jueves, 16 de febrero de 2012

solar



¿Y dónde está el diseño?

Por Jesús Chávez Marín

Apareció recientemente el número 50 de la revista Solar que publica el Instituto Chihuahuense de la Cultura cada trimestre, con el anuncio de que en este número inicia una nueva época: la vieja ilusión de que “conmigo empieza el mundo”.

En la portada pretenciosa y agresiva aparece la palabra Solar con tipografía mayúscula de cuarenta y dos milímetros en tinta negra, y un logotipo gigante del Festival internacional Chihuahua encuentro en la cultura.

La selección de los textos es buena: sin duda el mejor texto es la crónica de José Luis Domínguez en la que hace un retrato monumental del poeta Rafael Ávila Lozoya, leyenda urbana cuya muerte prematura a sus 34 años dejó triste a mucha gente, él que fue todo sonrisas en todas las gamas del buen humor: desde la sátira ácida hasta la sonrisa dulce y solidaria.

Otro texto lindo fue el fragmento de un libro de poemas de la regiomontana Minerva Margarita Villarreal, expresión elegante y novedosa de las viejas historias de ginecología y obstetricia que tanto ha fascinado a las escritoras chihuahuenses durante los treinta años más recientes.

También sale un texto del político uruachiteco Víctor Hugo Rascón Banda con las almibaradas palabras de seducción que él suele dedicarle siempre a los funcionarios en el candelero.

Pero no todo es perfecto: aparece también una crónica oficial y cortesana de Alfredo Uranga: un racimo de lugares comunes y alabanzas del ya tan famoso festival.

Lo que si esta infumable es el diseño ranchero e ingenuo, el falso lujo del papel couché, la mezcla infame de tipografías, la columna típica del periodismo industrial y los colores de un arco iris de lo más reborujado.

Aún así, no habremos de cometer la injusticia de creer que todo tiempo pasado fue mejor, los lectores daremos oportunidad al nuevo equipo de editores para que poco a poco vayan agarrando la onda de la buena producción.

Octubre 2005

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