Nuevo libro de Espinosa: fiesta para Desfiladero
Por Jesús Chávez Marín
Alfredo Espinosa es el escritor más laborioso de por estos rumbos. Ya no
es noticia cuando saca un libro nuevo, porque cada rato le publican de por
aquí, de por allá y de acullá. Sin embargo, como él dijo en su discurso, este
jueves 15 de agosto de 1991 fue de fiesta, porque se hizo la presentación de su
nuevo libro de poemas, Desfiladero,
que le coeditaron Climent y el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de
San Luis Potosí en junio de este año.
Eva Lucrecia Herrera, que aquella noche vestía jacarandosa y guapa con
su blusa de vivos colores, fue la maestra de ceremonias en esta celebración
entre de bautismal y de quinceañera, y presentó a Héctor Jaramillo, Enrique
Servín, Mario Lugo y Micaela Solís, los padrinos de este libro recién nacido.
Y empezaron los discursos. Todos fueron breves, cual debe, y muy
cariñosos con Espinosa, quien a pulso se ha ganado un lugar importante en la
literatura chihuahuenses, cualesquiera que sea la así nombrada sensación de
colectividad.
Jaramillo dijo que le está agradecido a Espinosa por el puro hecho de
escribir en un medio tan árido, indiferente y hostil como es el nuestro con sus
poetas y con sus artistas. Así son estas broncas tierras.
Servín celebró que una de las tradiciones regocijantes en la literatura
de por acá sea precisamente este tipo de ceremonias y cocteles donde hay buen vino,
amorosos amigos, interminables y fecundas conversaciones y sobre todo un
ambientazo.
Lugo hizo un discurso donde analizaba el libro de Espinosa, su amigo, y
despertó mucha simpatía entre el auditorio por su valentía y honestidad al
atreverse a comentar tanto los textos que mucho le gustaron pero también los
textos que no tanto.
Micaela Solis, quien, cual diva que es, llegó tarde, leyó una carta de
colegas, de poetisa a poeta, donde suenan las voces y los versos de Solís y de
Espinosa muy bien tejidos.
Y al final Alfredo agradeció muerto de risa los comentarios y el afecto
de todos sus amigos que tanto lo queremos, lo mismo los que estaban en el presídium
tirando tremendos rollos, como los que en las sillas llenamos a reventar la
Quinta Gameros para acompañar en su noche de gala a Espinosa y a su libro Desfiladero allí presentes.
El autor dijo que a su libro le tocó gastar padrinos de lujo y que el
cuarteto de presentadores era de lo mejorcito que se ha visto en la muy
abundante literatura chihuahuense, que goza de buena salud.
Al fin de fiesta hubo cantidades generosas de
vino fresco que nos ofrecieron los amables señores de la quinta Gameros. Y el
tradicional desfile de todos sus cuates de Espinosa a la mesa donde la
maravillosa Elena Herrera repartía los libros y luego al lugar donde Alfredo
Espinosa le firmaba autógrafos de cariño a todo el mundo.Agosto 1991
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