Rosario Martínez Marín con sus hijas Jessica, Elsa, Rocío, Maribel y Ana. (Foto de Arturo Nevárez Martínez).
Elegía para Ezequiel
Por Jesús Chávez Marín
Murió Ezequiel Martínez, un hombre cabal. De oficio fue velador del Ferrocarril Chihuahua al Pacífico y era un gran caminante: conocía esta ciudad como al rostro bello de su amada Guadalupe Marín, pues jamás usó otro medio de transporte que sus piernas ágiles y fuertes. Por eso descubrió los secretos de la noche y gozó los colores de la luz.
A sus amigos y a su familia trató siempre con fina cortesía y creaba en largas conversaciones un lenguaje lleno de precisión y frescas imágenes, en su habla de campesino.
Por sus venas corría la sangre iluminada y sutil de los artistas. Entre los descendientes de Ezequiel está su nieto Sergio Nevárez, hijo de Rosario, joven maestro de la música quien toca en un grupo de rock en Los Ángeles; y fue su sobrino Gonzalo Martínez, director de películas mexicanas como El principio y Longitud de Guerra.
Aunque no dejó textos escritos, Ezequiel era un poeta. Como hombre de profunda libertad, su historia podría contarse en el fulgor de un poema japonés: Ezequiel Mar camina por las calles de su memoria.
Julio 1991
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