Te amo alejandra, crónicas.
De Jesús Chávez Marín
Jueves 18 de febrero de 2010, en Casa Chihuahua,
antes Correo
Por Ángela Siqueiros Falomir
El retomar un libro en tus manos después de
un buen tiempo, leerlo con calma, sonreír, recordar, reflexionar y volver a
disfrutar, lo distingue ya de otros libros.
Pero más significativo me resulta que Jesús
Chávez Marín, amigo de tantos años, mi padrino literario, me haya convidado a
participar en esta mesa de literatura, área que ciertamente no domino… pero sí
gozo. Ese deleite es lo que me permitiré
compartir con ustedes sumado a las reflexiones, críticas y denuncias que en
este libro, Te amo Alejandra,
encuentro:
I. La ciudad
La arquitectura es la tarea que escogí
desempeñar y a lo que me dedico. En estos textos he aprendido tanto como en la
escuela y la práctica.
Un tema que generalmente ignoramos (o nos
hacemos los desentendidos), es la ciudad.
Se ha llegado a creer que ciudad, pueblo, ranchería, estado, es un tema competencia
solo de las autoridades gubernamentales. Las definimos solo como el sitio
geográfico. Hemos olvidado que ciudad
somos nosotros, colectivamente compartiendo tareas, preocupaciones, tiempo… en
pocas palabras, la vida, transcurriendo en un lugar. Nos llamamos Chihuahua,
Juárez, Casas Grandes y nuestro apellido es México. Jesús Chávez Marín no lo ha
olvidado y lo recrea sensiblemente en algunas de estas crónicas.
Además exalta con sinceridad el valor de lo
cotidiano, que también, con tanto alarde
y deseos de grandeza, dejamos pasar inadvertido. Creo en verdad que es allí, en lo ordinario y
sencillo donde habita la vida, no en lo extraordinario y monumental.
Sucede hasta en las mejores familias, dice el refrán popular, que por la prisa
con la que nos movemos diariamente buscando la sobrevivencia; por la imperiosa
y triste necesidad de resguardo al interior de nuestras casas-refugios; por no
permitirnos conocer ni al vecino, menos a los antepasados; hemos colocado la
historia y la memoria colectiva en el rincón más apartado de nuestro presente. Es
una fortuna que Jesús haya escogido el género de la crónica literaria, pues no
solo narra hechos, costumbres y lugares, los analiza con una mirada atenta, escudriña
esencias y además se burla de todo lo superficial. Lo hace con una prosa muy amena y sencilla. Sus
textos nos orientan y reorientan.
Cito algunos párrafos para dar ejemplos de
esto:
1. “Mi mamá y yo salíamos a tomar el fresco
por las tardes, nos sentábamos en el umbral de nuestra casa blanca que estaba
frente al arroyo, en las orillas de la colonia del Rosario. Allí nos estábamos
platicando, juntos, o en largos silencios”
“Muy pocas viviendas tenían luz eléctrica y no
había agua entubada. Solo en las casas más grandes, como la de mi abuelo Jesús
Marín había norias donde manaba el agua fresquísima y limpia.
“En la casa de nosotros no había ninguno de
esos servicios, acarreábamos agua desde el tinaco monumental de la Estación. Los
sábados teníamos que traer más que los otros días, para llenar las tinas
redondas del baño semanal. En las noches alumbrábamos los cuartos de la casa
con una lámpara de petróleo donde bailaba la flama dentro de su bombilla de
cristal.” (“Aventuras en la colonia
Rosario”).
Cuántos de nosotros hoy aquí no nos
encontramos en estas imágenes, y los más jóvenes preguntarán: ¿apoco así
vivían?, ¿y el Internet?, pero todos aprendemos.
2. “Juárez no duerme, tiene intensa vida
nocturna, hay diez antros apiñonados en una sola cuadra. Aquí la variedad es continua, la parranda no
conoce límites. La mayoría del público es gente de fuera, gringos cincuentones
aburridísimos, braceros que brindan al son de viva mi desgracia, jóvenes de
agresivo aspecto, vaqueros con carteras repletas de narcodólares. Cuando por
fin alguien se cansa de recorrer tugurios, un tanto asqueada el alma por la
trágica farsa de las propias miserias tan claramente miradas en ese enorme
espejo sucio, va por las calles decidido a dormir un rato, un cachito de
madrugada, se encuentra con ejércitos de muchachas muy frescas, recién bañadas,
que se apresuran a tomar el camión o la
rutera para ir a trabajar a una de las maquiladoras de la ciudad. Es
temprano, las cinco apenas. O muy tarde. Y uno se avergüenza un poco ante esta
escena, la cruda moral ataca.” (“Chulas fronteras del norte”).
Desafortunadamente esta cita llama
poderosamente nuestra atención al ya no parecer una descripción de Juárez, hoy
casi desierta, tan solo 12 años después.
3. “El progreso es mito moderno que ya empieza a pasar
aceite y aventar humo por todos lados.
“Chihuahua era esa ciudad transparente y
limpia que se extendía a sus anchas en el llano. Las pocas lomas a su alrededor
eran su paisaje y su límite. Antes a nadie se le hubiera ocurrido construir su
casa en los cerros, ni arriba de otras casas, estando el suelo tan parejo.
“A la nueva ciudad siguen bajando desde la
sierra tarahumares, testigos silenciosos de estas historias que a ellos les
parecen absurdas, tiempo agitado y vacío.
“En las ciudades los hombres nunca están
seguros de su destino.
“Entre las casas y los edificios de una ciudad
así, vivió entre nosotros un poeta que se llamaba Ramón Armendáriz…” (“Las
calles de los poetas”).
4. “El 22 de septiembre de 1990 cayó en la
ciudad de Chihuahua uno de los mayores aguaceros de su historia. La memoria de
los arroyos y ríos que había estado sofocada por una urbanización sin sentido
ecológico despertó enloquecida y recuperó sus antiguos cauces. Las aguas
arrastraron casas, muebles, animales, ropa, vidas humanas.
“Esa noche la solidaridad de los hombres y las
mujeres que salieron de su casa para auxiliar a sus semejantes no limitó sus
afanes.” (“Villa contra las caterpillars”)
5. “Arrancaron árboles que habían sobrevivido
veinte años en medio del humo y el ruido del tráfico absurdo de nuestros
automóviles y camiones urbanos fumigadores.
“Pues ahora resulta que hasta a la estatua
ecuestre del general Francisco Villa quieren hacerla a un lado para que pasen
más trocas y carros. Intentan meter a Pancho Villa con todo y su caballo Siete
Leguas en una biblioteca triste, allí junto a los historiadores de a peso que
investigan la historia dormida de nuestro pasado y le sacan copia fotostática.
“Quizá ya no veremos al general de bronce
cabalgando en medio de la calle, mirando nuestros afanes. Su estatua,
construida por Ignacio Asúnsolo, quien calculó con toda calma el espacio y las perspectivas
de la luz para ponerla precisamente en ese lugar donde ha estado desde 1956,
será empujada por las caterpillars amarillas, hágase a un lado, mi general,
para que pase el progreso… al cual no le importa la identidad de una ciudad ni
la vida de sus árboles ni sus sueños colectivos”. (“Villa contra las Caterpillars”).
Chávez Marín se convierte con esta percepción
en un urbanista y arquitecto deseable en nuestra sociedad.
II. El retrato
Aparece también otra faceta de Jesús en este
libro: la de fotógrafo. Él le dedica a Nacho Guerrero, conocido y creativo
fotógrafo local una de las crónicas y dice:
“Nacho Guerrero mira desde el lente de su
cámara ángulos del mundo que los demás no conocíamos.”
Yo encuentro que en estas crónicas Chávez
Marín, al contrario de Nacho, nos retrata colectivamente, capta ángulos
internos que creemos que solo nosotros conocemos. Es un feroz crítico social. Desde
el lente de su mirada, observa, toma nuestras fotografías. No se apiada de las
fealdades o defectos, no nos permite ni un retoque, ni una ayudadita. La diferencia es que en vez de imprimirlas,
las escribe descarnada o tiernamente:
Cito:
6. “El café es parte del ambiente para estas
personas tan cultas y distinguidas que parten plaza en estos encuentros.
También el público es típico: uniformados de mezclilla los culturitos no
perdonan coctel, congreso, conferencia o película de arte. Abundan los
costalitos de manta colgando del hombro, los libros anidando bajo el brazo sus
vagos sueños, los lentes de fondo de botella, las barbas largas (¿ideas
cortas?). Siempre nos topamos con la misma gente: aquel pintor vestido de
tarasco con su tasolera de greña no muy limpia recogida a la espalda con
listoncitos de colores en forma de cola de caballo. Esta señorita disfrazada de
tehuana llena de collares de chaquira, que es muy liberada a sus horas y jamás
lleva ropa interior. Las edecanes futuras licenciadas en turismo,vestidas de
tigresas y a pesar de eso muy hermosas, la verdad.”
7. “Los que llegan saludan en voz baja buenas
noches (al oído) besitos en la mejilla, cariñito santo. Yáñez sonríe con sus
dientes salidos, se parece a Felipito el de Mafalda treinta años después, con
panza muy mexicana, personaje del mercado de San Juan de Dios (sus caguamas le
habrán costado). Sonrisa afectuosa, viste muy sencillo una camisa vaquera de
cuadros rojos, usa lentes sin aros, es un oso amistoso y modesto. Habla con
claridad de su trabajo y de sus aventuras de poeta mexicano.”
8. “Murió Ezequiel Martínez, un hombre cabal.
De oficio fue velador del Ferrocarril Chihuahua al Pacífico y era un gran
caminante: conocía esta ciudad como al rostro bello de su amada Guadalupe
Marín, pues jamás usó otro medio de transporte que sus piernas ágiles y
fuertes. Por eso descubrió los secretos de la noche y gozó los colores de la
luz.
“A sus amigos y a su familia trató siempre con
fina cortesía y creaba en largas conversaciones un lenguaje lleno de precisión
y frescas imágenes, en su habla de campesino.”
9. “En el centro de una ciudad oscura, entre
las luces del comercio manchadas con polvo de humo y cuyos sonidos confusos
parecen el sueño de un planeta, surge la voz poderosa y la presencia bellísima
de una mujer mexicana: Alejandra Guzmán. Y nadie se explica de dónde salió Alejandra
con tanto carisma siendo sus jefes un par de mamones.
“Hoy Alejandra documenta nuestra vida de
mexicanos en 1991 con sus canciones. Estos lugares del norte son ahora más
hospitalarios y más despiertos al deleite y a la alegría desde que ella vino a
Chihuahua y nos gritó a todos emocionada:
—¡Los quiero un chingo!
“Querida Alejandra: cada uno de quienes
estuvimos en la Plaza La
Esperanza aquella noche memorable también te amamos el resto.”
De aquí el título del libro que presentamos
esta noche.
III. VIGENCIA
Dentro de las ramas de la crónica, los
especialistas distinguen una en la que la estructura de la crónica se vuelve universal y así como relata un hecho, también anuncia una filosofía de y para vivir; analiza desde la palabra escrita y emite un punto de vista, una guía de acción.
Con la tercera edición del libro Te amo, Alejandra se vuelven a plantear posibilidades de pensamiento y de ideologías que tal vez no estén del todo muertas, que son vigentes. Y se vuelven prácticamente un manifiesto, ante las mil preguntas que nos hacemos de ¿qué hacer y cómo vivir? ante el horror de la violencia y muerte que se han instalado en nuestra vida diaria:
Con la tercera edición del libro Te amo, Alejandra se vuelven a plantear posibilidades de pensamiento y de ideologías que tal vez no estén del todo muertas, que son vigentes. Y se vuelven prácticamente un manifiesto, ante las mil preguntas que nos hacemos de ¿qué hacer y cómo vivir? ante el horror de la violencia y muerte que se han instalado en nuestra vida diaria:
10. “Una de las causas ambientales de ese estado
neurótico llamado depresión, fenómeno tan individualista como pocos pueden
serlo, es la ecología herida que nos gastamos en las zonas urbanas de nuestro
liberalismo salvaje de fin de siglo. Queremos vivir asfixiados, chiflados,
rellenos de estímulos agresivos que parecen autocastigos por haber sido tan
malcriados con la tierra, con la naturaleza, cumpliendo nuestro desaforado afán
de progreso.
“Se desmorona uno de nuestros más sólidos
mitos, el adelantamiento lineal y acumulativo de necesidades creadas y cultura
desechable. El progreso como abstracción, como absoluto. Las depresiones
horribles, que cada día parecen aumentar en víctimas y en intensidad, podrían
ser un resultado de esta mancha urbana que hemos sembrado y extendido hasta los
mares y hasta las orillas del cielo. La basura y los fluídos industriales
penetran nuestra identidad material, física, social y pensante. Yo no digo que
nuestra ecología dañada sea causa única de nuestra tristeza individual, pero sí
resulta el contexto exacto.” (“La depre y los contaminantes”).
11. “La cosa se le puso del carajo al gobierno
mexicano en Chiapas: el ejército zapatista de liberación nacional (EZLN) le
declaró la guerra, ni más ni menos.
“Se insiste –y con razón– que ese no es el
mejor camino para resolver problemas. Sobre todo porque el costo de vidas sería
altísimo. La guerra moderna es fría, oscura y extremadamente sangrienta; la
tecnología pertenece a los poderosos y ellos usan la guerra cuando se ofrece,
en medio de ciudades y llanuras.” (“La guerra de los pobres”).
11. “Estoy seguro que soy comunista desde
niño. Nuestras madres le tenían terror a la palabra comunismo. Sin embargo
ellas nos enseñaron su generoso comunismo cuando enfrentaban a la miseria
económica que les tocó vivir y ejercían, con toda naturalidad, la caridad
cristiana de darle de comer a todos los niños que llegaran a su mesa, fueran o
no hijos suyos. Los patios de todas las casas eran colectivos para todos los
niños y todas las mujeres. No había bardas ni alambres que parcelaran la
tierra. Los juguetes eran también propiedad colectiva. Todos éramos pobres
aunque no lo sabíamos. Nuestros padres no nos enseñaron a usar los siguientes
verbos: comprar, ahorrar, invertir, explotar.
“Por origen de clase social nuestros padres
fueron humildes, honrados y solidarios; las mujeres, maternalistas y
laboriosas; los niños andábamos descalzos la mayor parte de las horas, pero
conocimos la libertad y nunca nos faltaba qué comer. La vida era sencilla.
“Cuando en 1989 tiraron el famoso muro de
Berlín la propaganda industrial anunció en todas las pantallas y satélites que
el sueño (comunista) había terminado. Pero no pudieron: aquí estamos.
“Los comunistas regresamos a cada minuto. (Somos
los indios de Chiapas, la solidaridad cotidiana y gestora de Antonio Becerra; regresamos
en los poemas eróticos de Rubén Mejía y en las crónicas anarquistas de Raúl
Sánchez Trillo. En el corazón organizado de las poetas feministas y en la
espiritualidad profunda de Camilo Daniel. En la barba de Octavio Paz y en los
poemas amorosos que leemos de Enrique Servín; en las novelas de Gabriel García
Márquez y en las canciones de Juan Luis Guerra regresamos. En el rocanrol de
John Lennon y en el de Alejandra Guzmán los comunistas siempre regresamos.)
“Nos gusta trabajar para la libertad, para la
felicidad de todos los hombres y de todas las mujeres del mundo. Para cumplir
el alto destino del amor. Para cumplir la profecía que Jesús de Nazareth
anunció para todos los seres humanos: el amor, la libertad, la salvación.” (“Los comunistas regresamos”).
12. “La violencia es lo primero que nos inunda
cuando se acaban las ideas y los argumentos. En la condición humana llevamos el
germen de este demonio desventurado y, en las sociedades que construimos,
nuestra insensata imaginación llena con símbolos de muerte los juguetes de los
niños, las pantallas de nuestras visiones y las notas rojas de rencores
colectivos.
“Lo que en este momento necesitamos es la
información clara, la mente generosa y honesta, el corazón organizado para
analizar estos hechos trágicos. Todos
los mexicanos tendremos que hablar y enderezar nuestros equivocados destinos”. (“La acción de los violentos”. Marzo 1994)
Jesús, con infinita gratitud me sumo a tu
canto:
“Que los poetas antes de morir muertos de
risa canten y cuenten las historias de nuestra vida en común.”
Arq. Ángela Siqueiros Falomir
Chihuahua, Chihuahua a 18 de febrero de 2010
La mirada colectiva se va edificando en el movimiento de la ciudad, sombría o luminosa; al final cada memoria guarda su derrotero.
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