domingo, 27 de enero de 2013

eduardo fernández

Se presentó el libro de Eduardo Fernández

Por Jesús Chávez Marín

En los últimos treinta años la economía mundial cambió radicalmente: la comunicación por satélite, cuyo avance más reciente es el internet; el desplazamiento de los materiales metálicos por el plástico, que disminuyó sensiblemente la riqueza minera, la cual había sido pilar fundamental de la fuente de divisas de muchos países; la especulación financiera trasnacional; la firme consolidación en todo el mundo del modelo maquilador que las empresas gigantes habían iniciado apenas quince años antes; los avances espectaculares de la tecnología de producción, la dependencia alimentaria de muchos países frente a los grandes productores, cuyo signo político más visible e impresionante fue el derrumbe del muro de Berlín en 1989, con el que se inició desmembramiento de la URSS y el fracaso del modelo comunista como concepto y como sistema político y económico: todo esto junto es el ambiente temático del libro Cultura y globalización, de Eduardo Fernández. 

En su enseñanza y en sus textos Eduardo Fernández ha venido desarrollando la filosofía de la cultura. Articulista en los periódicos locales, profesor dedicado y creativo, pensador rápido y profundo, amigo cuyo buen humor es un regalo para sus amigos y para los discípulos, este autor tiene un peculiar sentido de la praxis, en sus clases los estudiantes aprenden a editar revistas, a divertirse en la elaboración de ideas novedosas, a trabajar en equipos productivos. 

Si libro habrá de hallar muchos lectores que busquen con seriedad la actualización y la información en diversas materias: la sociología, la psicología, la economía y la historia de las ideas.

Fernandez, Eduardo: Cultura y globalización. Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2002.
 
Diciembre de 2002

viernes, 25 de enero de 2013

recetario

Se presentó el libro Recetas prácticas para un buen comer

Por Jesús Chávez Marín

En la Quinta Gameros se publicó un colectivo del cual son autoras y compiladoras las señoras del Comité de Damas Voluntarias de la Universidad Autónoma de Chihuahua, con la asesoría del nutriólogo Juan Manuel Barroso González.

La historia de la alimentación de los seres humanos, y de la preparación de su comida, registra florituras culturales tan refinadas y trascendentes como la historia de las artes, la literatura, los perfumes, las joyas y la sexualidad. La cultura de la cocina es la más cercana al destino de los seres humanos, casi forma parte de su propia materialidad, del propio cuerpo, como también de las ideas, sentimientos y placeres.

Son libros preciosos y muy estimados los recetarios, los libros de cocina como este que ahora se publica: en sus páginas hay fotos hermosas de platillos que respetan aquel proverbio chino donde decía que la comida que se prepara debe tener buen olor, buen color y buen sabor.

En los textos hay también palabras y metáforas tan bien estructuradas como “lengua en salsa rosa”, “alubias a la española”, “niño envuelto de mermelada”, “arte culinario”, “flan Carmelita”; con esas voces de tan castizo español podrían escribirse poemas y ya se han escrito relatos mexicanos recientes como las novelas Como agua para chocolate de Laura Esquivel y Afrodita, de Isabel Allende.

Para muestra, un botón: el texto del poeta mexicano Eduardo Lizalde:

Algo de jubilosa arqueología,
de zoología profunda y altas matemáticas
tiene la gran cocina, único arte
dispuesto al ejercicio sistemático
de los cinco sentidos.
Arte planetario, vivo de cielos, mares, campos selvas,
y todas las criaturas de esos vastos reinos
con sumisa materia de su orfebre cisoria.
La paleontología y la alquimia
de esos especieros, la caza de las bestias comestibles e innúmeras
nos llevan a la mesa estos milagros:
el lento dinosaurio al pipián,
la rauda liebre al vino.
Y tal vez, porque es el hambre
la más vil de las miserias
tuvo que ser su contrario, el prosaico fogón,
arte supremo.

Este libro hermoso sin duda tendrá muchos lectores y andará en cocinas particulares y en restaurantes de buen gusto.

Autores varios: Recetas prácticas para el buen comer, Editorial Universidad Autónoma de Chihuahua, México, 2002

Diciembre de 2002

jueves, 24 de enero de 2013

cecyt

Semana cultural del CECYT

Por Jesús Chávez Marín

Es agradable cuando una escuela especializada en las disciplinas científicas, como es el caso del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos, Cecyt, organiza programas como la Semana cultural. En comunidades como esta, suele darse una sensibilidad despierta de gran claridad para disfrutar de la música, los libros, el teatro, la danza, el cine, las exposiciones de pintura y la belleza de los edificios y los espacios urbanos o solariegos. 

Durante esta semana, a partir del 18 de octubre de 2002, la comunidad de este centro educativo, y también toda la gente de la ciudad, podrá darse tiempo para asistir a charlas y conciertos, para la contemplación serena y reflexiva. 

En nuestra época parecemos de pronto demasiado ocupados en asuntos concretos y materiales, la urgencia nos vence y los días van repitiéndose erizados de tareas. Pareciera que el destino se aleja de los pensamientos y nos encarrila a los números, las técnicas, la política siempre ajena y a veces injusta. Sin embargo los hombres han construido también una magnífica herencia cultural en cuyas manifestaciones se reúne el espíritu y recuperamos de esta manera nuestra identidad profunda, la más humana. 

Los hombres, los niños del siglo 21 tenemos como patrimonio colectivo una montaña de libros; un aire armónico donde vibra la música hermosa compuesta por grandes maestros en el pasado y en el presente; en las ciudades del mundo hay edificios magníficos, pinturas de belleza deslumbrante que nos emociona y estruja; en cada pueblo y en toda civilización se conocen los bailes, las danzas y las canciones que le dan a la vida un sentido de fiesta y los sueños de un futuro venturoso. 

La felicidad suele ser sencilla, pero hay que buscarla. Aprender a disfrutar la música requiere una concentración y una actitud. Hay veces en que leer un libro abre ventanas a pensamientos que ya estaban en el recuerdo pero que permanecían latentes, y en la lectura la imaginación se alimenta y la memoria se ejercita: pero el placer de la lectura también hay que aprenderlo, exige un esfuerzo y un trabajo intelectual, el de conocer más palabras y más formas textuales, con el diccionario a un lado y la mente despierta.

En la contemplación de un cuadro o una escultura podemos aprender también a educar la mirada, a conectarla con el pensamiento. A estos procesos de frecuentar las artes y la filosofía, y también la contemplación de la naturaleza, los maestros orientales les llaman meditación. Hay muchas formas de nombrarlo, por supuesto, y varios caminos para expandir la percepción. 

De muchos de estos temas habrá de reflexionarse en esta Semana cultural.

Octubre de 2002

lunes, 14 de enero de 2013

hidroponia


Hidroponia en la Quinta

Por Jesús Chávez Marín

El 8 de mayo de 2002 se presentó en la Quinta Gameros el libro Hidroponia: agricultura y bienestar, de la maestra Sonia Rodríguez de la Rocha. Desde hace muchos años, ella ha realizado trabajos de investigación en la Facultad de Ciencias Químicas, donde ella es maestra. Durante ese tiempo, era habitual encontrarla en el vivero de la Facultad durante horas, realizando procesos de cultivo y observando con atención científica y emocionada el desarrollo siempre maravilloso de la vida vegetal. A la vez también leía y estudiaba con toda paciencia la información sobre diversas formas de agricultura, sobre todo en los temas que tienen más relación con la química, especialidad de la maestra.
Con el tiempo de estudio y de trabajo, ella es ahora una de las personas que más conocen sobre las técnicas de la hidroponia, el “cultivo en el agua”, la siembra sin suelo, la agricultura en base de sustratos. Su práctica siempre estuvo sustentada en conceptos científicos, en la administración de la luz, en la aplicación de los elementos químicos y físicos y las dosis exactas de la nutrición vegetal.
Además del estudio y la experimentación, la maestra Rodríguez de la Rocha es una difusora muy activa de sus hallazgos. Ha impartido cursos sobre hidroponia en distintos foros y también escribió un folleto sobre el tema. Autora metódica y disciplinada, nos entrega ahora este libro, Hidroponia: agricultura y bienestar, que está destinado a desarrollar con pleno conocimiento de causa esta técnica de cultivo que ofrece tantas posibilidades en el futuro de la agricultura en nuestro país.
Con un lenguaje sobrio y elegante, la autora nos habla de la siembra, la plantación, el riego, la polinización, la poda y la cosecha de los cultivos en hidroponia, exponiendo con toda claridad ejemplos del proceso en algunas plantas como el tomate, la lechuga o las fresas. Con una facilidad asombrosa nos informa con toda sencillez lo mismo de las teorías clásicas o las más recientes que de las propias anécdotas y experiencias en el cultivo.
El libro será sin duda muy valioso para especialistas pero también para cualquier lector que quiera cultivar su propia hortaliza en casa, aplicando los procedimientos tan bien explicados. El libro está adecuado a las características del clima de Chihuahua, pero eso es solo una de sus particularidades, porque las técnicas que propone pueden aplicarse en cualquier región del mundo, acudiendo a los principios teóricos generales que están aquí muy bien tratados.
Sonia Rodríguez de la Rocha es una de las autoras más productivas y conocidas de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Hace dos años, la universidad publicó la segunda edición de su libro Creatividad en química analítica, el cual ha sido muy útil como texto en varios cursos del programa académico. Este nuevo libro suyo, que hoy sale a la luz, tendrá sin duda un destino similar. La lucidez y el trabajo de esta autora afianzan el futuro, libros como el suyo son instrumento y registro de conocimientos que educan y enseñan formas nuevas de producción y de vida.

Mayo de 2002 

miércoles, 9 de enero de 2013

tres culturas


Festival 9 de las Tres Culturas

Por Jesús Chávez Marín

Una de las más animadas tradiciones de los años recientes sucede en mayo, en ciudad Cuauhtémoc: el Festival de las Tres Culturas, donde se presenta una selección de las mejores producciones artísticas del estado de Chihuahua y a donde han asistido grupos de rango nacional, ante un público sensible y cada vez más numeroso.

Este año se programó como el primer acto del Festival un concierto de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua, la cual ya es bien conocida por esta comunidad, pues se ha presentado otras veces en Cuauhtémoc. La Universidad participa también con otros grupos artísticos del Instituto de Bellas Artes.

La idea generosa de integrar las manifestaciones culturales de esta región: la tarahumara, la menonita y la mestiza, le han dado a este Festival un ambiente de gran originalidad, pues le imprimen a la vez un carácter mexicano y lo conectan con una universalidad muy firme en nuestra época, atributos que son muy apreciados en este mundo de la comunicación plena, donde conviven todos los lenguajes.

Este Festival ha venido educando también el gusto literario y la sensibilidad artística en el público: muchos niños y algunas personas mayores tuvieron aquí su primer contacto con el teatro, con la música clásica, con exposiciones de artes plásticas, con la voz de los poetas, con narradores y conferencistas que en este foro expusieron sus ideas y los sistemas de pensamiento de la herencia cultural.

Sabemos también que en esta ciudad viven artistas que han venido ganando merecido prestigio, a nivel nacional, con su talento y su trabajo: pintores, escritores, fotógrafos y músicos de Cuauhtémoc, que cada año participan en el Festival y conviven con los que en este mes vienen de fuera y así se logran intercambios valiosos.

Quienes realizan este Noveno Festival de las Tres Culturas son trabajadores de la Presidencia Municipal de Cuauhtémoc, socios del Club Activo 20-30, promotores culturales, artistas y productores, y también el público que con su presencia y su entusiasmo le dan un territorio digno para su realización. La trascendencia de este festival ha ido creciendo desde que se inició con el primero, en 1994, enriqueciendo la mirada y el pensamiento de una vasta región.

Mayo 2002