Chihuahua tuvo un espejo
Por Jesús Chávez Marín
El 21 de diciembre de 1980 apareció el primer número de Tragaluz, suplemento cultural escrito
por autores chihuahuenses. Novedades de
Chihuahua tenía menos de dos meses de haber aparecido y su director
fundador, José Fuentes Mares, tenía la intención, que en buena medida logró en
su tiempo, de ofrecer a lectores chihuahuenses un periódico con alto nivel de
producción, un diario preocupado por su propia imagen, no solo por atrapar
contratos de publicidad.
Para conseguir esto Novedades de
Chihuahua invitó a varios escritores locales a colaborar y se integró una
sección editorial que trataba problemas de esa vasta región norteña, lo cual
fue una fresca sorpresa para lectores acostumbrados a tragar refritos de
periódicos capitalinos.
Otra de las medidas que se tomaron en esa línea fue fundar Tragaluz. Para ello Fuentes Mares llamó
a Luis Nava Moreno, quien sería el director del suplemento. El primer número
trae una breve declaratoria, “En este arranque”, donde se dice lo siguiente: “Con
ello (el nacimiento de Tragaluz) se
cumple un propósito de nuestro director general: dotar al estado y a sus
habitantes de un suplemento dominical, de carácter cultural, hecho en Chihuahua
y para Chihuahua”.
Y así, cada domingo en reportajes, fotos, relatos, entrevistas, dibujos,
leyendas, se iba pintando el espectro de este territorio nuestro y sus gentes.
Chihuahua tenía un mosaico de espejos donde mirarse.
Tragaluz tuvo desde el
principio su carácter propio. Si queremos nombrar el rasgo predominante de este
suplemento hay que escribir dos palabras: buen humor. Omite tomarse a sí mismo
como parteaguas de nada; se proclama como Tragaluz,
aventuras y resonancias dominicales. En lugar de autoescribirse una
presentación larga y solemne, dedica su “En este arranque” a señalar quiénes
serán los protagonistas de las aventuras y de dónde saldrán las resonancias. Sus
columnas no quieren títulos académicos ni de proclamada erudición. Se llamarán “al
filo de la tijera”, del pintor Alberto Carlos, “el rincón del horror”, “anécdotas
de célebres desconocidos de Chihuahua”, “telecuentogramas”, “posibles
leyendas”.
Tras el ingenio de la ironía está la mirada atenta de quienes quieren
encontrarle a la amada sus misterios más sutiles y gozar con ella los
hallazgos. Y aquí la amada será la tierra, es el tema y el lenguaje que va
formulando Tragaluz.
El espacio principal, las páginas delanteras, lo ocupaba un reportaje
extenso y con información de primera mano cuyo tema y objetivo era dar a
conocer los lugares, las personas, las tradiciones de Chihuahua: Cusihuiriachic,
Santa Eulalia, Hacienda de Bustillos, los médanos de Samalayuca, la Quinta
Lupita, Majalca; Porfirio Parra, Francisco Almada, Alberto Carlos; Arareco, los
ritos tarahumaras.
Los reporteros eran profesionales de la literatura y el periodismo: Luis
Nava Moreno, José Fuentes Mares, Luis Urías, Manuel Talavera, Raúl Gómez
Franco, Héctor Varela Unive, Jaime Pérez Mendoza, Víctor Bartoli y otros.
Los textos estaban ilustrados con imágenes, fotos de artistas como
Remigio Córdova o Jean Louis Gonterre; dibujos de Alberto Carlos, Héctor Nava, Medardo
Heras.
En las páginas de Tragaluz tuvieron
espacio y dignidad las expresiones plásticas: eran comunicación y lenguaje, no
decoración ni adorno. Algunas secciones fijas eran de imágenes: Chihuahua ayer,
episodios ilustrados de la historia de Chihuahua, las crónicas de Héctor Nava,
para solo mencionar tres.
Se crearon series de artículos: curiosidades del lenguaje, temas de
lingüística y gramática histórica que escribía Hildeberto Villegas Méndez;
Chihuahua en la filosofía, del maestro Federico Ferro Gay; el fascinante mundo de
los coleccionistas, de Magdalena Minjárez y Martha Jurado, que nos reveló
varias veces las maniáticas conductas de los acumuladores de fetiches. Los cuentistas
fueron apreciados Tragaluz: José Jauregui,
Manuel Talavera, Federico Urtaza, Luis Nava Moreno, José Pedro Gaytán, Miguel
R. Mendoza y una extensa nómina de narradores; antes de Tragaluz no supimos que hubiera tantos y tan buenos en Chihuahua. Buenos
algunos, claro, otros pocos medio regulares.
Pero llegó el final. El número 71, del 25 de abril de 1982, fue el
último de Tragaluz. Los lectores, que
ya estábamos acostumbrados a leerlo cada domingo, nos peleamos el domingo
siguiente con el voceador: óigame, falta algo, me lo dio incompleto. No hubo
explicaciones para los lectores por ese hueco dominical. Luis Nava Moreno
seguía al frente del suplemento, pero Fuentes Mares ya no era el director de Novedades desde el 3de enero de ese año.
Se cumplió el presentimiento de Alberto Carlos cuando en el número de
aniversario, en su columna “Al filo de
la tijera” escribió: “feliz cumpleaños Tragaluz: no nos vayan a dejar a oscuras
ahora que ya empezamos a agarrar la onda”. Numerosos lectores ya la habíamos
agarrado y tuvimos que soltarla.
Tragaluz fue un suplemento literario que aparecía los domingos en Novedades de Chihuahua, a principios de los años ochentas.
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