lunes, 12 de noviembre de 2012

ramón farías rascón


Concierto para enamorados

Por Jesús Chávez Marín

El año pasado, a partir del 11 de septiembre, los temas de la guerra y el terrorismo se volvieron parte del ambiente cotidiano en conversaciones, noticieros, revistas. La violencia dejó su marca al inicio del siglo como un azote milenario, la señal de un destino trágico de los seres humanos; como si la semilla de la destrucción estuviera en la sangre y en el alma de los hombres. Y a pesar de todo, la vida sigue. Todos los días, la mayoría de nosotros sigue realizando su trabajo con la voluntad y la confianza de que hay otros horizontes cuya esencia son la dignidad, la educación, la justicia y la libertad.
En este 14 de febrero, al que el calendario social ha designado como día del amor y la amistad, conviene pensar un poco acerca de los valores que implican esas dos palabras, que recordemos la alegría sencilla y natural con que se ilumina y se refresca nuestra vida cuando logramos la convivencia sana y la comunicación con nuestros padres, los hermanos, los hijos, los amigos, los compañeros de trabajo y de la escuela.
La amistad genera una energía colectiva con la que nos sentimos seguros y felices; durante las actividades cotidianas pensamos en las palabras que nos dijeron nuestros amigos, las historias que nos platicaron; nos sentimos contentos porque nos preguntaron por nuestros problemas, nos dieron consejos bien pensados, nos refugiaron con su afecto cuando nos vieron afligidos. La amistad es entonces una casa que nos conforta, una calle por donde transitamos con tranquilidad, un parque donde paseamos acompañados de gente que nos mira con buenos ojos.
Quienes hemos vivido el gozo de la amistad jamás podremos creer que la violencia y la guerra sean sustanciales a la carne y al corazón de los seres humanos. Al contrario, tenemos fe en que la humanidad será capaz de desterrarlas para siempre, que llegará el tiempo de la armonía plena, fundada en la magnífica labor colectiva de la educación, la música, la ciencia, las artes y la construcción de grandes obras urbanas y campesinas, que todos hemos de cumplir.
También otro de los grandes ideales de la humanidad es el amor, ese sentimiento que le da sentido de trascendencia a nuestros esfuerzos; en el nombre del amor se han formado los mejores conceptos, se han escrito infinitas páginas y todos hemos conocido lo valioso de nosotros mismos. Por el amor de los hijos estamos dispuestas a todos los esfuerzos y sacrificios; por el amor a nuestros padres le encontramos una razón a cada etapa de nuestro desarrollo; por el amor a nuestra pareja nos afianzamos en la existencia.
Con ese tipo de ideas y de intenciones se ofreció la función del segundo Concierto para enamorados, organizado por el Comité de Damas Voluntarias de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Este año se preparó un programa en el que participa el Coro de este Comité, integrado por talentosas cantantes y tres magníficas solistas, acompañadas por los maestros y maestras que forman la magnífica Orquesta Sinfónica de la Universidad, que dirige el maestro Ramón Farías Rascón. El trabajo artístico de la Orquesta es uno de los lujos de este día, al igual que lo fue el año pasado para esta misma fecha.
La taquilla de este concierto será para beneficio de los niños tarahumaras de la región de Guadalupe y Calvo. Esta es una de las actividades de ayuda social que realiza el Comité de Damas Voluntarias de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Febrero de 2002

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