miércoles, 15 de febrero de 2012

el "doctor" simi


A Simi el boticario le gusta la insolación

por Jesús Chávez Marín

En los meses recientes, todos los domingos a mediodía, unos fulanos de farmacias similares se ocupan en repartir despensas y cachuchas de cartón frente a la catedral metropolitana.
 
Muy tempranito empezó a llegar gente de la colonia Villa, de la Rosario, la 2 de Junio y la Chihuahua 2000, y de rumbos aún más lejanos. Conforme llegaban se iban formando en una fila enorme que llenaba de regocijo a los empleados y guardianes de las empresas, a las órdenes de un ejecutivo junior que se sentía cacique del centro con su permiso municipal en la bolsa de la camisa de marca donde decía: se autoriza a este muchacho para poner altavoces en la plaza de Armas de la ciudad de Chihuahua, ubicada en las calles Independencia y Libertad.
 
Todo era fiesta y algarabía con las marchas militares del boticario Simi González Torres, con él mismo en persona o la botarga que lo trasviste baile y baile tan ancho de gordo.
 
Pero a las doce del día el sol ya calaba en la piel, ardía en la cara de los ciudadanos allí reunidos.
 
Fue entonces que un señor que andaba por ahí les sugirió a los boticarios que mientras se decidían por fin a repartir las despensas que tanto habían presumido con exceso de decibeles y música ramplona, les dieran a los de la fila en espera un numerito del uno al tres mil, así las personas podrían refugiarse a la sombra de los bellos árboles de la plaza.
 
Pero el joven dirigente de farmacias similares dijo que eso nomás no se podía. Le preguntaron por qué y se negó terminantemente a contestar.
 
A pesar del sol abrasador, la mayoría de la gente siguió formada, estoica y serena, mientras las bocinas seguían sonando con el rollo político de la anticorrupción similar.

Septiembre 2005

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