lunes, 28 de octubre de 2013

josé maría almón

Luz de imprenta: sexta feria del libro

Por Jesús Chávez Marín

El martes 11 de octubre de 2005 se inauguró en Chihuahua la sexta feria del libro y anoté aquí algunas reflexiones en torno a la presencia del libro en nuestra civilización y también en torno al oficio de hacer libros, vocación natural de toda universidad.

En el desarrollo del conocimiento los libros han sido piedra angular de las civilizaciones y el registro más trascendente y confiable de la sabiduría humana. En la Edad Media, cuando se iniciaron las primeras universidades occidentales como extensión de los conventos y monasterios, era muy respetado el oficio de los copistas, aquellos amanuenses que producían en forma manuscrita los códices y volúmenes con los textos de las culturas antiguas y los primeros libros, también manuscritos, del naciente idioma español. En aquellos tiempos los libros eran solo para iniciados.

El maestro Antonio Pompa en un librito suyo ágil y bien informado: La imprenta tipográfica en México (1988), describe en forma certera los orígenes de la escritura pública en el mundo:

“En el principio era el verbo, mas el verbo solo quedaba en el relato, en la tradición, en la memoria. Después en la voz de los juglares, de los relatores, quienes trasmitían a las generaciones que les sucedían el motivo de su relato. En la antigüedad remota, el verbo era representado en símbolo rupestre, en glifo esculpido. Más tarde el papiro, en papel de maguey, sobre piel de animal, sobre lienzo”.

A partir del siglo 15, luego de que Juan Gutenberg (1400-1468) inventó la imprenta, los libros pasaron a formar parte de los objetos más presentes y apreciados en los castillos, en las escuelas, en las universidades y en todos los recintos, como joyas valiosas y venerables.

Hoy los libros son accesibles a casi todos los hombres y mujeres que quieran frecuentarlos. En la producción de esta magnífica herencia cultural las universidades han sido un cauce fundamental en sus bibliotecas, en sus espacios y programas de investigación científica y de producción literaria y también han sido grandes casas editoras al servicio de sus sociedades.

El mismo autor que cité al principio, nos da la nota de los inicios de la imprenta en Chihuahua, este mar antiguo donde navegamos todos los días:

“La imprenta llegó a Chihuahua en 1825 y fue su primer operario don José María Almón, originario de esta ciudad, quien había tenido a su cargo la imprenta sonorense de Arizpe”. 

“Es de advertir que el primer taller de imprenta establecido en la capital de Chihuahua estuvo muy ligado a los que existieron en territorio del antiguo estado de Occidente, y consta que para el año 1828 ya existía bien instalada la imprenta del gobierno del estado, a cargo de Sabino Cano, por algunos impresos que lo justifican, como la alocución pronunciada por el ministro fiscal del supremo tribunal de justicia José Fernando Ramírez en mayo del año referido. De esa fecha en adelante parte el progreso de la tipografía chihuahuense”.

La muestra que los libreros y los editores chihuahuenses, así como también los que nos visitan de toda la república mexicana en esta Feria del Libro son señales de que desde entonces y hasta los inicios de este siglo, el libro ha sido uno de los pilares de nuestra educación y de nuestro recreo espiritual.

Octubre 2005

lunes, 21 de octubre de 2013

martha estela torres



Un libro olvidado entre las horas


Por Martha Estela Torres


Vive con intensidad el fugaz instante de la vida.
Omar Kahayam


Llegó un día y se sentó frente a mí
para leer poemas de otros siglos
en un libro que poseía la laxitud de las gladiolas
y el color ocre de la antigüedad.
Leyó las sombras tristes
y los versos de Rabindranath Tagore
activando las partituras insólitas del tiempo.
Sus ojos recorrían las letras,
las imágenes perdidas
en el laberinto de las horas secas.
Buscaba con avidez
la esencia de cada palabra,
levantando el oleaje y la marea
con voz eléctrica y dorada.
Y volvió a leer los mismos versos
buscando más allá de los recuerdos,
deseando que los poemas
recuperarán el prodigio de su amor perdido.
Buscaba las orlas del sol,
 las quebradas abismales de la noche
y los secretos sublimes de la poesía
en el instante fugaz de su existencia.

Para  Jesús Chávez Marín, amigo y colega

Junio 2011

lunes, 14 de octubre de 2013

no hay investigación ni justicia



[Texto publicado en El Heraldo, jueves 13 diciembre 2012, página 9 A]

Martes 11 diciembre 2012
Dr. Javier Contreras Orozco
Director de El Heraldo de Chihuahua

Señor director:
Para comentar con usted y sus lectores unas reflexiones en torno a una reciente tragedia familiar.

En mi reflexión ética nunca estuve de acuerdo en la pena de muerte, aunque me gustaría que fuera la condena certera para los dos jóvenes asesinos que entre dos y por la espalda mataron a mi hermano Pedro Chávez Marín mientras les brindaba su servicio de taxista, el lunes 16 de julio 2012.
         La reforma de ley que el señor gobernador de Chihuahua César Duarte Jáquez propuso al congreso del estado, para que fuera enviada como proyecto a la federación, de que se establezca la pena de muerte contra secuestradores y sicarios, pudiera parecer a algunos como viable, a pesar de que los acuerdos internacionales a los que México se suscribe tienen borrado del mapa esa condena, por lo demás salvaje y fuera de siglo.
         De pronto y sin pensarla mucho, una multitud de agraviados por tantos crímenes en las calles y en la serranía, estaríamos de acuerdo. Hoy mismo que le escribo esta tarde, amaneció muerto otro taxista; ayer una masacre del once muertos en la sierra. Pero este asunto tan delicado y tan insondable como la muerte, tiene sus bemoles.
         Las redes sociales, a veces tan insensatas y frívolas, y en otras con voces razonables, abundaron en opiniones a los cuatro vientos. Hubo quienes sin mayor tormento aplauden la iniciativa. Señoras y señores cercanas a las ideologías religiosas; figurines de la izquierda siempre hipócritas, y funcionarios en oficinas de derechos humanos, se oponen como por reflejo obligatorio.
         También es exacto que las condenas, por muy altas que fueran, no detienen el oscuro sino de algunos destinos criminales.
         Pero la justicia necesita cumplirse. Claro que primero debería instalarse la eficiencia que no existe ahora en la procuraduría general del estado, que del crimen que eliminó a mi hermano no saben ni maldita la cosa, luego de cinco meses de investigaciones torpes y quizá hasta corruptas.
         Agradezco a usted su atención.
        
         Jesús Chávez Marín
         Diciembre 2012

lunes, 7 de octubre de 2013

pedro chávez marín



Mi hermano
[textos de Jesús Chávez Marín]


El 16 de julio, en la ciudad de Chihuahua, dos pasajeros mataron a mi hermano Pedro Chávez Marín mientras realizaba su trabajo de taxista.

Lo mataron por nada, por robarle su carro de taxi, por el supuesto frenesí de matar. Han matado a otros 4 taxistas en lo que va del año.

Lo mataron por nada, por robarle su carro, por el supuesto frenesí de matar. En esta ciudad han matado a otros 4 taxistas en este año 2012.

Mi hermano Pedro fue un hombre solidario; nunca permaneció indiferente a los problemas y al dolor de los otros, y se ocupaba en resolverlos.

Murió Pedro, mi hermano (nueve años) menor; su alegría, su corazón generoso, sus relatos llenos de gracia se fueron de este lugar sombrío.

En la misa Liliana, hija de Pedro, le pidió al padre Agustín Becerra que leyera unas palabras que ella escribió: lluvia fresca de consuelo.

Mi hermano Pedro tiene cuatro hijos: Maribel, Liliana, Lorena y David; solo en ellos puedo ver ahora el reflejo de su mirada alegre y bella.

[Aforismo dedicado a mi hermano Pedro Chávez Marín]. Sobre la tumba de un músico estaba escrito su epitafio: sus manos fueron lluvia en una tierra exuberante y fecunda.

Había una vez un hombre cuya vida fue jardín exuberante y libre. Me acuerdo que su sonrisa era arco iris de regocijo en la lluvia. Que de sus manos y su amor brotaban árboles, madroños, selva, piedras preciosas. Ríos. Recuerdo también con todo el cariño de mi corazón que le nacieron tres hijas consentidas y hermosas, un joven vigoroso y noble que fue su discípulo y su compañero de trabajo en un varias empresas suyas: un estacionamiento, un bar amable y amistoso, una pizzería y en otras andanzas en las que el padre y el hijo afanaron hombro con hombro: Carmen Liliana, Jessica Maribel, Lorena Isela y Pedro David. Él fue mi hermano menor [diez años], el señor Pedro Chávez Marín.

Julio 2012