Exposición Nuestros principios,
de la Escuela de Odontología
Por Jesús Chávez Marín
El 30 de noviembre de 2001 se presentó en una de las salas de la Quinta
Gameros la exposición Nuestros principios. Resulta una sorpresa muy grata para la
comunidad universitaria asistir a una exposición de arte organizada por la
Escuela de Odontología, en la que además los artistas que exponen son maestros,
trabajadores administrativos y alumnos de esta escuela, que en los años
recientes ha mantenido una presencia constante de sus autores en diversas
publicaciones, tratando temas técnicos propios de su especialidad.
En este magnífico acto
cultural, la segunda sorpresa es la buena calidad de las obras que se exponen.
Esto me hizo reflexionar en los cauces distintos en los que la creatividad
humana se manifiesta cuando ocupamos las manos y la mente en el trabajo y en el
estudio. Un odontólogo trabaja con sus bien educadas manos para sanar el dolor
y para restablecer la armonía en las vidas y en los rostros de sus pacientes.
Como profesional, en su preparación y en su oficio desarrolla una sensibilidad
muy elaborada y un contacto habitual con los conceptos de la belleza: el
equilibrio de las partes y la armonía de las formas. Estas habilidades las
aplica todos los días en los distintos oficios técnicos e intelectuales de su
profesión. Y también puede aplicarlos, si se lo propone, a las artes plásticas,
como queda demostrado en las obras que hoy conocemos.
El mismo título de esta
primera exposición de artes plásticas y manuales de la Escuela de Odontología
me parece también significativo: Nuestros
principios.
A este nombre, esta breve
frase de dos palabras, podrían dársele varias significaciones. Una de ellas
podría ser esta: es una idea de gran nobleza que los principios de la profesión
del odontólogo fueran los que se expresan en el arte: en estas fotografías
donde se retrata la serenidad de la naturaleza; o la magnificencia de un
edificio contenida en un solo detalle de su arquitectura; en el vuelo lleno de
gracia de unas golondrinas reflejadas en el espejo del agua o en el volumen
sutil de un pensador en la sombra de
unas tintas o en la dimensión vital de la escultura. Si los principios de todas
las actividades humanas fueran así de altos, quizá muchas de las desgracias del
mundo se remediarían.
Y es que en muchas de las
impresionantes transformaciones que se dieron en el pasado siglo XX estuvo
ausente la dimensión humana como propósito esencial del progreso. El talento y
la energía productiva parecieron crecer más de prisa que la ética y el
pensamiento humanístico; en el mismo desarrollo de las bellas artes adquirió
mayor peso el valor comercial de las obras que la esencia de su pensamiento. El
impulso de la especulación financiera, anónima y poderosa, siguió cauces de
violencia, de injusticia profunda, de contaminación sustancial, visual, sonora
y viciosa. Algunos de los resultados podemos verlos, a todas horas, como la
mercancía habitual de las imágenes de televisión: la lumbre, las ciudades
arrasadas por las bombas con el nombre grotesco de “inteligentes”, los cuerpos
de los niños destrozados por acciones de cualquier guerra absurda, el fanatismo
que retrocede mil años en el desarrollo del pensamiento colectivo.
Por eso resulta tan
emocionante que la Escuela de Odontología de la Universidad Autónoma de
Chihuahua no se conforme con resolver todos los aspectos de su estructura
técnica, como ha venido haciéndolo con tanta efectividad, sino que además
incluya entre sus actividades estos actos culturales y artísticos en los que la
dimensión humana se expresa con tanta frescura y claridad.
Estudiantes, maestros y trabajadores
administrativos son los autores de esta muestra colectiva en este magnífico acto
cultural donde se expresa su talento, su diligencia para seguir puliendo todos
los aspectos de su educación, entre los cuales el contacto con la experiencia
artística, como espectadores o como autores, es uno de los más significativos.
Noviembre de 2001
Estoy totalmente de acuerdo con esto, soy un dentista en zapopan y sé que se requiere mucha experiencia para realizar los procedimientos que hace un odontólogo. Es como cualquier cosa que moldeas, tal como un fisicoculturista moldea su cuerpo, o como un escultor hace una escultura. Me encantó tu post! Saludos!
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