Chávez
Marín, Jesús: Te amo Alejandra. Editorial Doble Hélice, México, 2010 (Primera
edición: UACH, 1995).
Rabindranath Tagore
Por Jesús Chávez Marín
El desierto arde todo
por amor de una hierbecita.
Ella le dice que no, con la cabeza,
y se va, leyendo a Tagore.
Él también leía versos del poeta hindú
y pensaba en el acto cruel, la
despedida.
Luego escribió su propio adiós.
No voy a invitarte a mi casa,
amada,
no vendrás.
Estoy hecho de silencios y recuerdos
ásperos
que me hieren.
No vendrás.
Jamás te busqué,
llegaste sola. No te quería,
viniste a mi lado, tocaste mi brazo
miraste mis manos con tus ojos de
asombro
sonreías, quisiste que te besara
y acariciara tu pecho.
Soy el fuego de la carne,
lumbre y fábulas,
árbol de historias.
Soy reseco.
Áspero. Tormentoso.
En la soledad estoy seguro,
un señor en su casa.
Soy el dueño, el único,
y también soy mi esclavo.
Vivo muchos tiempos
en mi fortaleza de silencio,
muros de piel de luna.
No voy a invitarte a mi silencio.
No vendrás.
Mi reina de un minuto
mi amor de bengala.
Oasis.
No voy a morirme en tus ojos
ni a caer en la trampa de tus finas
manos.
Adiós.
No vendrás. No te amaré.
Adiós.
No te perturbe mi calma
no quieras otra vez
que sea yo tu refugio.
En la memoria de mi pecho vive tu
silueta,
mis dedos no olvidarán el arco iris de
tu cuerpo.
Quiero ser un sordomudo lleno de
sombras
para no enamorarme de ti.
Diciembre 1979
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