Foto Raisa Pizarro
Una señora en el casino Río arriba countyPor Arelí Chavira y Jesús Chávez Marín
Al caer la tarde, una mujer llamada Sophie Maldonado pisa la nieve al
encaminarse al casino Río arriba county, donde matará cinco horas la soledad en
las maquinitas. Tiene 72 años, vive sola. El dinero de la pensión alcanza para
jugarse unos dólares cuatro días de la semana.
Al entrar, un pajuelazo de adrenalina estremece su cansado cerebro: la
agitación de la gente que circula entre las máquinas traga monedas con sus
luces y sus burbujas sonoras, conecta a la guapa anciana en una sensación de
pertenencia: yo soy de aquí, soy la jugadora.
Sus tres hijos radican en ciudades lejanas y distintas, casi no la
frecuentan. Tiene también siete nietos, aunque solo conoce a tres de ellos.
Hace un mes pasó la Navidad sola en su enorme casa, cenó un sándwich y se
acostó temprano.
Cuando juega, en cambio, no necesita más compañía en su concentrada
atención: tiene su sistema, a veces ha ganado pequeñas fortunas y el latido del
tiempo está en su corazón, en las luces del aparato, en los tonos planetarios
que se oyen y en las dos copas de coñac que toma mientras apuesta un puñado de
fichas metálicas que parecen monedas de plata.
A veces piensa en sus hijos, en el tiempo cuando fueron niños y
dependían en todo de sus cuidados y su cariño. Se le humedecen un poco los ojos
y entonces, para distraerse, deja la
máquina y da un paseo por los pasillos del laberinto dinámico del casino. Mira
discreta a los señores que le parecen guapos: vaqueros con botas de armadillo
azul y tejana fina. Jóvenes gallardos de pelo muy largo y pantalones de piel de
ternera en cuyo centro se mira el contorno de su virilidad enérgica. Caballeros
vestidos de esmoquin que al pasar dejan un rastro de loción lujosa. Indios con
trenzas que parecen narrados por el escritor Marcial Lafuente Estefanía en
alguna de las cinco mil setecientas novelas de aventuras que escribió.
Media hora más tarde, Sophie regresa a su máquina de juego. ¿Para qué
irse más temprano o más tarde? Ella sabe que la única compañía que la espera
son las voces y figuras de las cinco televisiones de su casa.
Enero en 2003
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