más natural del mundo y que lo siguiente sea que pasen de ser
testigos a protagonistas y les parezca que así es la vida.
En
algunas conversaciones suelen contarse como hechos ajenos el montón de
jovencitos para quien ya los modelos y héroes de su vida nunca serán John
Lennon, Benito Juárez o Josefa Ortiz de
Domínguez, sino literalmente el Chapo Guzmán y sus similares. Se dice que para
ellos ya no importa construir una vida o un patrimonio sino arrebatarlo a la
manera de los grandes criminales.
En esta
novela, a pesar de que sus personajes se mueven en regiones de alto nivel
económico, pareciera que ya no tienen ningún otro valor más allá que el dinero,
y solo se salvan los jovencitos hermanos del protagonista y eso porque aun no
ingresan al mundo de los negocios que es su destino seguro. En algunos momentos
esta buena novela de aventuras se convierte en una historia de horror.
El gran
acierto es un fino cernido de varios géneros narrativos: más que todo es una
novela de aventuras y también es una love story, incluye una delirante historia
de pasión amorosa, es también un magnífico relato policiaco y la historia del
mundo corporativo tal como sucede en el mundo globalizado, a pesar de todo
también es una novela de amistad, otra del conflicto con el padre en la
formación de la profunda identidad. A la vuelta de cada página corre el aire
ligero del buen discurso narrativo que caracteriza el estilo de esta autora
sorprendente.
Quisiera
platicarles por lo menos alguno de los muchos finales que van cerrando cada uno
de los temas, de los cuales ya di noticias de algunos y no crean que de todos. Me
aguanto las ganas para no echarles a perder ninguna de las grandes emociones
que hallarán en las páginas de este libro. Les sugiero que lo compren, que lo
lean, y estoy seguro que lo van a disfrutar igual o más de lo que yo lo he
disfrutado.
Bustillos,
Lourdes: Inminente. Editorial Martha
Retana, México, 2017.