jueves, 22 de octubre de 2020

JChM. Una mujer frente a mis ojos


Una mujer frente a mis ojos

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Gabriela Ruiz en la ciudad

de Santiago Papasquiaro

paseaba con sus amigas por la plaza,

frente a mis ojos llenos

de fantasía.

 

Traía un vestido blanco y el pelo suelto,

su perfume llenaba este lugar de 

placeres.

La gracia de sus brazos era el ritmo del 

mundo.

 

La vi desde el balcón de una casa

donde vendían zapatos de mujer.

Mis ojos quedaron cautivos.

Es tan rápido el amor

como las estrellas fugaces de la buena 

suerte.

 

Era abril, ella esperaba

a su padre que llegaría por ella.

Gabriela sale a las 8 del trabajo,

en una ferretería.

 

La mirada y la sonrisa me saludaron.

Bajé del balcón para verla de cerca,

miré sus manos,

hablé con ella durante un minuto.

 

Afuera de mi mente el tiempo sigue.

La curva mítica del reloj me señala.

Hubiera suspendido muchas horas

para llegar a la tierra donde ella vive.

 

Pero Gabriela ya se alejaba en una 

pick-up color café.

Y esta noche en su habitación,

distraídamente frente al espejo,

mientras cepilla su pelo

y lava su cara

para dormir

 

temprano como una princesa

tal vez piense un poquito en aquel 

hombre

a quien le regaló sin querer la maravilla

de su sonrisa

 

cuando jugaba en el jardín del centro,

en una ciudad encantadora.

 

Quizá se imagine extrañamente

que yo le escribo esta carta

para despedirla y para amarla

 

con la tinta y las hojas

de un libro ajeno.

 

Junio 1993

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