(En la foto JChM y las pintoras Adriana Lara y Jael Gaytán).
XV. Juicio sumarísimo
Por Jesús Chávez Marín
Los
Justos y Debiera haber obispas fueron montadas: buenos actores, buena dirección y
todo. Pero parece que los teatristas son gente que tiene pocas opciones de
lectura, de otra manera no se explicaría que elijan textos con kilos de polvo.
No existen ya esa sociedad, ese obispo ingenuo, esa sacristía llena de
telarañas, ese presidente municipal con espuelas, esos guerrilleros con
armamento zapatista, esos torturadores con cara de malos. Ahora está más
cabrona la cosa, m’hijitos, no salgan con esas recitaciones tan chafas.
La muerte alegre quiso sacarle lustre a
polichinelas, arlequines, colombinas y pierrotas de la Comedia del Arte y nos
aburre clásicamente. Las preciosas
ridículas no tienen nada que hacer en una Muestra Estatal, pobre Moliere,
en las tareas escolares de los bachilleres. La
orgía de injurias y desahogos de Acosta fue un sabotaje. Mínimo quiere saber estuvo para
vaciarles la sala y Amores que matan era
un documental del IMSS con lugares comunes sobre el sida y ni modo, amigos, son
los riesgos de la vida pública: hay que meterle condón al asunto.
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