Historias
donde la muerte germina. Presentación del libro La muerte y el agua, de Victoria Granados
Por
Jesús Chávez Marín
Cuando
alguien pasa al otro lado de la calle y lo miramos con atención, podemos ver en
su rostro dibujada las tormentas que en ese momento agitan sus pensamientos y a
veces relampaguean en la mirada. Bueno, eso resulta cierto cuando leemos el
libro de Verónica Granados, donde vienen tantas imágenes de la muerte y de las
vidas que germinan en el valle de su extraña escritura, construida con relatos
de íntima poesía.
Los
personajes narradores que cuentan las historias pueden ser inocentes como el
del cuento “El mensajero” y aún así tener una percepción visionaria de lo que
sucede, de la vida que avanza. Con exquisita sensibilidad nos mete de lleno, a
los lectores, a una atmósfera bien definida en todos los sentidos, donde los
ojos una mujer muerta son la única compañía de un niño desamparado, los ojos de
su tía Buena, la única que lo había amado y protegido. Un solo fragmento sea aquí
una muestra de finísima calidad de la prosa de este libro, que suena como plata
de tan expresiva y bien labrada: “Una bandada de pájaros se asusta con el ruido
de mis pisadas y vuelan haciendo una gran sombra en mi cara por unos momentos.
Avanzo sin quitarles la mirada de encima, hasta verlos parados en otro árbol”.
En “La
trampa de un sueño” el relato se conecta con la leyenda mítica de las sirenas y
miramos a Armando que por la playa busca a una mujer, persigue su sueño hasta
quedar convertido en caracol a la orilla, donde queda “vacío, sin sonido en el
corazón, sin música en la voz y sin palabras. Y a unos metros de distancia, una
sirena de pelo rojo saboreaba las últimas notas de una melodía llena de
anhelos, agitando su cola y formando burbujas de espuma”.
Cada
uno de los cuentos nos deja una impresión profunda de vida intensa, de
magnífica espiritualidad donde a veces domina la tristeza; a pesar de eso nunca
la angustia vence a los personajes que siempre tienen la fortaleza de
enfrentarse a un mundo hostil y a los fenómenos de la naturaleza que se
extienden hasta formar espacios sofocantes, en donde los personajes humanos son
parte de esa misma fuerza, como los árboles, los ríos y las sombras de la
noche. Como un hombre que pidió con todas sus fuerzas y con toda su fe que su
hijo no muriera de viruela, días y días, hasta que el hijo muere y el hombre
decide sepultarlo en su misma casa, junto con los objetos sagrados de su fe,
ahora perdida con la misma fuerza de las oraciones no escuchadas y decide para
siempre con toda su familia que no existirán ya más en su vida ni oraciones ni
esperanzas.
Uno de
los temas recurrentes en el libro es el suicidio. Un racimo de cuentos en donde
sucede esta acción impresionante, contados con lucidez y con poética
originalidad. El primero de ellos se llama “Liberación” donde una mujer de 30
años literalmente se convierte en caracol de piedra, para escapar de una fuerza
que había dominado su vida entera, en las relaciones familiares, en especial
con su madre. En otro cuento es la voz es un río la que oscila en el discurso,
“siento mis pies batidos en el lodo, el alma bordada con hilos de agua. Las
piedrecillas se meten entre mis dedos. Ahora solo importa este momento”.
Hay un
niño que acostumbraba jugar a las orillas de una noria, pensando siempre en
lanzarse a lo oscuro del pozo, y a pesar de que su madre tomó todas las
precauciones para protegerlo, termina lanzándose al vértigo de la muerte.
A pesar
de que los relatos se producen con un sobrio discurso realista, la mayoría de
estos cuentos son de literatura fantástica. Hay un hombre que busca una
metáfora en los movimientos de una mujer que admira; lo que busca es una
metáfora para que su verso quede redondo. Y lo consigue, al final, cuando la
mujer ya se había ilusionado con otro tipo de contacto, y se desilusiona cuando
él se despide, pues ya había conseguido su texto y se va.
Otro de
los elementos en la esencia de estos textos es la presencia de fantasmas. Como
Luana Luna que busca no quedarse sola en el infinito de la muerte y se dedica a
rescatar de la nada a otros seres en el momento exacto de cumplir su destino y
desde otra dimensión ven cuando se hunden, ya solo quedan como bultos hacia la
fatalidad.
En este
extraño libro de relatos los suicidas siempre son jóvenes y con plena voluntad
de morir, sin tristeza ni melodrama. Un adolescente y la joven que ama y
contempla, cuando por accidente la mira en coloquio amoroso con otro,
simplemente se retira pesadamente y se arroja desde puente al vacío, hacia un
río caudaloso. Lo mismo en otro cuento, el personaje camina con una vieja soga
y busca el sitio exacto dónde colgarse, solitario, y allí queda como un objeto
muchos días, meses, hasta que lo devoran las hormigas y se convierte en materia
de otra naturaleza.
Muchos
sentimientos nacen de la lectura de este libro. Cada uno de los relatos dibuja
la vida intensa, la naturaleza como parte de los componentes del alma y a veces
la desolación profunda. Un destino que tanto compartimos todos, en distintos
momentos.
Granados,
Verónica: La muerte y el agua.
Editorial del Instituto Chihuahuense de la Cultura, México, 2016.
Mayo
2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario