sábado, 26 de octubre de 2024

Instantáneas

 

Dibujo: Beatriz Bejarano

Instantáneas

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

 

A la mitad de su vida, un hombre se vio de pronto habitando en un cuarto yermo y pequeño, jadeando solo como perro de arrabal a las últimas evocaciones que logró sacar de casa. Tenía la leve conciencia de que se merecía el cuarto, la soledad y el jadeo, pues había sido infiel y sospechoso en los años finales de su matrimonio en ruinas. Pero también estaba seguro de que cuando un amor se quiebra, son dos culpables. Ambos, displicentes o furiosos, se ocuparon de esa demolición. Grabada a fuego tenía la escena: “Como puedes ver ―mascullaba entre dientes reprimiendo la rabia―, tienes que irte hoy mismo de aquí, Esteban.” Eso dijo Natalia cuando el mediodía había marcado su hora. Sobre la cama había un montón de papeles y fotos rotas, desplegados los fragmentos a lo ancho y a lo largo, como jirones de una colcha de retazos. Del archivero del estudio que Natalia y Esteban compartían, al cual ella nunca se había asomado antes porque era educada y discreta, un indicio súbito e inequívoco la impulsó a revisar con lupa los papeles, y todos le fueron pareciendo tan susceptibles de culpa que al terminar respiraba con dificultad y sin la menor duda.

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