sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Qué va a salir en la tele 1991?

¿Qué va a salir en la tele?

Por Jesús Chávez Marín

Hoy, como desde hace muchísimos años, Roberto Gómez Bolaños pondrá en escena por millonésima vez las mismas puntadas que a él le parecen jocosas. La mejor de todas fue cuando eligió, como su nombre de escritor chistoso, el diminutivo mexicanizado de Shakespeare: Chespirito.
Raúl Velasco, por su parte, hará funcionar su dentadura postiza para sonreír beatíficamente al presentar a la más reciente estrella, algún cantante español que antes, tal vez, le pasó una buena feria por debajo del agua para lograr la cima de salir en Siempre en domingo.
Quizá por la mente de Velasco se cuecen escenas imaginarias de las transas o las millonarias ganancias que deja el mundo del espectáculo: como el caso de Laureano Brizuela que hasta fue a dar a la cárcel porque su representante, Velasco hijo, no pagó impuestos al gobierno mexicano O quizá Raúl utilice esta tarde lágrimas de utilería para emocionarse hasta el llanto con alguna viejecita que asistió al programa o salga el recitando alguna bonita poesía y consejos después de relatar alguna historia triste.
Al día siguiente, en los quince minutos que los anuncios le dejan libre, la muchacha rubia de la telenovela después de veinte años está a punto de conocer a su verdadera madre, quien resultó ser la sirvienta de los vecinos de enfrente donde vive un príncipe azul químicamente puro: millonario, joven, guapo e ignorante. Ellos tres habrán sobrevivido en medio de una serie de asesinatos, intrigas, traiciones urdidas por los malos: la suegra, el suegro, el detective privado contratado por ellos que no se da cuenta de nada hasta el capítulo 187. Más tarde la estúpida arrogancia de Jacobo Zabludovsky seguirá siendo útil para hacer propaganda, disfrazada de información, en favor de las causas más reaccionarias de una sociedad sojuzgada por los poderes gigantes del dinero y la política.
Lo que resulta increíble en esta historia tan aburrida es que con esos desfiguros repetitivos y limitados, la televisión logre capturar durante horas la atención y la mirada de millones de mexicanos. Es vida tan pobre que el señor llega de su trabajo y se tira en el maltratado sillón de la salita comedor frente a la tele y se dispone a ver, junto a su familia, un espectáculo donde los anuncios comerciales son lo más imaginativo que hay, lo mejor producido. Esto los niños pequeños lo saben bien y, como en medio de su casa siempre hay un televisor prendido, se fijan en los comerciales y los aprenden de memoria. Afuera el día completa de nuevo su ciclo  y pasamos ciegos por el mundo.
Sin embargo hay cosas nuevas en la tele: la más evidente su poderío tecnológico cuyo objetivo inmediato es la ganancia, el poder económico y por tanto, político. La presencia de la televisión en la cultura de masas es enorme. Se multiplica con el cable, la antena parabólica, las videocaseteras. Pero su evolución en cuanto a posibilidades de espectáculo e información sigue siendo muy limitada, muy controlada. A ratos parece que en la tele solo vemos un alucinante desfile de enfermos, de idiotas: “doctor” Cándido Pérez y su bella esposa, el anciano chavo del 8 refugiado en un barril en medio del patio, los comediantes censurados y oligofrénicos, Lolita Ayala y todos los locutores de Eco, Angélica Vale diciendo que conoció a unos “niños” loquísimos, la nueva gente con punto de vista light, los programas policiacos de Silvia Pinal y La Hora Marcada, Chabelo anunciando a gritos etiquetas de juguetes dulces y frituras.
Mejor cámbiale de canal. ¿A dónde? En Chihuahua solo se trasmiten dos canales. En el de Imevisión los programas musicales parecen de aficionados a punto de que les toquen la campanita descalificatoria. Las series norteamiericanas o inglesas como Hanney, Alf, Los años maravillosos los repiten veinte veces cada capítulo. Luego están Alejandro Aura y Ricardo Garibay con sus pedantes invitados que se sienten soñados y en las nubes por ser tan cultos que el telespectador no los merece pero que aparecen tan censurados y cautos como en la tele comercial: una información que afecte mínimos intereses y políticos y empresarios jamás saldrá a la luz electrónica de las cámaras de televisión.
Producción local no hay en Chihuahua. Antes hubo el canal 2 cuyo logotipo era un perrito chihuahueño y duró años con modestos programas y sus noticieros de quinta, tratando de firmar algún contrato de publicidad con los miserables empresarios chihuahuenses: no consiguió ni patrocinadores ni auditorio sino en niveles muy escasos.
Luego ese canal fue vendido a Imevisión, con lo cual todo fue empeorando hasta llegar a su total extinción. Todavía hace un año funcionaba a duras penas, con sus cámaras remendadas con masquin, cinta adhesiva, alambres amarrados. En sus estudios de la Colonia Santa Rosa las parees se caían a pedazos, las puertas colgaban chuecas y los techos estaban llenos de goteras, cualquier llovizna era tormentosa y en sus oscuros pasillos o subiendo las podridas escaleras de pino deambulaban algunas personas que intentaban producir programas de televisión sin ningún presupuesto y pidiendo gratis la colaboración de artistas locales. Total que mejor apágale.

Abril 1991

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