Seda para los nervios
por Jesús Chávez Marín
No es la soledad el natural destino de hombres y mujeres del siglo XXI, por más que el aislamiento voluntario o forzoso nos alce murallas. El siglo pasado alguna violencia y los secretos de clóset y alcoba nos hicieron creer a pie juntillas que en el inconsciente se teje el destino, que las reflexiones lúcidas y morbosas de Freud eran código de nuestra identidad: el “yo”, el “ello” y el “superyo” reunidos en la esencia.
Luis Nava Moreno, profesor de literatura, dijo en sus lecciones que tres señores fueron los pilares del pensamiento del siglo xx: Marx en la economía, Einstein en la aritmética y la física, y Freud en la conducta humana. A mediados de los años cincuentas llegaron los conductistas aleccionados por el perro de Pavlov y contratados de inmediato por las corporaciones industriales para amaestrar líneas de producción y seleccionar personal más eficiente, al menos tormentoso: ingeniería de los recursos humanos, custodia alerta contra viciosos y “conflictivos”.
Posfreudianos y conductistas han seguido caminos paralelos en técnicas de selección laboral, el lindero de lo policiaco y lo industrial.
A pesar de esto, el pensamiento y la ciencia terminan por trascender: los impresionantes avances de la bioquímica del cerebro y del sistema nervioso han venido salvando vidas y redimiendo destinos rotos de pacientes siquíatricos a quienes antes freudianos y conductistas consideraron irremediables. Una amiga nuestra que es sicóloga dijo: “los avances más impresionantes de la farmacia y la medicina a finales del siglo XX fueron en el campo de la siquiatría, los medicamentos que remedian y controlan psicosis que antes se consideraban irreversibles: la maníaco depresiva a la que ahora se le llama trastorno bipolar; la esquizofrenia o personalidad múltiple y maltrecha, y la ansiedad con su cauda de insomnios”.
Si es así, benditos sean esos sabios médicos y químicos que por su ciencia han venido a enderezar destinos condenados a la desesperanza.
Septiembre de 2005
Muchas veces, la medicación es indispensable; muchas veces, la medicación es la diferencia entre poder y no poder vivir. Pero poca duda cabe de que el modelo médico es mucho más represivo -en el lindero de lo policiaco e industrial- que otros modelos. En la medida en que la psicología ha seguido los pasos de la ciencia positiva, ha tenido los defectos de la medicina. Evidentemente, la psicología no tiene todas las respuestas, ni todas las soluciones; tampoco las tiene la medicina. Pero hay una psicología no conductista, que es libertaria; hay psicología fuera del paradigma psicoanalítico, que es esperanzadora. Hay tela de donde cortar...
ResponderEliminarTiene usted razón, Silvia, en que la reflexión psicológica es a la larga una solución más bondadosa y racional que la curación química. Sin embargo pienso que lo mejor es una mezcla muy bien estructurada de esos dos tipos de terapia, con las dosis exactas para cada paciente y con las horas que sean necesarias en la reflexión y en el diálogo con psicólogas como usted, que además es tan buena filósofa.
ResponderEliminar