Hombre de hierro
siempre tan orgulloso y altivo
digno de la vida que cargabas
en una sola pierna.
Noche con tanta soledad
sólo tú la conocías,
enséñame a peinar el cielo
con el hierro de tus ojos.
No me opongo a la
caída de estrellas,
por mí que estallen
y retiemblen en la tierra.
Gabriela Rascón Licano
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