Foto Jessica Aguirre Porras
Olor de jarillas en nuestro cuerpo
Por Jesús Chávez Marín
Año noventa y dos, en el Parque Lerdo,
caminábamos juntos mi amiga y yo.
Olíamos a jarillas. Y a Chanel.
A Etiqueta Negra. Y a Marlboro.
Ella me dijo:
—Ya deja de perder
tu bronca energía. Ponte a escribir—.
No quise hacerle caso aquella vez,
mejor nos fuimos a un hotel.
No había cuartos. Le llegamos a tres.
No conseguimos
dónde reposar.
Y aunque la calentura anduvo a la par,
la infra-
estruc-
tura
anduvo fatal.
Tuve que llevarla a su cantón.
Sus ojos me miraban levemente.
Yo me aguanté, como los meros machos.
No lloré. Ni me fui de borracho.
Al día siguiente la volví a ver.
Me dijo:
—Eres cobarde con el papel.
Ni escribes ni nada. Eres un güey.
Y siempre dejas todo
para después.
Venía enojada. Encabronada
por los veintiocho días de su lunada.
Sin embargo pienso que tenía razón.
Me puse a redactar. Y por eso aquí estoy.
Junio 1996
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