sábado, 1 de septiembre de 2018

Almudena Cosgaya

Una novela gótica de siglo 21. Presentación del libro La maldición del séptimo invierno, de Almudena Cosgaya

Por Jesús Chávez Marín

A una buena novela se entra como a una región, a una ciudad, a una casa que jamás habíamos conocido y en el umbral se inicia un viaje hacia un territorio de ficción; el tiempo real del lector se suspende voluntariamente y se inicia el tiempo del relato, el tiempo de la ficción. Y esto cuenta aún para las novelas realistas, no solo para las que navegan en la literatura fantástica.
Almudena Cosgaya, esta escritora extraña y concentrada, esta mujer plena de misticismo y destreza narrativa, nos lleva a un viaje por lugares asombrosos, páramos agrestes donde de la nada aparece un castillo de quince torres que un minuto antes no estaba allí; un bosque más oscuro que la noche a donde todos los aldeanos temen ir; no quieren ni mirarlo de lejos; es igual de atormentado que la noche oscura del alma de donde surgió la idea maravillosa de La divina comedia, de Dante.
Para conseguir el cataclismo de tormentas que es su novela, Almudena Cosgaya, y me gusta decirlo así completo Almudena Cosgaya porque su nombre parece seudónimo de tan buen nombre de escritora que es, ella, acudió a un corpus muy vasto de mitologías y leyendas, códigos y códices, desde los más sagrados hasta los más heréticos: La Biblia, manuales de brujería, Drácula, hombres lobo y un pormayor de zombies a los que jamás se les llama de esa manera en este delicado libro.
También andan por aquí un buen de de autores invitados que en esta novela se pasean no tanto como influencias, aunque también, sino como compañeros de viaje, Edgar Allan Poe, Hoffman, Mary Shelley, Bram Stoker y hasta de un poquito de J. K. Rowling.
Como ex profesor de la autora, soy testigo presencial de que la concepción de esta novela que hoy sale a la luz fue iniciada en su concepto completo y con gran avance en el año 2001, antes de que Holywood pusiera de moda a los neo vampiros de la saga Crepúsculo, cuya primera película fue en el 2008.
Si en lugar de empezar a escribir en Chihuahua y en ciudad Juárez Almudena hubiera empezado a escribir en Los Ángeles o en Nueva Work, hubiera sido la guionista perfecta para ese cine que cobró tanta fuerza en los recientes años.
Así son los misterios de la literatura. Para nuestra buena fortuna ahora tenemos esta novela tan compleja y tan fascinante.
En sus páginas hay secuencias que no se pueden dejar de leer y aún después de que cierra uno el libro se queda pensando qué pasará después, porque a la vuelta de la hoja aparecen sorpresas increíbles luego de que ya pasó todo: la peste que mató a un pueblo completo y luego los muertos andan mordiendo gente en lugar de permitir que le dieran cristiana sepultura, maldiciones y profecías que condenan a quien se les para enfrente a la vida eterna de los malditos; cielos que se tiñen de sangre y sombras que toman no la figura humana sino la figura inhumana, así lo escribe la autora con toda desfachatez y risa irónica, pues son ángeles errantes con espadas de oro.
La novela abre con una hoja donde se mezclan versículos proféticos de la biblia con hechos históricos donde se enuncian todos los tópicos del libro. El inicio es de lo más novelístico: con una carta de Sounya, uno de los personajes más simbólicos. Y luego entra ya propiamente el primer capítulo, donde sale el héroe principal, Adrián Moïse.
Este personaje es toda una síntesis conceptual, una especie de vértice donde se conjugan muchos seres de la tradición literaria, de la mitología y de pasajes religiosos: Fue un niño vagabundo que apareció en una aldea donde había un monasterio, en las novelas fantásticas siempre hay un monaserio Shaolín como escuela de samuráis de un jovencito,  donde nadie sabe su origen y él mismo no recuerda su pasado. Más adelante sabremos que en su alma de guerrero habita un lobo, es un hombre lobo, también es un ángel caído, parte de todos aquellos que fueron expulsados junto con Lucifer de los confines del cielo. Años después, para salvar a su amada tuvo que dejarse contaminar por la sangre insepulta de los vampiros y ya más viejo algunos le llamaban Drácula. Las aventuras que vive son tantas como las arenas malditas de un desierto de donde de pronto se levantan sombras.
Estoy seguro que esta novela tiene ya un público específico, formado con personas de la generación de Almudena. Y que su literatura está muy bien afinada en el ritmo de su época: vertiginosa y un poco escéptica. Cuando leía la novela también se me reflejó como una metáfora de nuestros tiempos de violencia y de grandes monstruos que acechan a la humanidad: a su ecología, a su economía, a su integridad física, a su libertad. Pero esa ya sería otra lectura que también pudiera tener esta novela. La buena literatura nos remite a varias zonas semánticas y simbólicas. Y como lo que escribe Almudena Cosagaya es buena literatura, pues de esta novela cada lector puede tomar lo que guste entre una gama muy amplia de posiblidades.
31 agosto 2018

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