Rosa en la
nube
Por Jesús
Chávez Marín
―¿Y quién es
Rosa?
―Un amor que
tuve.
En el video
aparece una mujer que duerme, él sigilosamente la filma mientras pone en
volumen bajo canciones románticas. En la mirada de la cámara alcanza a sentirse
un ambiente ritual de adoración, como si el ojo rebosara ternura. Aún dormida
la mujer tiene un airecito de tristeza muy serena, muy antigua; es hermosa y
está desnuda, apenas cubierta entre las sábanas muy finas, color de vino tinto.
―¿La
quisiste mucho?
―Como a
otras. Pero ella todavía me duele.
Moviendo el
cursor aparece una serie interminable de estampas. Rosa tomando una copa de vino
tinto. Rosa caminando y sonriéndole al fotógrafo. Rosa vestida con una bata
rosa, transparente. En la mesa de un bar de lujo con una pareja de amigos. Ella
de viaje despidiéndose en el aeropuerto. Fotos, muchas.
―¿Y por qué
guardas tantas fotos de ella, si te dejó para casarse con otro? Yo que tú ya
las hubiera borrado de un teclazo. Te gusta sufrir, Esteban.
―No lo haría
nunca. Son muy hermosas, ella es muy hermosa. Te lo digo en serio cuando te
digo que es la mujer perfecta. Ahora ya estoy bien, al principio de que se fue
caminaba con las pantunflas que dejó, usaba el que había sido su cepillo de
dientes en mi casa, lloraba todas las mañanas como un bebé enfermo.
Luego de
servirse otro Etiqueta Negra, Cid Reyes sigue mirando a Rosa en la pantalla: peinándose
ya lista para irse de su refugio de amor; escribiendo la tarea en el Taller
Literario de su novio, ahora ex; abriendo un regalo de 14 de febrero, unos
aretes de oro; alzándose la blusa para enseñarle las bubis en la intimidad de
la habitación. Rosa escribiéndole un mensaje en el celular que dice: “todo
podría soportarlo menos vivir sin ti”.
―Si te
escribió eso, ¿entonces por qué andaba con otro en El Paso?
―Su plan era
irse del país, quería a como diera lugar arreglar su residencia americana.
Mientras
platican asuntos tan groseros y a la vez tan románticos, las fotos siguen
pasando: Rosa vistiéndose de espaldas, subiendo hacia su vientre un hermoso
calzón dorado, transparente; Rosa entrando al cine en Fashion Mall; Rosa
comprando ropa en Las Cruces. En otro viaje que hicieron juntos: ella en el mar
sonriéndole amorosa en Puerto Vallarta.
―¿Cuánto
tiempo anduvieron?
―Diecinueve meses, toda una vida.
―¿Y tienes
respaldo de todo este mar de fotos?
―No. Pero están en internet. Siempre las pongo
en la nube, por si se me funde la computadora, o me la roban.
Cid Reyes y
su amigo Esteban toman en silencio el último vaso de whisky. Luego el primero
se despide y sale del Estudio, hacia la luz de la noche.
Parece lejano el lugar, allá donde las montañas se miran azules, en que habremos de hallar el agua tranquila que nos refleja.
ResponderEliminar