Por Jesús Chávez Marín
Una de las etapas en que tenemos mayor energía creativa, y más vivos los ideales, es el tiempo de nuestra vida estudiantil: cuando nos reunimos
a preparar exámenes o a trabajar en equipo con los compañeros; cuando vamos a
fiestas y platicamos experiencias y planes; cuando disfrutamos la compañía
de los amigos, las amigas; cuando conocemos los primeros frutos de nuestras
acciones productivas. Se forma un ambiente regocijante ya al final de la
carrera, o al terminar la licenciatura, cuando la mayoría de los estudiantes
inician su servicio social, que es reglamentario en todas las universidades
mexicanas.
El servicio social fue creada por las universidades públicas del país para que los estudiantes forjen en sí mismos la generosidad hacia sus comunidades, hacia la sociedad, la misma que a lo largo de los años ha fundado escuelas, bibliotecas, laboratorios, jardines, centros culturales, donde los jóvenes mexicanos pudieran conocer los elementos de una vida mejor, más digna y educada, con recursos de la tecnología y la ciencia para trabajar con provecho, oportunidades de realización personal y colectiva. También el servicio social proporciona a los jóvenes espacios de trabajo donde su educación se refuerza con la práctica diaria de los conocimientos.
Las 340 becas que hoy se entregarán a estudiantes y egresados de la Universidad Autónoma de Chihuahua que participan en el Programa de Servicio Social Comunitario son un estímulo para ellos y a la vez un reconocimiento a las tareas que realizan en poblados remotos de nuestra vasta región.
Entre los proyectos que habrán de iniciarse este año dentro del Programa de Servicio Social Comunitario están el de salud dental, atención médica de primer nivel, deporte para todos, asesorías a maestros normalistas, elaboración de alimento para peces, conservación de alimentos, tecnología doméstica, elaboración de artículos de limpieza, huerto familiar, manejo de invernaderos, evaluación ambiental, montaje y representación teatral, construcción de viviendas, restauración de misiones coloniales, mejoramiento de la imagen urbana, asesoría contable, administrativa y jurídica. Participarán estudiantes y egresados de nueve facultades, un instituto y dos escuelas incorporadas.
La gente de la comunidad siempre ve con buenos ojos a las brigadas de estudiantes que llegan a su tierra para realizar trabajo comunitario. Saben que esos jóvenes médicos, ingenieros, odontólogos, psicólogos, profesores de educación física, arquitectos, agrónomos, son gente que sabe su trabajo y que es buena para los hijos, las labores y la salud. Los estudiantes también deben saber que las enseñanzas de esos meses de acción serán valiosas, porque resolviendo problemas concretos y realizando el trabajo diario tendrán oportunidad de realizar la síntesis de sus habilidades con los procedimientos: conectarán la mente a las manos, los ojos a la imaginación, las ideas al cuerpo en movimiento.
Por supuesto que no todos los estudiantes llegan a tener este compromiso con el trabajo, lo cual es lamentable. Ellos se lo pierden. Pero estoy seguro que la mayoría de los estudiantes y egresados van al servicio social con espíritu alto y con la mente abierta para integrar a su formación profesional esta labor provechosa para ellos y necesaria para esas comunidades a donde asisten.
Es un espectáculo conmovedor mirar a esos estudiantes, jóvenes que van con manos firmes a servir con entusiasmo a sus semejantes que viven en Balleza, Batopilas, Bocoyna, Carichic, Cusihiriáchic, Chínipas, Madera, Nonoava, San Francisco de Borja, Temósachic, Ojinaga, Santa Bárbara y otros lugares de nuestra tierra, donde las necesidades son muchas como también lo es la nobleza de sus habitantes.
Es uno de los buenos programas del Sedesol y del gobierno del estado de Chihuahua este programa de becas para el Servicio Social Comunitario. Y el mérito más visible es el de los jóvenes estudiantes que en la etapa final de su formación académica habrán de trabajar con alegría y con empeño en comunidades de la sierra, el desierto y la llanura de Chihuahua.
El servicio social fue creada por las universidades públicas del país para que los estudiantes forjen en sí mismos la generosidad hacia sus comunidades, hacia la sociedad, la misma que a lo largo de los años ha fundado escuelas, bibliotecas, laboratorios, jardines, centros culturales, donde los jóvenes mexicanos pudieran conocer los elementos de una vida mejor, más digna y educada, con recursos de la tecnología y la ciencia para trabajar con provecho, oportunidades de realización personal y colectiva. También el servicio social proporciona a los jóvenes espacios de trabajo donde su educación se refuerza con la práctica diaria de los conocimientos.
Las 340 becas que hoy se entregarán a estudiantes y egresados de la Universidad Autónoma de Chihuahua que participan en el Programa de Servicio Social Comunitario son un estímulo para ellos y a la vez un reconocimiento a las tareas que realizan en poblados remotos de nuestra vasta región.
Entre los proyectos que habrán de iniciarse este año dentro del Programa de Servicio Social Comunitario están el de salud dental, atención médica de primer nivel, deporte para todos, asesorías a maestros normalistas, elaboración de alimento para peces, conservación de alimentos, tecnología doméstica, elaboración de artículos de limpieza, huerto familiar, manejo de invernaderos, evaluación ambiental, montaje y representación teatral, construcción de viviendas, restauración de misiones coloniales, mejoramiento de la imagen urbana, asesoría contable, administrativa y jurídica. Participarán estudiantes y egresados de nueve facultades, un instituto y dos escuelas incorporadas.
La gente de la comunidad siempre ve con buenos ojos a las brigadas de estudiantes que llegan a su tierra para realizar trabajo comunitario. Saben que esos jóvenes médicos, ingenieros, odontólogos, psicólogos, profesores de educación física, arquitectos, agrónomos, son gente que sabe su trabajo y que es buena para los hijos, las labores y la salud. Los estudiantes también deben saber que las enseñanzas de esos meses de acción serán valiosas, porque resolviendo problemas concretos y realizando el trabajo diario tendrán oportunidad de realizar la síntesis de sus habilidades con los procedimientos: conectarán la mente a las manos, los ojos a la imaginación, las ideas al cuerpo en movimiento.
Por supuesto que no todos los estudiantes llegan a tener este compromiso con el trabajo, lo cual es lamentable. Ellos se lo pierden. Pero estoy seguro que la mayoría de los estudiantes y egresados van al servicio social con espíritu alto y con la mente abierta para integrar a su formación profesional esta labor provechosa para ellos y necesaria para esas comunidades a donde asisten.
Es un espectáculo conmovedor mirar a esos estudiantes, jóvenes que van con manos firmes a servir con entusiasmo a sus semejantes que viven en Balleza, Batopilas, Bocoyna, Carichic, Cusihiriáchic, Chínipas, Madera, Nonoava, San Francisco de Borja, Temósachic, Ojinaga, Santa Bárbara y otros lugares de nuestra tierra, donde las necesidades son muchas como también lo es la nobleza de sus habitantes.
Es uno de los buenos programas del Sedesol y del gobierno del estado de Chihuahua este programa de becas para el Servicio Social Comunitario. Y el mérito más visible es el de los jóvenes estudiantes que en la etapa final de su formación académica habrán de trabajar con alegría y con empeño en comunidades de la sierra, el desierto y la llanura de Chihuahua.
Noviembre de 2000
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