Por
Jesús Chávez Marín
Domingo
8 abril 1990. Una de nuestras lectoras nos llamó para comentarnos una de las
notas anteriores, donde mencionamos a Nellie Campobello. Nos pide alguna
información.
Le
platicamos que esta escritora aún vive, es quizá la única de todo aquel grupo
de narradores que los esquemas fáciles de la crítica apresurada dominaron para
siempre novela de la revolución. Nellie
nació en Villa Ocampo, Durango, donde ese estado hace frontera con el nuestro.
Algunos historiadores afirman que nació en Villa Matamoros, de acá de este
lado. Lo cierto es que toda su infancia vivió en Parral y, de joven, en la
ciudad de Chihuahua. A los 23 años su familia y ella fueron a radicar a la
ciudad de México. Vamos a transcribir, para servicio de los lectores, esta nota
escrita por el crítico Christopher Domínguez Michael:
El mundo de Nellie Campobello es singular. No
solo por haber sido la única mujer memorable entre los narradores de la guerra
y la paz, sino por la original mirada infantil con que escribe sobre la
revolución. Sus únicas novelas Cartucho y Las manos de mamá, publicadas en
1937, reflejan, desde la inocencia y el humor negro, la violencia y la
devastación en las poblaciones del norte de la república. En una narrativa
poblada de sangre y tragedia, dolor y moraleja, la cálida irresponsabilidad
moral de Nellie Campobello resulta refrescante y excéntrica. La Campobello
simpatiza abiertamente con la revolución y admira a Francisco Villa, lo que no
le impidió regocijarse en la descripción pormenorizada de toda clase de
fusilados, mutilados y heridos, muchos de ellos víctimas inocentes. Con la
coartada perfecta del narrador infantil, la Campobello se libra de dar
explicaciones, enfrentándose a la revolución con el bagaje sentimental del
modernismo que asimiló la clase media porfiriana. Sus cuadros familiares son
tan elementales como rotundos; en medio del desastre se permite bordear con
insólita ternura el culto a la madre, el dolor por la familia distraída y la
curiosidad titánica de la infancia.
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