martes, 31 de mayo de 2011

lucero olimpia salcido


La voluntad de construir
Presentación del libro La vida al cristal, de Lucero Olimpia Salcido

Por Jesús Chávez Marín

Cada uno de nosotros tiene en la memoria un número que parece infinito de historias guardadas en la memoria, pero solo unos cuantos se toman el trabajo, siempre arduo, de contar por escrito algunas de ellas. Lucero Olimpia Salcido es una de esas personas: en su libro La vida al cristal reunió en forma cronológica la vida que pasa, un racimo de relatos de su propia existencia, ordenados en forma cronológica. El resultado es esta encantadora novela, donde ella es autora y protagonista.

Contada en primera persona, la historia inicia con el nacimiento del personaje, en medio de una familia humilde y numerosa. Desde el inicio, el lector disfruta el encanto de una decantada sencillez, una prosa que fluye con la naturalidad y la frescura del agua de un río, donde personajes se van dibujando con trazos efectivos y se cuentan a veces escenas de crueldad terrible con el estoicismo y la serenidad de un estilo que resulta fascinante de tan duro y claro, sin melodrama ni reflexiones moralistas ni quejumbrosas que estorben el relato.

En esta novela hay crueldad y dolor. Es la historia de una mujer que desde niña observó con atención un mundo hostil en el que desde edad temprana se vio obligada a actuar con fuerza y voluntad inquebrantable. Trabajó desde la edad de siete años y desde muy chica vivió fuera de la casa de sus padres, incluso en una ciudad distinta, porque tenía la meta de estudiar para maestra, y para eso debía terminar antes la primaria y la secundaria; su madre se oponía a que siguiera estudiando.

También desde pequeña fue víctima y testigo de la violencia. Con furia, un día la madre la golpeó con una soga de lechuguilla mojada, como castigo porque las vacas que cuidaba junto con su hermano pequeño se perdieron en el monte. Ella tenía solo siete años, y ante una actitud natural de rebeldía de la niña, la mujer la condenó a abandonar la escuela. Ella huye de su casa y se instala como pequeña sirvienta en una casa ajena. Pero sigue en la escuela.

Una de las escenas dolorosas que se relatan, casi a las primeras páginas, es cuando la madre sorprende a un ladrón, que además era su hermano, robando dinero de su casa. La mujer lo atrapa y le pide que devuelva el dinero, y entonces sucede esa escena, contada con esa claridad pasmosa propia del estilo de este libro:

Una noche, mi mamá descubrió al ladrón y lo alcanzó en el patio, lo persuadía para que se arrepintiera y le devolviera el dinero de la cosecha. Mientras discutían, salió mi papá, con la carabina en la mano.

Él preguntó: ¿Qué está pasando aquí? El ladrón le contestó: “Es esta, que se está viendo con su querido”. Mi papá enfrentó a mi mamá golpeándola en la frente con la culata de la carabina. Por el golpe recibido no podía hablar para decirle quién era el ladrón que se estaba llevando el dinero de la cosecha, dejando a mi papá con la duda y el celo para siempre.

Hasta aquí la cita. El hombre creyó de inmediato la calumnia, la mentira que usó como coartada el ladrón, y antes de preguntarle a su mujer, la ataca con brutalidad: un culatazo del arma en la frente.

Esta estremecedora crueldad habrá de repetirse a lo largo de las páginas siguientes. A pesar de su natural inteligencia y de la gracia de su laboriosidad voluntariosa, la protagonista no tiene suerte en el matrimonio. Se casó a la edad de 15 años con un hombre que no fue solidario con ella y que aún después de divorciada le roba la casa que ella había construido, para vivir en ella con su nueva mujer. Su segundo marido le resultó aún más perjudicial: la golpeaba, le robaba dinero, la hacía víctima de fraudes y no le ayudaba en la crianza de los hijos.

A pesar de tantos obstáculos y de unas cuantas crisis depresivas, la valerosa mujer se las arregla para educar a sus hijos, mantenerlos, construir sus casas, instalarse en varias ciudades buscando la vida y hasta de alcanzar su sueño de ser maestra y fundar dos jardines de niños. Ella misma con sus manos realizaba las edificaciones, sentando ladrillos, batiendo la mezcla, instalando la cimbra y tendiendo el colado de los techos, con la ayuda de sus pequeños hijos.

Ante los ojos asombrados de los lectores se va desarrollando el relato de la vida de una mujer ejemplar, de recia voluntad, y sabemos de su vida, tan similar a la de muchas mujeres mexicanas que luchan por sus hijos y por sus ideales todos los días, y cuya tiempo cotidiano es un heroísmo cristalizado en la obra magnífica de procurar el sustento y la educación de los hijos. En el caso de la protagonista de esta novela, ella además consigue una educación magnífica y con su generosidad cotidiana trabaja ocho años gratis en la edificación de una escuela de niños.

Pero como dije al principio, lo asombroso de esta novela no es el racimo de relatos, muchos de ellos de dolor extremo y cotidiano espanto, sino la forma de contarlos, con sencillez, con naturalidad y hasta con cierto candor, que hacen un estilo muy original y elegante.

Al final nos queda una sensación de serenidad, pues a pesar de la dureza de esta vida, se ven los frutos de una lucha admirable: escuelas, hijos, hombres y mujeres de bien que tuvieron una existencia digna al amparo de una mujer valiente y fuerte. Y también muy inteligente.

Les recomiendo a ustedes la lectura de este libro. En sus páginas hallarán una historia bien contada y la lección vital de una existencia plena.

Salcido, Lucero Olimpia: La vida al cristal. Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2010.


Octubre 2010.

lunes, 30 de mayo de 2011

enero 94

Autora de la foto Tania Anchondo

La guerra de los pobres

Por Jesús Chávez Marín

La cosa se le puso del carajo al gobierno mexicano en Chiapas: el Ejército zapatista de liberación nacional (EZLN) le declaró la guerra, ni más ni menos, en un manifiesto donde llama dictador al presidente Salinas con estas palabras: “Conforme a esta declaración de guerra, pedimos a los otros poderes de la nación se aboquen a restaurar la legalidad y la estabilidad de la nación deponiendo al dictador”.

En los noticieros de diciembre los locutores de la televisión habían festejado sonrientes que faltaban pocos minutos para que entrara en vigor el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, que según ellos habría de ser casi el paraíso. Optimistas a huevo, enumeraban el montón de mercancías con las que entraríamos por la puerta grande a la modernidad y al primer mundo (en el inventario estábamos todos incluidos en calidad de mano de obra barata). En su mundo feliz no existían lacandones ni desempleados, niños tarahumaras muriendo de frío, ni desnutridos o ignorantes.

Pocas horas después. la televisión habría de trasmitir imágenes de guerra en territorio nacional.

Todo empezó a las 0:30 horas del día primero del año 1994. Un grupo de hombres y mujeres, integrantes del autodenominado EZLN tomaron por medio de las armas cuatro ciudades de Chiapas: San Cristóbal de las Casas, Las Margaritas, Altamirano y Ocosingo. La acción fue simultanea y sorpresiva en los cuatro lugares y realizada con disciplina y habilidad táctica. En Ocosingo la batalla por el palacio municipal, defendido por la policía, duró hasta las cuatro de la tarde.

Durante la madrugada los sublevados tomaron las presidencias municipales de las otras tres ciudades y destruyeron algunos edificios del poder. Luego pegaron en las paredes de las calles un documento, una declaración de guerra contra el ejército federal mexicano. En el texto se sujetan a las leyes de la Convención de Ginebra como fuerzas beligerantes y manifiestan que se atienen al artículo 39 de la Constitución mexicana.

“Somos producto de 500 años de luchas”, dice el documento, “hombres pobres como nosotros, a los que se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que estemos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importarles que no tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación; sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y nuestros hijos”.

La tarde del sábado 1 de enero, el comandante Marcos salió al balcón de la presidencia municipal de San Cristóbal para entablar un diálogo público ante unas 400 personas que llenaban media plaza. Apareció vestido con el uniforme rojo y negro del EZLN y cubierto su rostro con un pasamontañas. De viva voz respondió las preguntas que se le hicieron. Dijo que decidieron levantarse en armas como respuesta a la entrada en vigor del tratado de libre comercio (TLC), ya que “este representa un acto un acta de defunción para las etnias indígenas de México, que son prescindibles para el gobierno de Carlos Salinas de Gortari”.

En la mañana del domingo empezó a avanzar el ejército federal y ya hubo enfrentamientos en las carreteras. Desde el sábado, helicópteros y aviones habían sobrevolado la zona del conflicto con simulacros de ataque. Las imágenes de la televisión y las fotos de los periódicos mostraron la presencia inquietante de los guerreros del EZLN al momento de ocupar las alcaldías. Una gran mayoría de ellos eran indios lacandones y tzotziles con el rostro cubierto y portando uniforme militar negro y rojo. Después vimos soldados federales corriendo en las carreteras con armas muy aparatosas, disparando. Heridos desangrándose en las calles, tanques que avanzan. Al día siguiente, helicópteros y aviones bombardeaban a ciegas.

La televisión presentó fragmentos de entrevistas: indios chiapanecos que apenas hablan español declaran que se lanzaron a la guerra “para no morir de hambre”. Jóvenes mujeres, guerreras, de voces frescas hablan ante las cámaras, traen su cara cubierta con pañoletas ferrocarrileras.

Cuerpos del ejército federal avanzan hacia Chiapas desde varios estados de la república con un despliegue impresionante de fuerza, erizados de equipo militar. Para el martes hay en la región diez mil soldados y cien vehículos de guerra.

Ese martes 4 de enero, el ejército mexicano lanzó un amplio ataque y, al final del día, el gobierno anunció que se recuperaron en su totalidad los municipios tomados. Sin embargo los enfrentamientos armados siguieron en zonas ubicadas en los alrededores de las cabeceras municipales y en las carreras aledañas.

Para entonces la cifra oficial de muertos por ambos bandos suma 93. Fuentes eclesiásticas de la diócesis de Chiapas dicen que la cifra real llega a 400.

Los rebeldes se replegaron a la sierra y a la selva lacandona. El ejército bombardeó al sur de San Cristóbal, región densamente poblada de civiles. Sonaron detonaciones de grueso calibre y el tableteo de las ametralladoras modernas con las que los soldados atacaban a un ejército popular pertrechado con armamento endeble: palos, machetes, rifles de utilería, pistolas antiguas y unos cuantos AK-47 con los que, sin embargo, habían sostenido ya cuatro días de batallas regulares.

La confusión de la guerra: las imágenes de la sangre se mezclan con la perorata de los locutores y con las voces razonables que desaprueban la opción violenta. Se insiste –y con razón– que ese no es el mejor camino para resolver problemas. Sobre todo porque el costo de vidas sería altísimo. La guerra moderna es fría, oscura y extremadamente sangrienta; la tecnología pertenece a los poderosos y ellos usan la guerra cuando se ofrece, en medio de ciudades y llanuras.

Sería criminal que el ejército federal le diera vuelo a sangre y fuego al monumental despliegue de fuerza y recursos que en pocos días ha concentrado en Chiapas. Diez mil soldados son un cabronal, el espectáculo es pavoroso.

La historia nos da lecciones. Chiapas es una brusca enseñanza: se puede jugar con todo pero no con la dinamita ni con el hambre.

Se pueden barajar ideologías y cifras, se manipulan comicios, estadísticas y medios de comunicación, pero es un extremo desafiar como factor la miseria del pueblo. Se va a seguir pagando propaganda de lujo en la prensa internacional, pero es imposible borrar la presencia de millones de hombres y mujeres que en México viven en condiciones de penuria, quienes en un momento cualquiera pueden prepararse y tomar decisiones colectivas tan dramáticas como tomaron en Chiapas un numeroso grupo de mexicanos que decidieron jugarse su destino y su vida en un movimiento armado.

5 enero 1994

jueves, 26 de mayo de 2011

zacarías

En la foto Enrique Servín, Carrillo, JChM, Gaytán, Elías Holguín, Lupita Salas y Zacarías.




Prólogo para el libro Escribir adrede para leer de oquis

Por Jesús Chávez Marín

Al lado de su extensa obra de historiador y maestro, Zacarías Márquez Terrazas ha publicado, en revistas y calendarios, textos literarios breves y pulidos, espléndidas joyas verbales: poemas y relatos de cariñoso lirismo, ironía brillante y amargosa, sabiduría profunda y prudente.

Este libro reúne ahora textos de distintas épocas, el primero de ellos apareció a principios de los años ochentas en Chihuahua me vuelve loco, una revista de arte y turismo de esta ciudad, que actualmente ya no circula; el más reciente es un relato ligero y bien documentado de la vida pública en la ciudad de Chihuahua, como un homenaje que se adelanta a la ya cercana celebración de sus 300 años, el próximo octubre de 2009.

En la primera parte de esta obra, que titulamos con un verso de Rodrigo Caro: “Campos de soledad, mustio collado”, aparecen poemas que el autor publicó en primeras versiones, impresos en dos calendarios diseñados con fotografías: uno de ellos titulado Gente de Chihuahua, con estampas de niños, mujeres y señores, adultos y ancianos que en su rostro, el cuerpo, la actitud y la ropa expresan el tipo de los chihuahuenses. En una toma de Ramón Amaya aparecen 5 niños tarahumaras; Francisco Muñoz retrata a un viejo campesino; Mario Alberto Arroyo ilumina con su arte fotográfico a una familia menonita en su ambiente cotidiano; Roberto Lara de la Fuente muestra cinco niños de barriada muy contentos, trepados en un camión de carga; Libertad Villarreal imprime el bello retrato de una señora y su nieta, muy sonrientes y coquetas; Francisco Lubbert alumbra en el fondo de una mina a cuatro señores que posan frente a la maquinaria, bien serios con sus cascos y sus lámparas; Enrique Ramos saca una señorita linda que trabaja en línea de producción, en la Maquila; Elías Holguín, gran artista de luces y sombras, imprime en plata la figura noble de un campesino serrano; Enrique Ramírez Leyva hace una toma de la banda municipal, tocando en el kiosco de la Plaza de Armas con su uniforme de domingo; Gerard Tournebize pone en calendario una de sus clásicas fotos del país de los tarahumares en lo profundo de su bosque y Héctor Jaramillo una rapidísima estampa de un joven que vuela en patineta. Al lado de cada foto: el fulgor de las palabras, la prosa poética de Zacarías.

El otro calendario se llama Paisaje chihuahuense. Junto a los textos poéticos de nuestro autor aparecen dos fotos de Ramón Amaya y once de Francisco Muñoz: la frescura del bosque de Aldama, rocas milenarias y árboles centenarios en el Divisadero, la luz del agua en la cascada Basaseáchic, una vista panorámica de la ciudad, arena del antiguo mar Samalayuca, la montaña azul de Los Filtros, las casas geométricas de Paquimé, el paraíso lejano del Pegüís, las joyas naturales de agua, piedra y lumbre en las grutas de Coyame, la llanura clara y estoica de Balleza, el vergel y el lago de Arareco, el rosal de piedra de Otachique y el recinto natural de Namúrachic.

En la segunda parte de este libro, titulada “Barullo de las estaciones”, aparecen seis relatos y un poema cuyos protagonistas son mujeres: la maestra de quinto de primaria en el valle del Papigóchic, un retrato lírico y hermoso de María Robledo y Valle, marquesa de Torre Campo, la madre tierna y bravía de un revolucionario de Satevó, la estampa vigorosa de la dama urbana y fragante llamada Rina Alberti Brunatti, la evocación amorosa en las llamas de la pasión de una carta que arde en la hoguera, donde se cuenta una historia de amor con el talento narrativo de un autor de realismo mágico y, al cerrar con broche de oro, el poema de una niña y su madre física y mítica.

La tercera parte se llama “Partitura de íntimo decoro”, frase tomada de un verso de López Velarde. Incluye cinco relatos y una crónica, la ya mencionada al principio de esta nota, donde los protagonistas son Miguel Hidalgo, varonil y heroico; el padre del novelista Martín Luis Guzmán; el propio autor en dos momentos: Zacarías niño paseando con sus tías en la Plaza Merino, el escritor contemplando la ciudad desde lo alto de un cuarto de hospital donde cuida a su madre enferma.

Este es un libro hermoso y original: su ángulo de registro es personal y de grande sabiduría; el texto es de gran modernidad al mezclar con soltura los géneros literarios con mano maestra y ojo certero. La filosofía que lo anima se armoniza con el gran cariño de un hombre por la tierra de los mayores, la nobleza de la gente en sus batallas y sus afanes diarios, en la historia y en la vida.

Abril de 2003

martes, 24 de mayo de 2011

textos poéticos de fyl


Voces de viajeros

Por Dolores Gómez Antillón y Jesús Chávez Marín

Cuando los alumnos de Filosofía y Letras ingresan a la Facultad su vida cambia por completo. De pronto se hallan perteneciendo a un ambiente de artistas, pensadores e informadores, algunos muy jóvenes y recién salidos del Colegio de Bachilleres, otros ancianos profesores a punto de jubilarse.
La Facultad de Filosofía y Letras ha mantenido desde sus orígenes una saludable tradición de publicaciones literarias, científicas e informativas en cuyos espacios los jóvenes escritores tuvieron la dicha de mirar en letras de imprenta sus poemas, historias, pensamiento. Hace dos años la Facultad editó el libro Rocío de historias con una colección de cuentos escritos por egresados y profesores de esta bella comunidad chihuahuense.
Ahora los poetas se reúnen en las páginas de Voces de viajeros. ¿Cuántos artistas de la palabra tuvieron aquí su casa, la posada de sus sueños, el lugar de sus pensamientos? Hoy muchos escritores y escritoras que aquí se formaron viven en ciudades lejanas; pero seguramente recuerdan con nobleza la escuela de su juventud, donde aprendieron el arte de la política, el arte de la literatura y la sólida mirada intelectual con la que ahora viven.
En este libro, la poesía de nuestros autores llega a una madurez notable. Esta muestra de escritura es en realidad la colección de 26 pequeños libros que son diamantes en la fuerte geografía del tejido social de este país libre llamado Chihuahua.
Hay aquí autores cuya trayectoria es de gran importancia en el contexto de la literatura mexicana, muchos de ellos han publicado ya varios libros, como Óscar Robles, Lourdes Uribe, Luis Nava Moreno, Arturo Rico Bovio, Josefina María Cendejas, Héctor Jaramillo, José María Piñón, Gaspar Gumaro Orozco. Para otros de los poetas compilados, este es su primer libro: Elko Omar Vázquez Erosa, Raúl Gómez Franco, Óscar Avila, Eduardo Fernández, Frank Malgesini, Concepción Landa, Bertha Falomir Ruiz, Luz Ernestina Fierro Murga, Esteban Gasson, Claudia Quintana.
Los 26 autores que aquí se reúnen han realizado una intensa labor intelectual en los diversos campos de la actividad social. El periodismo. La actividad académica. El trabajo editorial. La política. Muchos son notables y exitosos; otros no son muy conocidos. Pero todos ellos tienen la energía y la templanza que dan las buenas escuelas, como esta facultad de filosofía, letras españolas, ciencias de la información y lengua inglesa, cuya historia inició hace ya casi cuarenta años.
Decimos que esta es una colección de libros enteros porque su compilación tuvo criterios bien definidos. Se pidió a los autores libros de poemas que tuvieran estructura individual. Muchos nos entregaron poemarios de hasta 100 textos, de los cuales seleccionamos cinco o siete por cada autor. No quisimos poemas sueltos, ni de épocas diferentes de creación. Cada poemario es un concepto estructurado desde un núcleo temático, o formal, o temporal, o retórico; la visión estética de ellos es un retrato a la vez sintagmático y paradigmático de la realidad y de su época.
Disfrute el lector de estas palabras de poesía donde el juego de los conceptos y la elegancia de las imágenes le darán placer, le darán enseñanzas para la vida y le darán un prisma donde el rostro del lector quedará conformado en los hilos de la luz del arte.

(Texto en la contraportada de Voces de viajeros). Abril de 1998.

viernes, 20 de mayo de 2011

la rochefoucauld

En la foto con Andrés Espinosa y Raúl Manríquez Moreno.

El texto breve
Transcripción Jesús Chávez Marín

Las máximas de La Rochefoucauld

Uno de los más famosos autores de textos breves es Francois de la Rochefoucauld, quien nació en París en 1613 y murió en esa misma ciudad en 1680. Su libro fundamental son las Máximas. Presentamos aquí una selección de estas reflexiones morales.

1. Nuestro amor propio sufre con mayor impaciencia la condena de nuestros gustos que la de nuestras opiniones.

2. La constancia de los sabios no es sino el arte de reprimir su agitación dentro de sí mismos.

3. Solemos vanagloriarnos de las pasiones, aún de las más criminales; pero la envidia es una pasión tímida y vergonzosa que jamás osamos confesar.

4. No existe disfraz que pueda esconder mucho tiempo el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.

5. El silencio es el partido más seguro para quien desconfía de sí mismo.

6. Más vergonzoso es desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos.

7. Gustan los viejos de dar buenos consejos para consolarse de no estar ya en condiciones de dar malos ejemplos.

8. Para saber bien las cosas, es preciso saber los detalles; como estos son casi infinitos, nuestros conocimientos son siempre superficiales e imperfectos.

9. Si nunca nos jactáramos, casi no tendríamos placeres.

10. Preferimos hablar mal de nosotros mismos a no hablar de nosotros.

11. Una de las causas de que se encuentre tan poca gente que parezca razonable y agradable en la conversación es por no haber casi nadie que no piense más en lo que quiere decir que en contestar concretamente a lo que se le dice. Los más hábiles y complacientes se contentan con mostrar un semblante atento, al tiempo que se nota en sus ojos y en su ánimo una distracción de lo que se les está diciendo y una precipitación por volver a lo que quieren decir, en vez de considerar que es mal método para agradar a los otros o para persuadirlos el procurar tanto agradarse a sí mismos, y que escuchar bien y responder bien es una de las mayores perfecciones que pueden existir en la conversación.

12. Al igual que los grandes ingenios se caracterizan por dar a entender en pocas palabras muchas cosas, las personas de cortos alcances, por el contrario, tienen la costumbre de hablar mucho sin decir nada.

13. Engáñase mucho el que cree encontrar en sí mismo con que prescindir de todos; pero el que cree que no se puede prescindir de él, se engaña más.

14. En todos los periodos de la vida, la locura nos acompaña. Si alguien parece cuerdo, solo es porque sus locuras son proporcionadas a su edad y a su fortuna.

15. Es gran habilidad saber ocultar la habilidad.

16. No hay menos elocuencia en el tono de la voz, en los ojos y en el aspecto de la persona, que en la elección de las palabras.

17. El placer del amor es amar, y somos más felices por la pasión que sentimos que por la que nos dan.

18. Es un error creer que solo las pasiones violentas, como la ambición y el amor, triunfan sobre las otras. La pereza, por lánguida que sea, no por ello deja de ser su dueña; usurpa todos los designios y todas las acciones de la vida; destruye y consume insensiblemente las pasiones y las virtudes.

19. No es tanto la fertilidad de espíritu la que nos hace encontrar diversos arbitrios para un mismo negocio, cuanto falta de luces que nos hace detenernos en todo lo que se presenta a nuestra imaginación y nos impide discernir desde un principio qué es lo mejor.

20. Es tan honrado ser fanfarrón con nosotros mismos como ridículo serlo con los otros.

21. El sumo placer de que disfrutamos al hablar de nosotros mismos nos debe hacer temer que no se lo proporcionamos a quienes nos escuchan.

22. Se encuentran medios para sanar de la locura, pero no se encuentran para corregir un genio atravesado.

23. Hay en los celos más amor propio que amor.

24. El ridículo deshonra más que el deshonor.

25. La envidia es más irreconciliable que el odio.

26. Mientras amamos, perdonamos.

27. Es más difícil ser fiel a una amante cuando se es feliz que cuando se es maltratado.

28. El acento de la tierra donde se ha nacido perdura en el espíritu y en el corazón, al igual que en el lenguaje.

29. Un hombre honrado puede estar enamorado como un loco, pero no como un tonto.

30. Los celos nacen siempre con el amor, pero no siempre mueren con él.

31. La mayoría de los jóvenes creen ser naturales, cuando no son sino mal educados y groseros.

32. Las ganas de hablar de nosotros y de mostrar nuestros defectos por el lado que nos conviene enseñarlos, constituyen gran parte de nuestra sinceridad.

33. No nos atrevemos a decir en general que no tenemos defectos, y que nuestros enemigos no tienen buenas cualidades, pero en realidad no estamos demasiado lejos de pensarlo.

34. De todos nuestros defectos, aquel con el que estamos más fácilmente de acuerdo es la pereza; nos convencemos de que se relaciona con todas las virtudes tranquilas y que, sin destruir enteramente las otras, se limita a suspender sus funciones.

35. El mayor esfuerzo de la amistad no es mostrar nuestros defectos a un amigo, es hacerle ver los suyos.

36. Nada impide tanto ser natural como las ganas de parecerlo.

37. A veces se es tonto con ingenio, pero jamás se es tonto con juicio.

Septiembre 2010

jueves, 19 de mayo de 2011

jean rostand


El texto breve: Jean Rostand

Transcripción Jesús Chávez Marín

En los años setentas aparecía en la ciudad de México una deliciosa revista que se llamaba Diva: era una imitación mexicana de la famosa Playboy, pero en la mayoría de los números resultaba de más calidad que la original. En sus páginas aparecían artículos de los mejores escritores del momento y las modelos eran las suculentas Angélica María, Jacqueline Andere, Meche Carreño, Isela Vega, Julissa y otras mamacitas mexicanas. El secretario de redacción era José Luís Martínez, a quien debemos los aforismos de Jean Rostand que en este número habrán de leer hoy los lectores fieles de El texto breve.
Jean Rostand, biólogo francés, es autor de numerosos trabajos sobre genética y un agudo observador de lo cotidiano: sexualidad, moral, política, teología; nada escapa a su atenta mirada y a su ironía juguetona. Los aforismos que aquí reaparecen, pertenecen a dos de sus libros: Bestiario del amor y El hombre y la vida.

1. Procrear es hacer experimentos con el azar.
2. Cuando un hombre habla con altanería a otro hombre, no se tiene, por lo general, ningún motivo para pensar que los cromosomas mejor calificados estén del lado de la insolencia.
3. Nuestros hijos son herederos de nuestro linaje. No esperemos que deban algo a nuestra experiencia; todo lo que podemos hacer por ellos es elegir bien a su madre.
4. La biología nos sorprende un poco cuando nos enseña que, estadísticamente, las mujeres más bellas no son las más tontas.
5. ¿Moral biológica? El que ingiera demasiado alcohol será castigado con cirrosis. Pero es necesario, además, que sus cromosomas le hayan fabricado un hígado que se preste a ello. De otra manera, no hay sanción.
6. Entre los compuestos químicos que forman al hombre y los que forman a la mujer solo existe una ligera diferencia. La naturaleza ha seleccionado la especie a muy bajo costo.
7. Adquirimos por educación: conocimientos efímeros y repugnancias tenaces.
8. La edad me asombra más de lo que me agobia.
9. El supremo gesto de la naturaleza fue crear la contranatura.
10. El reino de la ciencia ha iniciado una especie de época glacial en la historia espiritual de nuestra especie: aun no se ha demostrado plenamente que la friolenta alma humana pueda resistir el clima riguroso de la razón.
11. El hombre, ese pobre mono condenado a hacerla de homo sapiens.
12. Triquiñuelas de Dios: estar haciéndose amar, sentimiento inmortal a través de un símil mortal
13. Más vale ser un Sócrates descontento que un cerdo satisfecho. Sin duda. Pero un Sócrates, aun satisfecho, ¿no tiene más qué lamentar que un cerdo, aun descontento?
14. La invención de la bomba atómica nos hizo ver todo lo que puede la investigación. Los problemas del cáncer o de la tuberculosis no tardarían casi nada en ser resueltos si un país tuviera necesidad de resolverlos. Pero esto tiene en su contra que esos problemas no interesan sino a la humanidad entera.
15. Las verdades, igualito que las mujeres, no siempre son más difíciles a medida que sean más bellas.
16. Adquirid cada día ignorancias sólidamente fundadas. Las preguntas educan a veces más que las respuestas.
17. A veces uno es decepcionado por escritores que admira y sorprendido por otros a los que desdeña.
18. Los críticos que encuentran intenciones en los más nimios detalles de obras maestras hacen pensar en esos naturalistas que asignan en los organismos vivientes un papel al pelo más insignificante.
19. Primero queremos escapar al recuerdo. Años después es el recuerdo el que escapa de nosotros.
20. Química del remordimiento: el recuerdo de la falta no se deja disolver sino en presencia de un excesivo sufrimiento.
21. La sociedad suscita en mí reacciones que me disgustan. Me prefiero solo.
22. No es culpa de la inteligencia el que algunos insensatos pretendan aplicarla donde ella no tiene qué hacer.

Junio 2010

miércoles, 18 de mayo de 2011

ezequiel mar

En la foto con una señora de Camargo y Arelí Chavira.

El texto breve. Épica Mínima

Transcripción Jesús Chávez Marín

Como genero literario, el cuento está cercano al poema sin dejar de ser narrativa, épica moderna que funciona perfecto para la mirada rápida de los lectores jóvenes de este siglo, acostumbrados a la agilidad extraordinaria de sus dedos que vuelan en el teclado y sus ojos en la pantalla de teléfonos celulares, computadoras y, más recientemente, el iphone.
En la columna de hoy aparecen cuentos de dos autores: Martha Estela Torres Torres y Ezequiel Mar.
Ella es licenciada en letras españolas, con maestría en humanidades, profesora de literatura y editora. Ha escrito varios libros, de los cuales ha publicado dos de poemas: Hojas de magnolia y Arrecifes de sal; dos novelas: La ciudad de los siete puentes y Cinco damas y un alfil, y uno de ensayo: Pasión literaria. También es compiladora del libro Taller Pablo Ochoa.
Él es autor de poemas haikú y de algunos artículos literarios publicados en revistas de Chihuahua; fue profesor de literatura en la preparatoria Ángel Trías y en el Cedart Alfaro Sequeiros. Actualmente se dedica a la corrección de estilo en dos casas editoras, una oficial y otra de la iniciativa privada.

La mujer de Lot
Desapareciste como el mejor de los cobardes, como el experto ladrón que huye después de cometer el hurto, como el asesino abandona a su víctima en el lecho húmedo de la desgracia: así te fuiste el día más inesperado y fortuito, sin dar una señal previa de tu abandono. Mas se cumplió la hora en que el fuego de tu ausencia desajustó mis huesos dejándome desamparada en medio de la tormenta, porque siempre fuiste experto para las conquistas, pero jamás enfrentarás ni asumirás la crueldad de una injusta despedida. Siempre huirás como el cobarde cuando ha saciado su instinto feroz argumentando el amor como la principal arma defensiva; te fuiste sin aclarar siquiera las razones más poderosas para el olvido. Claro que la causa mayor es que me dejaste de querer en la simpleza de un día, en ese cualquiera en que nadie puede sospechar que será la cumbre de la desolación terrena.
Ojalá que los vientos de la desesperanza no alcancen la premura de tus pasos ni que la luna caiga sobre ti pronosticando derrota en la tibieza de tus muslos. No deseo que la venganza cierna sobre ti sus alas oscuras ni que las llamaradas del infierno se eleven iracundas, aunque te hayas marchado esgrimiendo el desamor y blandeando tu espada contra el aire que te concede la vida. Me has dejado como se olvida lo que no se compra y se tira lo que ya no halaga los sentidos, como la noche que ya no es útil para cubrir las mentiras ni las promesas falsas. Me has dejado en el laberinto inmisericorde de la realidad donde ya no se escuchan las frases perentorias de tus palabras amorosas. Palabras que siempre encubrieron veneno de la mentira y disfrazaban con su mejor ropaje la verdadera apariencia de la calumnia. Porque de algo estoy segura: jamás me quisiste, solo fui la muñeca innovadora del momento, la que satisfacía la banalidad de tus caprichos corporales.
Debes sentirte satisfecho: ahora eres el astro resplandeciente de mis discursos y el protagonista de mis peores tragedias, eres el demonio que abrevó en mi pecho y me convirtió en la mujer de Lot, aquella que en el momento de la desesperación vuelve su rostro hacia atrás y sucumbe ante la advertencia divina convertida en estatua de sal.
Soy la mujer de Lot, la que se encuentra marcada por cometer el grandísimo error de amarte. Sin embargo ya he pagado la osadía de quererte y la torpeza de creer en ti, y ahora sufro, sin remedio, el castigo maldito al descubrir que fuiste un filibustero en caza de la mejor fortuna.
Soy ahora la mujer que espanta con los brazos elevados al cielo: el dolor y la soledad intentando recuperar la cordura y afianzar la vida entre los límites del tiempo. Estoy aquí, derrotada, escribiendo en la página inútil y nefasta del recuerdo. Porque ¿quién podrá escapar de las garras de la fatalidad cuando ha sido presa de las ansias enfermizas del amor? Nadie puede evitar la desdicha y el entierro al creer en las palabras del ser amado. Nadie puede evadir el desencanto, al ofrece al intruso con la mejor sonrisa, las viandas de la paz y la concordia. Solo los pordioseros malvados huyen con el botín que se les ha brindado con la nobleza y la generosidad del perdón. Por eso huyes en la espesa oscuridad llevando entre tus manos las riquezas que se te convertirán en piedras y en serpientes, y en el momento menos esperado te ahogarán cuando comprendas que lo que conseguiste tan fácilmente jamás lo volverás a recuperar. Nadie, ni tu madre, ni tus mejores estrategias, ni tus grandes inversiones financieras te ayudarán a conseguir un amor como el mío.
Tu silencio oscuro y tu abandono no me preocupan, es más, ni siquiera me inquietan ahora que conozco tu verdadero rostro. Eres un farsante que nada bueno me has dejado, al contrario con tus acciones me has hecho comprender tu egoísmo y tu falta de solidaridad para con quienes sufren.
Qué si la vida me dejó esperando en la calle de enfrente, y qué si la muerte me espera en la esquina, y qué si los cielos nublaron mis más caras ilusiones. Es cierto. Pero ahora estoy en actitud perpleja, asombrada ante la claridad que consigo al desprenderme de ti. [Martha Estela Torres Torres].

El clamor de la luna
Doy varias vueltas alrededor de la mesa, una, dos, tres y giro sobre mis talones y vuelvo a dar una , dos tres, cuatro, cinco vueltas más alrededor de la mesa y giro de nuevo sobre mis talones y vuelvo a dar una, dos, tres vueltas más, caminando en el círculo impreso por la desesperación: pensando, pensando, ¿por qué diablos me dejaste de querer? Vuelvo a dar una, dos, tres, una vez más, otra vuelta, una más alrededor de la mesa, pensado ¿por qué chingados me dejaste de querer? si te he dado mi tiempo, mis esperanzas y mis mejores sueños embrujada por tu olor; si te he dado mi cuerpo armónico y fortalecido por el ejercicio; claro que sin exageraciones, sin implantes ni cirugías ni artificios; ¿qué más quieres?, ¡hombre imbécil!, ¿qué no miras tu cuerpo flagelado por el tiempo y los excesos de tu sedición?
No sé por qué diablos tengo que confesar esto a usted, si no es ningún padre de la caridad ni sacerdote presbiteriano; si es solo un representante de la justicia. ¿Cuál justicia? Ante todo deseo externar que soy una mujer que ha sufrido y se atormenta por el amor inalcanzable que se presenta con apariencia de ternura y fuego, pero que es inevitablemente efímero, pues se evapora cuando uno menos lo espera, por su inconstancia, por su terrible fragilidad. ¡Y ahora esto… después de visitar el infierno!
¿Por qué me dejaste de querer?, ¿por qué te vas con tus amigos… en esta noche de luna? ¿Con tus amigos?, me pregunto desconsoladamente. Por qué me dejaste de querer si yo no veo telenovelas enajenantes, ni programas vulgares ni me mantengo en los té canasta apostando lo que tengo, ni tampoco me voy a tomar la copa con las amigas, ni me dedico a cosechar chismes, ni conversaciones superficiales y menos a exterminar al enemigo con difamaciones crueles ni tampoco soy como las que se inflaman por su excesiva producción de envidia: muda y seca, ni pierdo el tiempo en los cafés con las parlanchinas del grupo de los martes, ni tampoco despilfarro en las cenas del Saliñac como mis colegas que van todos los jueves, ni me entretengo despiadadamente en el juego de la ruleta, ni en el casino como la esposa de tu jefe, ni tampoco abrevo en la psiquiatría pagando honorarios excesivos ni consultas inútiles para liberarme de la apatía o de la flecha lacerante del olvido o de la carga esquizofrénica de los celos… y todo por tu maldita culpa: tú me tendiste una trampa mortal en aquella noche abominable cuando crucé la oscuridad espesa de tu traición; aún así con la cabellera al viento me sacudí el polvo y me incorporé en la perturbación del miedo elevando mis manos al cielo en señal de rendición perpetua. Curaste mis heridas con tus besos apasionados y me dejaste de nuevo en la hora más inhóspita del recuerdo, después de saborear, ingrato, la nobleza de mi perdón.
Doy una vuelta, una vez más alrededor de la mesa de la cocina, mientras el tiempo transcurre lento, interminable, sutilmente lento en este silencio inquisidor. Ahora escuchó el ladrido de los perros que se pierde bajo el clamor de la luna y me asomo a la ventana tratando de evadir el advenimiento mortal de los recuerdos y entonces escucho tus pasos… ¿Son tus pasos? Sí, claro, has regresado a nuestra casa. Finalmente has regresado a mis brazos. Son tus pasos, los reconozco en la brevedad de la madrugada… son tus pasos que te conducen hacia mí. Son tus pasos… al fin. Avanzó hacia la entrada esperando que abras la puerta para abrazarte. Cae el cristal de un golpe… las hojas se abren intempestivamente, un hombre se avienta sobre mí. No son tus manos ni el olor de tu cuerpo, no es tu peso sobre el mío, no es tu respiración, no eres tú… es un maldito que me produce un miedo feroz y me sacude rabiosamente el cuerpo. [Martha Estela Torres Torres].

El sapo
Un hombre estaba dormido cerca del arroyo, cuando un sapo se le metió en la boca abierta. Despertó desesperado. No alcanzaba respiración y sentía el viscoso cuerpo del animal ahogándosele en la garganta, pataleando con violencia, casi le rasgaba el cuello por dentro. Trataba de arrojarlo pero el sapo, al sentirse oprimido, intentaba avanzar hacia delante. El hombre corría de un lado a otro sin poder gritar, se convulsionaba tratando de jalar aire, pero no podía, a pesar de la fuerza con que su nariz se plegaba sobre sí misma. Hubiera muerto, de no ser porque, para su buena suerte, llegó un vecino suyo a quien le llamaban Mano Chiquita.
El Mano Chiquita le salvó la vida: primero lo tiró al suelo con un golpe en la espalda, luego lo sujetó del pelo y le levantó la cabeza, le abrió la boca lo más que pudo y metió sus pequeños, sus delicados dedos, hasta el fondo de la garganta. La pequeña mano cabía entera. Atrapó al sapo y lo jaló con mucho cuidado. El animal salió vivo. Aquel ya casi se había desmayado, pero entonces alcanzó a respirar, jadeando, bocanadas de angustia y aire; casi a gritos inflaba y desinflaba todo el cuerpo y así estuvo largo tiempo, hasta que se fue calmando poco a poco mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. [Ezequiel Mar].

Mariposas
Flores que de pronto vuelan y en su vuelo toda la armonía de los colores flota. Luego alguien las atrapa, las clava una por una con alfileres para coleccionarlas en cajas. Ataúdes abiertos a la luz y a la contemplación de quienes en el museo las miramos muertas, bellísimas: cementerio de flores que antes fueron mariposas. [Ezequiel Mar].

El grado cero del tiempo
Después de la destrucción nuclear, los relojes electrónicos siguieron marcando las horas de un tiempo que ya no existe. [Ezequiel Mar].

Mayo 2010

martes, 17 de mayo de 2011

la constante historia


El texto breve. A los niños les gustan los poemas de amor

Transcripción Jesús Chávez Marín

Cuando fui profesor de bachilleres descubrí que los poemas que más gustan a los jóvenes de 15 a 25 años son los de amor. Ponía yo textos en el pizarrón para enseñar algunos sistemas de análisis literario, y los que más despertaban la atención y el cuidado eran poemas amorosos de Pablo Neruda, Gustavo Adolfo Becker, Omar Khayyam, José Martí, Rabindranath Tagore. Voy a transcribirles 21 poemas revueltos con consejos de sabiduría popular, a los que en su reunión he bautizado así:

Trabajos para el amor, estrategias de seducción.

1. Al que madruga, Dios lo ayuda.
2. Luego del baño matinal, perfúmense tres puntos: garganta y la parte posterior de cada oreja.
3. Una copa de vino tinto, y hasta un máximo de dos, activa el suave torrente de las palabras amorosas.
4. El rocío se va, este mundo es rocío fresco y fugaz (Issa).
5. Date la vuelta, yo también estoy solo en la hora quieta (Basho).
6. Luna de azufre, si renazco que sea pino en la cumbre (Ryota).
7. Ciruelo en flor, las cortesanas compran galas de amor (Buson).
8. ¿Qué árbol en flor emana este perfume?, ¿qué árbol en flor? (Basho).
9. Claro rocío cae sin mirar en dónde, en cualquier sitio (Sion).
10. ¡Cuántos recuerdos me traen hoy los capullos de los cerezos! (Basho).
11. En compañía de quien sabe callar gozo la brisa (Hyakuchi).
12. La vida abrazan puentes sobre el abismo hiedras trenzadas (Basho).
13. Nieve que ayer miramos caer juntos ¿vuelve a caer? (Buson).
14. Las libélulas calmaron su inquietud con luna llena (Kikaku).
15. Lluvia de mayo, mi amada murmurando dentro del carro (Buson).
16. Entre la niebla de vez en cuando surge una blanca vela (Gakoku).

Febrero 2010.

viernes, 13 de mayo de 2011

la confusión + Confucio

Al fondo de la foto JChM, Martha Estela Torres Torres y Raúl Manríquez Moreno.

El texto breve. La confusión + Confucio

Transcripción Jesús Chávez Marín

Por la linda y graciosa además de buenísima señorita Giosue Cozzarelli, miss Panamá 2009, sabemos que Confucio fue de lo más antuiguo y el que inventó la confusión; pero eso fue allá en China. Aquí en Chihuahua el tricentenario nos trajo el mes pasado de arriba para abajo en medio de fiestas muchas y tantas que el adusto Jaime García Chávez hasta regañó al personal en una conferencia de la semana del humanismo. Dijo que ya nos habíamos vuelto mucho muy frívolos y nos mantenemos de pachanga mientras la revolución de nuevo se interrumpe a pesar de su cumpleaños número 100. Ni modo. Por lo pronto aquí siguen unos poemas de Confucio que generosamente la página web frasedehoy.com contiene, con su respectiva introducción breve y exacta.

Introducción. Confucio, 551-479 a. C. filósofo fundador de un sistema ético.

1. Debes tener siempre la cabeza fría, caliente el corazón y larga la mano.
2. El que domina su cólera domina su peor enemigo.
3. Cometer un error y no corregirlo es otro error.
4. Nunca hagas apuestas. Si sabes que has de ganar al otro, eres tramposo. Y si no lo sabes, eres tonto.
5. La sabiduría se preocupa en ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones.
6. Venganza eterniza odios.
7. Por lejos que el espíritu vaya, nunca irá más lejos que el corazón.
8. Perdónasele todo a quien nada se perdona a sí mismo.
9. Solo los sabios más excelentes y los necios más acabados son incomprensibles.
10. Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
11. Aprender sin pensar es tiempo perdido. Pensar sin aprender es peligroso.
12. La ignorancia es la noche de la mente, pero noche sin luna ni estrellas.
13. Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende el nuevo, puede considerarse maestro.
14. Aprender sin reflexionar es malgastar energía.
15. Si no conoces la vida, ¿cómo conocer la muerte?
16. La naturaleza humana es buena, la maldad es antinatural.
17. Un hombre de palabras virtuosas no siempre es virtuoso.
18. Solo el virtuoso es competente para amar u odiar.
19. Aprende a vivir y sabrás morir.
20. La erudición que consiste en la memorización de hechos no califica a nadie para ser maestro.
21. Quien no sepa gobernarse a sí mismo no sabrá gobernar a otros.
22. Filósofo es aquel que conoce a fondo libros y cosas, quien todo lo pesa y somete al imperio de la razón.
23. No uses un sable para matar un mosquito.

Octubre 2009

lunes, 9 de mayo de 2011

marcos + Ezequiel Mar


El texto breve. Marcos

Por Jesús Chávez Marín

Como otros coleccionan estampillas, pipas, carros, joyas, desde 1971 colecciono frases: aforismos, calendarios, máximas, poemas de tres versos, cuentitititos. En los años ochentas años inicié la publicación de esta columna, así que otras entregas de El texto breve aparecieron en los periódicos La calle, El Heraldo de Chihuahua y en el Ahora de ciudad Juárez.
Reaparece ahora en el que hasta hoy, según mi opinión, será su espacio editorial más adecuado: Auraed. En esta primera entrega de su cuarta etapa, presentamos relatos breves de un escritor mexicano: Ezequiel Mar.

1. Marcos Inc.
Los enmascarados en Chiapas llegaron lejos, según ellos. Tal vez sí: en su oficio de tinieblas trajeron guerra a gente que andaba perjudicada; con la guerra dentro. El terror anduvo por ciudades hermosas. De pronto se llenaron de vagabundos, periodistas rijosos ante la sangre que esperan, pólvora que gustan, visión de una guerra virtual que también causa dolor. Ya deja la máscara, Marcos de risa, deja de presumir de poeta: no lo eres. Eres un cobarde disfrazado de idealista. Deja las máscaras, Marcos famoso: da la cara. Que Dios bendiga a los indios (llámalos indígenas, etnias) que sufren. Que castigue a los sepulcros blanqueados que en internet hallaron un panteón de circuitos. A un espacio de trabajo convirtieron en publicidad venenosa. (Monterrey, abril de 1998).

2. Marcándoles el paso
Una mañana de marzo, Esteban Medina escribió una carta para darles unos cuantos consejos a sus dos hijos, Alejandro y Dante. Luego de saludarlos, la carta decía:

Uno. El hombre, la mujer, deben despertar a las seis de la mañana para alcanzar metas y cumplir sueños de fortuna y sabiduría.
Dos. En la exploración, usen condón siempre; al igual que en siglos anteriores, hoy vivimos tiempos de alguna que otra infección perniciosa. Ya después, con su respectiva pareja, ustedes dos tomaran las decisiones que sigan.
Tres. Una vez al año es de ermitaño; una vez al mes, vida no es; una vez a la semana es cosa muy sana; una vez al día te saturas de algarabía.
Cuatro. Acuérdense siempre de aquella frase del Eclesiastés que en traducción ranchera dice: quien no consulta se reboruja.
Cinco. El café se toma según sus cuatro letras: caliente, amargo, fuerte y escaso. Algunos amores, igual.
Seis. Al que se levanta temprano le va bien. Al que no se levanta temprano, a veces le va bien. Pero no siempre.
Siete. Algunos perezosos podrían morir por dolor de riñones.
Ocho. El limón suele curar úlceras internas y exteriores.
Nueve. El ajo cauteriza.
Diez. Una cerveza al atardecer no daña a quien ha trabajado completa la jornada. Pero cuidado: el alcohol es un elíxir traicionero.
Once. Lo mejor para la limpieza del estómago es el estafiate.
Doce. Los artificios de salud, como también los de belleza, son para cuerpos de pensamiento nítido.
Trece. La educación física, hacer ejercicio en la mañana, resulta en ajustes y masajes que el cuerpo se da a sí mismo.
Por último y catorce: sigan leyendo libros. Como ya les he dicho, en esta vida lo único que quita lo pendejo es leer.

Colección
Flores que de pronto vuelan y en su vuelo toda la armonía de los colores flota. Luego alguien las atrapa, las clava una por una con alfileres para coleccionarlas en cajas. Ataúdes abiertos a la luz y a la contemplación de quienes en el museo las miramos muertas, bellísimas: cementerio de flores que antes fueron mariposas.

Corrección de estilo
—No, muchachito, no ponga parral con minúscula. Póngalo con mayúscula: Parral. Si de por sí, este es un pueblo menospreciado y todavía usted, para acabarla de amolar, lo escribe con minúscula. No, señor.

El grado cero del tiempo
Después de la destrucción nuclear, los relojes electrónicos siguieron marcando las horas de un tiempo que ya no existe.

Septiembre 2009

viernes, 6 de mayo de 2011

carlos montemayor


(Carlos Montemayor con su hija Victoria Montemayor).

Murió Carlos Montemayor

Por Jesús Chávez Marín

Marzo 2010. Murió Montemayor y, según las notas de los periódicos del día, a muchos les duele la muerte de un poeta. Uno grande y esplendoroso como Carlos Montemayor. Casi nadie los lee, pero nos duele cuando se van. De Montemayor se leyeron sus crónicas en el periódico amarillista La Jornada. Sus artículos en la revista policíaca Proceso. Su voz fue escuchada en el mundo del espectáculo Televisa. Es todo. Pero a un gran poeta su pueblo lo llora. Un instinto colectivo presiente que sus palabras eran la verdad. Salud, paisano.

Nació en Parral Chihuahua en 1947. Su padre era aficionado a las letras y desde joven Carlos Montemayor mostró una inclinación al estudio de las humanidades, en particular de la música y la literatura. Después de concluir estudios medios en su estado natal, se trasladó a la ciudad de México, donde estudió derecho en la UNAM. Pronto destacó como ensayista, habiendo recibido el premio Xavier Villaurrutia en los años en que este reconocimiento era el de mayor importancia en el panorama literario de México.

Conocedor de los idiomas griego y latín, Montemayor inició una brillante carrera como traductor y analista de la literatura clásica. Paralelamente comenzó a publicar sus primeros poemas y textos en prosa. Sin embargo, a partir de una experiencia como promotor cultural en el Mayab, desarrolló gran interés en los idiomas y las culturas del México indígena.

Después de recopilar, prologar y publicar la obra de un naciente grupo de jóvenes escritores mayas, Carlos Montemayor profundizó en su estudio de la literatura en lenguas indígenas, publicando ensayos, tratados y antologías en relación a este tema, que algunos analistas han considerado como el fenómeno literario más importante en el siglo 20 mexicano: el renacimiento de las literaturas indígenas escritas de México.

Entre sus obras en prosa destacan los libros: Mal de piedra (1980); Minas del retorno (1982); Guerra en el paraíso (1997); Los informes secretos (1999); Las armas del alba (2003); Las llaves de Urgell (1971); El alba y otros cuentos (1986); Operativo en el trópico (1994); Cuentos gnósticos (1997); La tormenta y otras historias (1999). Como poeta ha publicado: Las armas del viento (1977); Abril y otros poemas (1979); Finisterra (1982); Abril y otras estaciones (1989); Poesía (1977-1996) (1997) y Antología personal (2001).

La prosa de Montemayor, directa, sobria y de una clara orientación social, ha conocido también momentos en que la imaginación y la búsqueda de nuevos cauces expresivos se impone en cuentos, novelas cortas y obras transgenéricas en las que el ensayo, la poesía y la narrativa se funden magistralmente. Por otra parte su poesía, honda y elegante, ha permanecido al margen de los debates y las posturas postvanguardistas, desde una especie de resistencia intelectual que aún pondera el clasicismo y la atemporalidad.

Traductor, poeta, novelista y teórico de nuestras literaturas, Montemayor es uno de los intelectuales mexicanos más completos en las últimas décadas, y por lo tanto ha sido también un imprescindible analista político y social. Su interés por las reivindicaciones sociales y, en particular, por los movimientos guerrilleros, lo han impulsado a escribir novelas sobre el tema, convirtiéndolo en un interlocutor político en una época difícil en la historia de nuestro país.

Marzo 2010.

miércoles, 4 de mayo de 2011

una vieja cartelera

(En la foto con Cecilia Fernández e Iván Carlos).


Actos culturales [octubre 2009]

Por Jesús Chávez Marín

1.miércoles 21 octubre 2009, 8 de la noche, quinta gameros: presentación del audio libro caracol solar de lilly blake, comentaristas renee acosta y a. espinosa, maestro de ceremonias iván carlos.

2.consulta del iris y del nervio ciático, diabetes, artritis, migraña, sinusitis; remedios de acupuntura y reflexología, luis field, avenida niños héroes y calle sexta, teléfono 200-04-72.

3.lectura del tarot, productos esotéricos, cuarzo, incienso, lociones, pomadas, hierbería meza & molina, avenida niños héroes esquina con ocampo, centro histórico, teléfono 437-03-95.

4.Si quiere contratar al mejor organizador de bibliotecas de la ciudad de chihuahua busque el escritor miguel r. mendoza g. en miko390606@yahoo.com.mx.

5.auraed felicita de manera entusiasta y de lo más contenta a la sinfónica de la marina mexicana y a su coro de 37 cantantes que en el festival internacional del palomar, ofrecieron un refinadísimo concierto y a la vez muertos de risa dirigidos por el capitán franciso hernández cevallos, un beso amoroso pero bien amoroso a la teniente que era solista y que con su voz de contralto nos trepó en el éxtasis de su maravilloso arte musical.

6.si necesita un dibujante de veras bueno y no un principiante perpetuo de adolescencia tardía como kabeza, busque al señor césar de las casas duarte en el teléfono 159-44-95 o escríbale al atzyabue@hotmail.com.

7.auraed felicita a gildalorena martínez y alfredo téllez bandido por su linda exposición de pinturas que en la quinta gameros habrá de vender cuadros hasta la navidad de este año.

8.un beso muy pero muy tronado a la escritora sara alcalá que en el mezanine del congreso presentó el jueves 15 de octubre 2009, meritito el día de pago, su bello libro de poemas titulado la luz que depositas en la sombra, con un abrazo para dos ilustres caballeros que tiraron el rollo, el profesor josé antonio garcía pérez y el poeta daniel torres jáquez.

9.no vayan a cometer la equivocación irremediable de no ir a ver a chicago casi gratis en el foro palomar a las 8 de la noche el sábado 17 de octubre 2009.

10.El mejor poeta del norte de la república rogelio treviño presentará su libro lámpara en el granero a las 8 de la noche del jueves 29 de octubre 2009 en la casa redonda; el pintor luis aragón tratará de estructurar un discurso no tan surrealista y la bella escritora y filósofa renee acosta surtirá de teoría literaria al personal mientras raúl vásquez contará algunos relatos de la vida fantómica y kalimánica de treviño.

11.el viernes 6 de noviembre 2009 en la quinta gameros a las 8 de la noche habrá de presentarse el libro química de alimentos componentes y funcionalidad de la maestra en ciencias virginia mendoza guzmán, con discursos pero bien científicos de petronio gallo y algunos otros discípulos de este señor, cuatro jóvenes músicos muy populares en la ciudad por su alto valor artístico y su simpatía cantarán de su ronco pecho acompañados con guitarras y tambores.

12.En la adusta editorial doble hélice ya trabajan a marchas forzadas los señores martín reyes y luis david hernández aplicando apresuradamente los últimos toques de corrección de estilo a la segunda edición de mi libro te amo alejandra con prólogo de ricardo aziz nassif y dedicatoria devota y amorosa a carmen marín con agradecimiento especial al ingeniero carlos guízar hernández, toditito en páginas corregidas y aumentadas, se espera que el libro estará listo para que el autor se lo regale de navidad a todos y cada uno de sus ahijados y ahijadas.

Octubre 2009.

martes, 3 de mayo de 2011

Mario Lugo


Lugo, historias de amor
Presentación de su libro El Amor entre las ruinas

Por Jesús Chávez Marín

La sabiduría popular es certera cuando llama aventuras a cierto tipo de relaciones amorosas. En estos enredos, algunos casados y algunas casadas se juegan el matrimonio, la estabilidad de la familia; los solteros apuestan la soltería, el estado civil. Y sin embargo quizá no haya en este mundo aventuras más fascinantes, llenas de energía, imágenes inolvidables, vida latiendo con ritmos diversos, ilusiones extraviadas y certezas heroicas.

En este sentido, este libro enérgico y lleno de acción y de pensamiento, alegrías y placeres matizados por complejos mundos interiores, digamos espirituales, este libro de cuentos llamado El amor entre las ruinas, es un libro de aventuras.

Las quince historias que forman este libro tienen como tema central el amor, la relación amorosa entre un hombre y una mujer al centro de tramas diversas. La aventura del amor enfocada desde sorpresivos ángulos:


La presencia de tu sexo como maravilla arrinconada.

Tu marido que te sorprendió mojada y a medio vestir, saliendo conmigo de esa casa vieja.

(Un) partidario del amor servil y rutinario. Seguramente él te quería solo como calor para los inviernos, como cocinera, como ese animal fantástico y grotesco siempre dispuesto a esperar y perdonar.

La amo suficiente como para resistir cualquier cosa después de su muerte.

Llegué a cuestionar de manera enfermiza su aceptación de huéspedes a pesar de que yo no ofrecía una opción para su supervivencia, salvo una posibilidad de dejar a mi familia, que ella jamás creyó del todo, supongo.

Enérgico y triste, lleno de acción y de pensamiento, de alegría y placeres matizados por complejos mundos interiores…

Buscaba la presencia de alguien (…), daba la impresión de un desamparo momentáneo.

Salió de la habitación apenas unas horas después de haber llegado y no volvió hasta muy avanzada la madrugada;

un despliegue de triste dignidad.

Los más engrosaron, engrosamos, las filas de la corrupción o el conformismo.

María Luisa no era muy hermosa, pero sí muy inteligente… y sentimental. Una combinación muy explosiva.

Laura, a pesar de ser menor que yo, lograba imponer en mí su personalidad como si fuera un dictador, un juez implacable. Sin embargo había algo en ella más importante aún: su sensualidad; algo que yo apenas aprendía a identificar y disfrutar pero que se sumaba a las ideas mágicas que yo tenía respecto al sexo, y más elementalmente, a las características misteriosas que yo atribuía al cuerpo femenino.

Amé su dulce presencia. Nunca hasta entonces un ser humano fue capaz de inspirarme más posibilidades acerca de un futuro verdaderamente feliz. Cuando por alguna casualidad coincidíamos en el mismo camión, mi estúpido corazón palpitaba atropelladamente. Quise rogarle, pedirle por favor que me aceptara como su esclavo, o si lo prefería, como su perro. Cualquiera cosa hubiera sido aceptada por mí con tal de tenerla cerca cuando menos unos minutos.

Busqué ansioso ese espacio que no ha perdido su misterio al paso de los años.

Para mí, los encuentros que van en tu vida están predeterminados, tienes un conocimiento pudiéramos llamar instintivo de que están ahí y los buscas; los buscas con el esmero que solo el que anticipa algo significativo en la vida lo hace.

Pronto supe que (ella) se había separado de su marido unos meses antes, que era madre de dos hijos: uno de cinco y otro de tres años. No se sentía en manera alguna alegre de su condición.

Por el efecto del licor, tan familiar para mí, Armida me parecía más atractiva después de cada sorbo.

Algo que nos impresiona a las mujeres de ustedes los hombres es su capacidad para resistir el tedio frente a la repetición de una aventura que consideran intensa, plena de pasión, aunque momentánea. Pierden de vista el ritual necesario que las mujeres atribuimos a la atención de los detalles.

Para nosotras el evento más importante es el proceso previo a lo que ustedes consideran básico: la penetración.

Por eso Gabriela se burla de los hombres a los que nos gustan los amores rápidos, de a discotecazo y luego al motel. O de los amores en asiento de carro. En síntesis: del amor, agasajo y olvido. Nos acusa de ingenuos, y sobre todo de superficiales e inexpertos.

Piensa en tu familia, en mí, en tus hijos. Es que no puedo creer que seas tan insensible.

Me hizo saber que se sentía un poco cansado y preocupado por Jenny, su mujer, a quien conocí un par de años después. Me dijo que durante su viaje anterior a Japón le había llamado muy desesperada para suplicarle que renunciara a su trabajo, que se sentía muy sola.


Los narradores de cada cuento asumen siempre en este libro un punto de vista, enfocan los cambios de fortuna; la prepotencia de un hombre que considera a las mujeres territorio de conquista; la visión idílica y adolorida de un recuerdo adolescente; la contemplación de la belleza femenina en las acciones cotidianas, en las voces de dos viajeras, en una linda vendedora de frutas.

Personajes inolvidables de nuestro pasado son las mujeres y aquí nos las venimos a encontrar en el libro que escribió Mario Lugo, en sus relatos tramados con esa familiaridad que es tan difícil redactar para encontrarnos de nuevo con sorpresa con aquella mujer amadísima, aquel ángel de nuestro pasado que irrumpe en la actual vida desdibujada por el tedio, ocupada en salir sin demasiadas lesiones entre una masa de imágenes agresivas, pendiente de los trabajos alienantes que realizamos todos los días a los cuales dedicamos nuestra prisa y nuestro fastidio. El encanto de la literatura.

Lugo, Mario: El amor entre las ruinas, Editorial Cidech, México, 1995.

Junio 1995.

lunes, 2 de mayo de 2011

llegaron las mujeres


Familias ya de este siglo

Por Jesús Chávez Marín

A mediados del siglo pasado, las nuevas formas de producción económica cambiaron costumbres tradicionales de la sociedad de Chihuahua, una ciudad que a finales de los años setentas del siglo 20 tenía apenas la mitad de la población actual y cuyas dimensiones eran una tercera parte de lo que es hoy su territorio urbanizado. Empresas norteamericanas y japonesas encontraron aquí un mercado laboral ventajoso: mano de obra barata y, sobre todo, el hecho notable de que la mayoría de las mujeres, al casarse, dedicaban su tiempo completo a las fatigosas tareas de su casa y a la crianza de los hijos, dejaban de participar en forma definitiva en lo que se le llama la planta productiva, y la economía familiar se sostenía solo con el salario del esposo, el padre de familia, quien se asumía muy cómodamente como el jefe.

Antes, las mujeres casadas que trabajaban fuera de su casa eran la excepción. Las solteras trabajaban de secretarias, sirvientas, enfermeras, empleadas bancarias, o como cajeras y vendedoras en tiendas de ropa, zapaterías, papelerías o perfumerías. Nada más las que trabajaban de maestras seguían trabajando después de casarse, por la facilidad de los horarios. En 1970 se abrió la primera supertienda en la ciudad, que fue Futurama, y al año siguiente La Soriana, con modelos europeos y norteamericanos de comercialización, de autoservicio, donde había “de todo para toda la familia en un solo lugar”. Estas tiendas abrieron un mercado laboral que antes no existía, en el que las mujeres tenían una preferencia notable a la hora de las contrataciones.

Todavía en ese tiempo la señora era llamada “ama de casa”, el nombre de su oficio en documentos públicos: ella sola se ocupaba de cocinar y servir almuerzo, comida y cena, lavar la ropa de todos, asear la casa, llevar y traer a los hijos a la escuela, ayudarlos en las tareas, asistir a juntas escolares, cuidar la salud en las noches. Pero de la noche a la mañana, casi de forma masiva, la mayoría de las mujeres dejaron el hogar. A partir de la instalación de las maquiladoras, consiguieron su independencia económica y escaparon de la esclavitud doméstica de tiempo completo.

La mayoría de ellas sigue realizando en doble jornada los quehaceres de su casa, pero ya no de manera exclusiva. Se fueron a estudiar en las preparatorias y en las universidades, a donde antes muy pocas asistían; llenaron las oficinas y fueron consiguiendo cada vez más puestos de dirección, ante el desconcierto profundo de los señores, compañeros de trabajo y subordinados. También llenaron los salones nocturnos y aumentó con ellas el consumo de licores y cigarros; la nueva libertad fue tan frenética, que la ciudad fue extendiendo los espacios públicos y también los discretos para nuevas costumbres de las parejas, en todas las orillas de la ciudad creció el número de moteles y hoteles de paso, los más caros y también los más baratos; se abrieron salones de baile donde caben hasta seismil parejas, más o menos permanentes, más o menos ocasionales, y otros lugares para hombres y mujeres donde toman cervezas al parejo.

La mayoría de los machos de antes, de todas las edades, se fueron resignando a perder sus tradicionales y muy antiguos privilegios y servicios que las mujeres sus hermanas, madres, esposas, amantes e hijas le ofrendaban de manera que parecía tan natural como respirar. Algunos incluso se adoptaron a la época de relativa igualdad con las mujeres y hasta consiguieron algunas ventajas en el talento femenino, en la amistad, el amor y la sexualidad con ellas en la reciente libertad, y juntos iniciaron alegremente una nueva educación sentimental. Pero muchos otros, hasta hoy, no han podido soportarlo, sobre todo porque a la mayoría de ellos, desde recién nacidos, los educaron y los siguen educando para la supremacía del varón. Además un buen número de mujeres asumieron con exagerada agresividad su nueva condición social. Se volvieron tan abusivas como los machos más cimarrones. La violencia aumentó de manera insidiosa y terrible: golpizas hogareñas, suicidios en la más oscura madrugada, asesinatos sañudos y sangrientos.

En 1982, cuando las maquiladoras eran recientes en esta ciudad, un hombre desempleado, vecino de la colonia Santa Rosa, mató a cuchilladas a sus tres hijos y luego se suicidó con la misma arma, desesperado y loco de celos cuando le dijeron, mentira o verdad, que su mujer, quien trabajaba y para entonces era la proveedora de la casa, andaba de novia con un ingeniero de la planta. Un solo ejemplo, aunque especialmente trágico, de lo que en los años siguientes llegaría a ser vinagre cotidiano en la nota roja de los periódicos: drogadictos terminales, ancianos solitarios, niños que les prenden fuego a los gatos del barrio para vencer el tedio y el abandono.

Los divorcios se dispararon al tope, a tal grado que la ciudad de Chihuahua se registra entre las que tienen índices más altos en las estadísticas de la desdicha conyugal. El 99% de los procesos que se llevan en los juzgados civiles son de divorcios de toda índole, desde los voluntarios y casi amistosos hasta los pleitos más sórdidos, donde se ventilan historias erizadas de crueldad, humillación e insultos. La sociedad nueva incluye una multitud de madres solteras, quienes viven con toda naturalidad una nueva composición de familia, lo cual no resulta ya desventajoso para ellas de ninguna manera, tampoco para los hijos, que en la mayoría de los casos se desarrollan con la misma dignidad y las mismas oportunidades que los hijos de familias tradicionales.

Esta sociedad tiene un rostro distinto en los inicios de este siglo, una nueva vitalidad y formas nuevas de existir y de entender el destino colectivo.

De toda esta confusión surgió un fruto muy claro y justiciero: las mujeres conquistaron su libertad esencial de seres humanos: ya no existirán jamás los charros cantores que las traten como seres dependientes y conquistables, territorio para avasallar. Ya nadie se atreverá a subestimar el talento de las mujeres para cualquier trabajo, pues en casi todos los espacios laborales la mayoría de ellas han demostrado incluso mayor dedicación y cuidado en la realización de las tareas cotidianas de la producción. Los jóvenes de hoy ya ven como parte de la naturaleza la igualdad de las mujeres en los espacios públicos y privados.

En cada casa hay también muchas formas de familia: los hogares formados por mujeres solas con sus hijos son ya tan numerosos como los de la antigua familia de papá, mamá y los hijitos que antes había sido única forma de legitimidad social, y funcionan con la calidez y buen sentido que son parte del talento natural de las mujeres, quienes además tienen una extraordinaria generosidad para hacer felices a los demás, con la que edifican la serenidad y la seguridad de los hijos.

Febrero 2011