Cuatro relatos de bullying
Por Jesús Chávez Marín
Bullying, la voz inglesa que nombra un tema de moda,
se refiere a un viejo asunto: la educación temprana en el ambiente de la
violencia, el intercambio de burlas en la escuela primaria, en la secundaria,
la preparatoria. Cuando esa conducta alcanza la etapa universitaria, ya queda
como resabio de inmadurez, tardía y sin reflexión. Aquí van unos ejemplos.
1. Hace unos días un
amigo mío, que es muy sentimental, puso en su página facebook una foto donde
aparece muy guapo un hijo suyo, en su graduación. En el texto que acompañaba la
foto se despachó con la cuchara grande de la cursilería presumiendo a su hijo,
tan inteligente, salió super elegante, decía. A los diez minutos, el muchacho
le pidió, le exigió a su papá que borrara, pero ya, el cuadro de esa historia,
foto y textos, precavido ante la posibilidad de que ese espacio de su propio muro
se plagara de burlas y de torpe ingenio.
2. El editor Esteban
Medina fue a principios de los años noventas profesor de literatura en el
Colegio de Bachilleres durante cuatro semestres. Dos años después, uno de sus
hijos estudió la prepa en el Plantel IV. Cuando estaba en el primer semestre, le
dijo: papá, qué bueno que ya no me tocó que fueras mi profe en el Bachi. Es un
trabajo humillante. Todos los estudiantes se burlan de los maestros, a la
mayoría les ponen apodos vergonzosos.
3. Una joven escritora
tenía un sitio facebook muy popular, donde la leían más de quinientos
seguidores. Hace un año decidió suspenderlo y abrir otra cuenta con un nombre
distinto. Dice que ese nuevo sitio nada más lo usa para su comunicación profesional.
Hizo ese cambio para liberarse, cuando sintió que ya tenía como vicio invasivo
las redes sociales; así ganó un tiempo que ella ha ocupado en terminar su tesis
de licenciatura. Me platicó que, en parte, esa decisión fue para evitar alguna
violencia verbal que le llegaba, y que suele abundar sobre todo en los sitios
que llegan a ser populares, como lo era el que ella decidió suspender.
4. Le pregunto a Rubén
Rey, (socio mío en una empresa de escritores fantasmas con servicios de
redacción para autores que no tienen manera de escribir textos y solo les
alcanza el tiempo para firmarlos): Oye, maestro, ¿qué es lo más actual sobre
el bullying? Me responde: No, Chávez, estás
muy viejito y ya batallo para explicarte las cosas; mejor te lo escribo. Agarró
la lap top y puso esto:
¡Cómo era diferente la
sociedad quince años atrás! Sin celulares, sin internet y sin tantos divorcios,
inseguridad ni madres solteras. Empero, siempre ha existido una constante: los
abusadores escolares y sus víctimas.
Hace
quince años la cultura era muy diferente. Era el siempre infalible "ojo
por ojo, diente por diente". "M’hijo, ¡defiéndase! No sea
dejado", era la cantaleta de todos los días.
El
abuso puede extenderse por meses o años; esta decisión corre a cargo del bully,
el abusador. Mis respetos: es increíble el cómo ese tipo de gente siempre
encuentra una nueva manera de desmoralizar y ofender al prójimo. No, no se
cansan.
Parece
completamente normal y casi socialmente obligatorio saberse integrar a los
juegos pesados, ya sea en primaria alta o durante toda la secundaria. Cuando la
dosis llega a excederse, el daño será irreparable.
Son acciones que
destrozan hasta al más sereno de los humanos, y son muy comparables a una
violación sexual.
Diario. De lunes a
viernes. Desde la temprana hora de entrada a la escuela hasta la salida en la
tarde. Siete, quizás ocho horas al día en un proceso que termina por apoderarse
y borrar todo rastro de socialización que el sujeto haya podido tener.
Hasta aquí las
reflexiones de mi socio, quizá teñidas con algunos malos recuerdos. Como puede
verse, además de mis lecturas recientes sobre el bullying, me han enseñado más las
conversaciones con mis amigos y colegas que la avalancha de artículos y ensayos
en los que ahora se registra este viejo asunto de la violencia temprana.
Noviembre 2013
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