domingo, 30 de agosto de 2020

JChM. El lobo regresa

Foto Jessica Aguirre Porras

El lobo regresa


Por Jesús Chávez Marín


La figura del hombre borracho
proyecta una sombra torpe
sobre los sueños de los hijos.

Él grita.
Sus gritos rasgan la noche
–guitarra ciega–
y el miedo se enrosca
en las gargantas.

Dentro de la casa, alguien respira
sin ritmo
detrás de una puerta interior.

Flotan
fantasmas
de la memoria.

En los vidrios sucios de tu mirada
se refleja mi silueta que baila.
Tus ojos mojaron mi mente
con aguas turbias de alcohol.

Se pudren los resortes de la voz,
el sonido se humedece;
se vuelve cascada de vómito y presagios.
Tu garganta es un pantano.

Inmóvil sobre la cama.
Tus gritos se clavan como alfileres
oxidados
en el lado oscuro del cerebro.

No abro los ojos,
Una mariposa aletea frente a la cara
y el mareo
–molino confuso–
me estruja el estómago.

En el espejo del baño
veo mi sonrisa idiota o triste.
Quiero componer esa imagen
pero el gesto vuelve,
está impreso en la gelatina de mis huellas.

Noche del domingo.
Las canciones de los ebrios
quedan colgadas como harapos
en los gatuños
y en los alambres de la luz.

Ya son las cuatro de la mañana.
Las botellas bailan vacías
entre la basura de la calle.

Alguien implora un cigarro.
Alguien se arrastra frente al drenaje.
Alguien duerme sobre el pavimento.

Alguien regresa
lleno de sombras
a su vivienda.

Enero 1987

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