[Texto publicado en El
Heraldo, jueves 13 diciembre 2012, página 9 A]
Martes 11 diciembre
2012
Dr. Javier Contreras
Orozco
Director de El Heraldo
de Chihuahua
Señor director:
Para comentar con usted y sus lectores unas
reflexiones en torno a una reciente tragedia familiar.
En mi reflexión ética nunca estuve de acuerdo en la pena de muerte, aunque me gustaría que fuera la condena certera para los dos jóvenes asesinos que entre dos y por la espalda mataron a mi hermano Pedro Chávez Marín mientras les brindaba su servicio de taxista, el lunes 16 de julio 2012.
La
reforma de ley que el señor gobernador de Chihuahua César Duarte Jáquez propuso
al congreso del estado, para que fuera enviada como proyecto a la federación,
de que se establezca la pena de muerte contra secuestradores y sicarios,
pudiera parecer a algunos como viable, a pesar de que los acuerdos
internacionales a los que México se suscribe tienen borrado del mapa esa
condena, por lo demás salvaje y fuera de siglo.
De
pronto y sin pensarla mucho, una multitud de agraviados por tantos crímenes en
las calles y en la serranía, estaríamos de acuerdo. Hoy mismo que le escribo
esta tarde, amaneció muerto otro taxista; ayer una masacre del once muertos en
la sierra. Pero este asunto tan delicado y tan insondable como la muerte, tiene
sus bemoles.
Las
redes sociales, a veces tan insensatas y frívolas, y en otras con voces
razonables, abundaron en opiniones a los cuatro vientos. Hubo quienes sin mayor
tormento aplauden la iniciativa. Señoras y señores cercanas a las ideologías
religiosas; figurines de la izquierda siempre hipócritas, y funcionarios en
oficinas de derechos humanos, se oponen como por reflejo obligatorio.
También
es exacto que las condenas, por muy altas que fueran, no detienen el oscuro
sino de algunos destinos criminales.
Pero
la justicia necesita cumplirse. Claro que primero debería instalarse la
eficiencia que no existe ahora en la procuraduría general del estado, que del
crimen que eliminó a mi hermano no saben ni maldita la cosa, luego de cinco
meses de investigaciones torpes y quizá hasta corruptas.
Agradezco
a usted su atención.
Jesús
Chávez Marín
Diciembre 2012
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