viernes, 28 de septiembre de 2018

Guillermo Samperio. Arte del cuento


18 sugerencias para el cuentista a principios del siglo 21

Por Guillermo Samperio

Les voy a compartir una especie de decálogo para escribir cuentos hoy en día. El nombre es medio pomposo, lo que importa es que les resulte de utilidad a quienes practican este género o lo quieren manejar lo mejor posible. Podría ser un libro, pero ese ya escribí y no sé si Alfguara ya lo reeditó luego de un par de décadas Aquí viene llegando el señor decálogo pomposo:

1. Como el cuento se levanta narrativamente con base en un solo hecho narrado, que algunos llaman “anécdota” o “historia”, escríbelo con el menor número de palabras que puedas.
2. Por lo regular, el hecho narrado debe definirse en dos o tres frases y siempre tiene una sustancia humana: la venganza, el desamor, la amistad, los celos, la salvación, etcétera. Por ejemplo, el cuento Diles que no me maten, de Juan Rulfo, el hecho narrado de venganza es el siguiente: Cuarenta años atrás un señor asesinó a su compadre por un problema de colindancia de tierras; ha andado huyendo todo ese tiempo hasta que un coronel, hijo de aquél compadre asesinado, lo encuentra y lo fusila.
3. Si el cuento tiene más de un hecho narrado, zigzaguea y no es posible darle un buen final y queda un cuento flojo. Si, por ejemplo, Rulfo se pone a narrar la historia del coronel y el conflicto de celos que tiene con su mujer, el cuento hubiera tomado dos caminos y difícilmente hubiera podido resolverlo. El problema es que hay dos hechos narrados compitiendo entre sí: la venganza y los celos. En una novela es posible y necesario que dentro de ella existan múltiples hechos narrados, pero la novela ya es otro género narrativo. El coronel solo va a cumplir una función en el cuento: vengar el asesinato de su padre, fusilando al fulano.
4. Esto quiere decir que los personajes en los cuentos están para cumplir funciones narrativas concretas. Desde un personaje incidental hasta el protagonista, el antagonista, o uno secundario. Si el incidental es un elevadorista, su función es abrir y cerrar la puerta del elevador y ni siquiera es necesario describirlo. Solo se le dice elevadorista y ya; ni su nombre interesa a los fines del cuento.
5. Por ello, los personajes son simples funciones narrativas del cuento. La función del protagonista es estar en conflicto con el antagonista y viceversa, y nada más. Debido a esto la descripción de ellos necesita ser breve: el asesino andaba despeinado y vestía una camisa amarilla; el coronel iba sin gorra. Las demás características físicas las pone el lector, esa es su participación imaginativa. Hay que suponer que el lector es inteligente y sensible; no hay que explicarle ni describirle todo. El lector completa lo que cuento no dice. Así, pues, el escritor establece una frontera invisible entre el texto y el lector.
6. Entonces, todo cuento incluye un conflicto entre dos fuerzas que se oponen. El cuento tradicional tenía cuatro partes: principio, desarrollo (donde se veía el conflicto), clímax y final. El cuento moderno, el inaugurado por Edgar Allan Poe, comienza ya con el conflicto desarrollado. Y el cuento va a presentarnos en qué consiste ese conflicto. En los cuentos de Poe desde el principio sabemos que hay una historia visible y una historia oculta; el lector espera todo el cuento para conocer la historia oculta, donde está la base del conflicto.
7. A partir de Poe el cuento moderno se ha desarrollado. Ya se puede comenzar por cualquier parte del conflicto desarrollado y no es necesario advertir ni hacer notar que hay una historia oculta. Al contrario: el lector debe suponer que solo hay una historia. Para ello, el escritor debe ocultar la historia definitoria del hecho narrado y lo hace distrayendo al lector, haciéndole creer que los sucesos que se cuentan tienen otro valor dramático. Un ejemplo: “La mujer lo vio, le atrajo, ya quería estar con él, devorarlo, hacerlo suyo. La mujer tomó los cubiertos y cortó el primer trozo de corazón de filete”. Se hizo pensar al lector que la mujer se refería a un hombre, pero en realidad se trataba de pedazo de carne de res, pero no se le mintió al lector: un filete suculento puede atraer, se quiere estar con él, se desea devorarlo y hacerlo nuestro. A este mecanismo Juan Bosch le llamó distractor o línea de distracción. Con un solo distractor vendrá inevitablemente un cuento muy corto, Entre más líneas de distracción tenga, el cuento será más largo.
8. Si los distractores se han mantenido digamos tres páginas, el lector irá sintiendo la tensión que esto implica hasta llegar al clímax. En este punto el lector no debe haber adivinado el final; debe suponer un final que alguna línea de distracción le señala.
9. Al revelar el final, el lector hace un recuento de lo que leyó y se da cuenta de que a los sucesos él le dio otro valor dramático y que no fue engañado. El final requiere develar un efecto emotivo único, como decía Poe, o un efecto de reflexión, en parte emocional y en parte meditativo.
10. El final puede ser sorpresa. Ambiguo cuando el lector tiene que elegir entre dos opciones de final. Abierto donde el lector elige entre un puñado de posibilidades de finales. Circular cuando termina por donde comenzó. Y puede haber otro tipo de finales pero estos son los principales. Entre más distractores mantenga el cuento, más posibilidades de final puede elegir el escritor o el lector. 
11. La sustancia del cuento es el verbo, pues los verbos implican acción y el cuento no es más que un sistema de acciones de principio a fin. Así podemos decir que la sustancia humana (venganza o celos) debe representarse con un hecho narrado; el hecho narrado se despliega en un sistema de acciones con base en los verbos, lo cual lleva a mostrar la sustancia humana, que a su vez es el hecho narrado y etcétera.
12. El cuento necesariamente debe mostrar un significado externo a sí mismo, además del que revela el final. Cuando el coronel fusila al matador de su padre se cumple el significado de la venganza. Pero el cuento Diles que no me maten también nos señala que mientras siga habiendo propiedad de la tierra, habrá conflictos entre los propietario que pueden llevar a la muerte de uno, de otro o de ambos. Es decir el cuento de Rulfo sigue vigente.
13. Recuerda que un adjetivo que no agrega médula al sustantivo se convierte en tropiezo, lo mismo sucede con los adverbios, los gerundios y los participios. Estos últimos son recursos de apoyo nada más. El gerundio sirve para hacer avanzar una determinada acción. El participio es un sustantivo disfrazado. Los adverbios terminados en “mente” son los más horribles y buscan la credibilidad forzada del lector y casi siempre tienen su forma desplegada: “Forzosamente” puede quedar en “Por fuerza”.
14. Una buena atmósfera (luz, oscuridad, olores, sabores; lo concerniente a las sensaciones) le da una buena cantidad de fuerza al relato. En el cuento Emma Zunz de Jorge Luis Borges hay un momento en el que Emma se encuentra en el laberinto de un puerto, destinada a entregar su virginidad; en ese momento ve hacia una ventanita rectangular y Borges dice: En ese momento el día estaba agonizando. ¿Por qué no dijo que atardecía o que estaba cayendo la bola naranja del sol, o que se gestaba el crepúsculo? Porque el acto que iba a realizar Emma representaba una agonía para ella y porque, más a delante, un personaje también va agonizar. Esto implica, que la atmósfera debe ir acorde con el hecho narrado, sin exagerar.
15. El ambiente (que a veces se confunde con la atmósfera) nos muestra con brevedad cómo es el lugar del suceso, que nivel social tiene, si es agradable o no. Por ejemplo: “Alicia entró a la sala y percibió el aroma de maderas finas, sus pies iban sobre una sepia alfombra gruesa y suave”. Comparémoslo con este ejemplo: “Alicia tomó asiento en la silla de pino, recargó un brazo sobre el mantel de plástico de flores rojas y le vino el olor del carbón y a caldo de papa”. Tenemos dos ambientes opuestos, pero presentados con rapidez.
16.  Frente a la cultura avasallante de la imagen, llamada mediática, es preferible hacer la descripción con acciones de los personajes. Ejemplo: “La mujer pelirroja abrió con rapidez la puerta metálica, las luces que giraban daban distintas tonalidades a su minifalda amarilla; se abrió paso entre un montón de gente que cargaba vasos, pasó junto a la barra sin poner atención a la música que lanzaba un grupo al fondo. Tomó asiento, entre el humo de cigarrillos, en una mesita donde se encontraban tres hombres de traje gris y se puso a hablar con el de lentes oscuros”. Aquí la participación del lector es importante porque él imagina su propio bar o antro, su música, el tipo de hombres en la mesita y, sobre todo, a su pelirroja (su estatura, si es guapa o fea, el tipo de peinado, etcétera).
17. Describir durante las acciones de los personajes es una de las ventajas del cuento o la narrativa ante, por ejemplo, una película. Cuando en un filme se nos presenta un bar, el bar es como está en la pantalla y no de otra manera, la pelirroja es esa y nada más. Todos los que están en la sala ven lo mismo; no necesitan imaginar nada. En el cuento, el espectador lector ayuda a crear las escenas y también va construyendo el cuento junto con el escritor. Hay un ejercicio importante de su imaginación.
18.  Finalmente, para fortalecer la credibilidad, la verosimilitud de lo que se está contando, crear ciertos detalles es de vital importancia. Imaginemos un principio con conflicto desarrolla: “Teresa y Felipe están desayunado ante una larga mesa. Suena el celular de ella, quien se pone en pie y sale a la terraza a contestar para que su marido no escuche su conversación. De pronto, Felipe se levanta gritándole a Teresa que era la última vez que lo permitía. Toma el plato de hot cakes y lo lanza contra la pared. El hot cake va resbalando sobre la pared dejando una mancha marrón gruesa y Felipe sube al segundo piso. Teresa dice algo, cuelga y alcanza en la recámara a su marido, quien carga un portafolios de cuero crudo con las letras doradas FRS. Ella trata de calmarlo”. En este fragmento, quizá no convenza tanto que ella salga a la terraza, que él grite y aviente el plato. Lo que le da fuerza a los sucesos descritos son dos: a) El hot cake que resbala por la pared dejando la mancha marrón y b) Las letras doradas del portafolios. Con estos detalles, que parecen al margen del conflicto, el lector dice ´”sí, esto está sucediendo”, pero esta aceptación, desde luego, es inconsciente. Y para terminar, pues se mostró un principio con conflicto desarrollado, el cual debe abrir expectativas y preguntas inevitablemente: a) Por qué es la última vez, b) Por qué ella sale a la terraza a responder, c) Con quién hablaba. Estas preguntas las resolverá el desarrollo del cuento e, inevitablemente, el escritor necesitará ir al pasado remoto, distante del pleito de los hot cakes, para ir dando información de cómo se gestó el conflicto. Y puede ir combinando momentos en el presente con vueltas al pasado remoto, creando los distractores (digamos en este caso de celos de Felipe; pero va a resultar otra cosa) hasta llegar al clímax y luego al final.





Texto técnico del Gran Maestro en el arte del cuento del siglo 21, el escritor mexicano Guillermo Samperio.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Cartelera, arte de la ciudad

En la foto Luis Carlos Salcido y Rosa María Hernández
Cartelera, arte de la ciudad. Presentación de la revista Cartelera

Por Jesús Chávez Marín

A lo largo de un día cualquiera, una persona dedica la mayoría de su tiempo a trabajar para conseguir los recursos para la subsistencia, la propia y también la de los hijos durante algunos años. Otro buen tiempo lo pasa en transportarse a los lugares donde sucede la acción, comer de prisa, cumplir compromisos, reunirse con clientes, contadores, otras personas del trabajo.
Lo que queda del día es un tesoro que todos merecen y que no siempre es apreciado en su justo valor: el tiempo libre. Durante los fines de semana, por supuesto, se extiende a uno o dos días casi enteros, digo casi porque los sábados y los domingos también hay obligaciones domésticas que no se pueden detener, pero la verdad eso es lo de menos porque en el espacio de la propia casa todo suele ser más amable, a menos de que nos hayamos construido uno de esos infiernos íntimos que suelen ser avasalladores, pero esas ya son historias de terror.
Lo cierto es que todos tenemos en alta estima el tiempo libre. Guardamos dinero para ir a determinado lugar, procuramos enterarnos dónde están los espectáculos que nos gustan, conciertos, alguna conferencia atractiva. Pero a veces resulta que se nos escapó algún acto que jamás hubiéramos querido perder, o porque no hallamos información en los diarios o porque venía equivocada. En una ciudad ya tan extensa en su territorio y en territorios espirituales, reaparece ahora esta fina joya del periodismo especializado que es Cartelera, de Luis Carlos Salcido.
La historia de la revista es larga. En los años ochentas la inició Salcido con un grupo de amigos que ya antes habían hecho una anterior, que era literaria y se llamaba Media Hora. Me acuerdo que en esos días Ana Belinda Ames Russek y el propio Luis Carlos recorrieron palmo a palmo la ciudad reuniendo información turística para el contenido del primer número, y luego volvieron a recorrerla para buscar puntos de venta y distribución. Lo duro del trabajo nunca se sentía porque las empresas culturales de Salcido siempre han sido divertidas, su carácter alegre, irónico y de insospechada sabiduría hacen ligero el recorrido. Me consta porque fui uno de los trabajadores en su sala de redacción.
Aquella Cartelera de los años ochentas era una novedad en Chihuahua. Solo unos cuantos que habían vivido en la ciudad de México o en alguna otra ciudad grande conocían como algo natural esas guías donde vienen los rumbos de los actos artísticos, los bares, hoteles, espectáculos del día con sus horarios y los lugares bien organizados. Aquí cada quien se las arregla como puede y son las instituciones culturales con la parsimonia y el pequeño alcance de su difusión las que procuran anunciar los actos que organizan de vez en cuando.
Tanto Salcido como Ana Belinda y los demás iniciaron otros proyectos y abandonaron Cartelera; en la ciudad nos volvimos a quedar chiflando en la loma en lo que respecta a la oportuna información cultural. Pero en los años noventas decidió Salcido revivir Cartelera. Y como siempre ha sido un espíritu cosmopolita sofocado en Chihuahua, incluso vivió muchos años en la ciudad de México donde se sentía como pez en el agua, decía que esta ciudad en muchos aspectos tan estancada literalmente lo volvía loco. En homenaje a eso, le puso a su nueva revista Chihuahua me vuelve loco.
Esa revista llegó a ser imprescindible para los espectadores de la ciudad, que ya habían crecido en número y en complejidad. También era mayor la oferta cultural, más conciertos, bares de lujo y también de los otros, más arte público. La revista fue universalmente generosa con los lugares de reunión, anunciaba gratis lo mismo restaurantes carísimos que taquerías de barriada. Hay que decir que en la correspondencia de comprar publicidad, la mayoría fueron bastante miserables: los fritangueros de la orilla y aún más los ricachones.
Una novedad de la nueva revista fue que Salcido les dio cancha a varios escritores y fotógrafos, abrió un magnífico espacio de expresión en un momento en que ya no existían publicaciones literarios. Como es un mago del diseño, no se veía tediosa esa mancha de texto; incluso se las arreglaba para que la revista siguiera siendo materialmente lo que era su vista esencial: un programa de mano de toda una ciudad, un folleto turístico muy ágil y accesible, en formato de plakette de turismo para traerse todo el mes como una agenda útil y de grata presencia.
Y como en toda revista que siempre está cerca, el portador termina por verla toda, la verdad los escritores y los fotógrafos que allí aparecieron terminaron por volverse bastante famosos durante los dos años que duró circulando Chihuahua me vuelve loco.
Publicar con Salcido significaba un escenario de lujo. En cada uno de sus diseños transforma el espacio en una especie de caleidoscopio; su amor y respeto por la palabra escrita hacen que jamás sacrifiquen el texto en función de las imágenes, que hallen columnas deleitosas de lectura, que consigan la comodidad del lector, la belleza de lo escrito. Cuando un autor se vé a sí mismo publicado por Salcido, un poquito se pregunta: ¿de veras yo escribí esto tan hermoso? Y esa es una de las lecciones que él ha dado a la ciudad: el arte de la expresión gráfica en las publicaciones.
Recuerdo lo horrible que fueron los libros antes de 1985, cuando Salcido empezó a trabajar aquí. Unos amasijos de letra amontonada hasta arriba y hasta abajo de la página, sin ton ni son; en las portadas había dibujos chuecos y cívicos. Las revistas estaban hechas con unas columnas de líneas abiertas, empalmadas, con fotos desdibujadas en blanco y negro.
Salcido venía de trabajar en la SEP donde ya había ganado un premio nacional de diseño. Inició aquí con aquella revista Media Hora que fue una sorpresa y muy pronto se puso a hacer libros para varias editoriales y revistas, para empresas maquiladoras. Casi de inmediato la gente que sabe de libros empezó a contratarlo, y hasta la fecha. Lo mismo hace libros de arte que fue editor cultural en un diario de la ciudad, algunos años.
Y además de todo eso, ahora inicia el tercer vuelo de su revista constante, Cartelera. Será en estos años más útil que nunca, pues el número de espectadores es ahora una multitud. Quedó vista con claridad hace unos meses en el festival Ruta Uno y ahora en el nuevo festival llamado Metrópolis. Un mar de gente que necesita saber donde están los conciertos, los lugares, los artistas. Una revista como Cartelera será una publicación de grande utilidad y a la vez un objeto hermoso, producido por un gran artista de Chihuahua.
Espero que Cartelera tenga larga vida y se establezca como un instrumento turístico valioso y una revista muy querida por los que vivimos en la ciudad.
Julio 2014

sábado, 15 de septiembre de 2018

Erives el teatro

Erives el teatro

Por Jesús Chávez Marín

En un café del centro, el actor Oscar Erives espera la llegada de un grupo de teatro de Durango que viene a presentar un montaje de El suplicio del placer, de Sabina Berman. Más tarde habrá de instalar en su hotel a los visitantes, estará al pendiente de que haya para ellos una cena sabrosa y los llevará personalmente en su camioneta Dodge Dart al Teatro de Cámara donde se presentarán el sábado 18 y domingo 19 de mayo de 1991. Mientras, acepta conversar un rato con el reportero de Auraed, que soy yo.
Estas son algunas de las mil tareas y trabajos de los que con naturalidad se ha tomado todos los días y durante toda su vida Oscar Erives por su gran amor al teatro. Además de una intensa carrera como actor (actualmente participa haciendo personajes principales en dos montajes: Traición y Los justos), desde diciembre Erives preside la recién fundada Asociación de Teatristas Unidos de Chihuahua, el ATUCH.
―Oscar, ¿cómo les fue con Traición?
―¡Maravillosamente bien! Terminamos esta primera temporada con gente a la puerta exigiendo boletos para entrar y como el tipo de montaje de Mario Humberto Chávez hizo que el cupo fuera limitado a solo 25 personas por función pues, imagínate, los últimos días todo mundo quería ver Traición a como diera lugar. El penúltimo día admitimos 45 espectadores, quienes se apretujaban en la recámara de la quinta escena, y todavía se quedó gente afuera. A ver cómo nos va en la temporada siguiente, que será del 26 de junio al 15 de julio.
―Esta respuesta de la gente para una puesta en escena de teatro chihuahuense es resultado de muchos años de trabajo por parte de ustedes. Es claro que ya tienen un público formado y exigente, que sabe de teatro, ¿no crees?
―Por supuesto que sí.
―Oye Oscar, cuéntanos la historia de la Asociación de Teatristas.
―Pues mira: ya hace algunos años había esta idea por parte de Fernando Saavedra, de Enrique Hernández Soto, también lo intentó Fernando Chávez Amaya; fueron proyectos efímeros, que no lograron consolidarse por distintas razones. Luego el año pasado el INBA y el Instituto Nacional para la Cultura y las Artes enviaron a todos los teatristas del país un documento llamado Programa nacional de apoyo al teatro donde se convoca a los grupos de cada estado para que se constituyan en asociación y propongan un proyecto colectivo de trabajo escénico por período anual.
―¿Cuándo llegó esa convocatoria?
―Fue en agosto de 1990. Entonces nos empezamos a reunir en Bellas Artes de la UACH los directores de los distintos grupos de teatro. Analizamos el documento y fuimos redactando nuestro propio texto, adaptándolo a las necesidades y a los problemas concretos de la ciudad. Se decidió que yo llevara este nuevo documento al Foro Nacional que se instalaría en Monterrey, en el marco de la Muestra Nacional de Teatro.
―¿Cuál obra representó a Chihuahua en esa Muestra?
―Fue Fin de partida de Samuel Becket, dirigida por Fernando Saavedra. A mí me tocó participar como actos en esa que vino a ser la despedida de Fernando, del teatro y de la vida.
―¿Qué sucedió en ese Foro Nacional? ¿Cómo les fue?
―Todavía no te podría decir cómo nos fue. Cada estado de la república estaba invitado a participar y la mayoría presentaron proyecto. Pero hasta hoy no ha pasado nada, no hemos recibido respuesta.
―¿La convocatoria ofrecía algún presupuesto?
―Si, supuestamente se entregarían cuarenta millones a los teatristas de cada estado como apoyo para gastos de producción de sus trabajos. Pero como te digo: hasta hoy todo ha quedado en palabras.
―¿Qué sucedió después, cuando regresas de la Muestra?
―Voy con los directores para informarles. Todo este asunto marcó aquí el arranque de la Asociación. Nos habíamos venido reuniendo cada semana los directores y los representantes de los grupos. Había buena disposición para formar una asamblea.
―¿Se pretende asociar a grupos o a individuos?
―La asociación está formada por personas, independientemente del grupo de teatro donde trabaje. Se invitan actores, directores, dramaturgos, escenógrafos, tramoyistas, toda gente de teatro.
―¿Se constituyeron como asociación civil?
―Ante notario y todo. El 5 de diciembre de 1990 celebramos nuestra primera reunión oficial. Elegimos mesa directiva: yo fui nombrado presidente, como secretario quedó Luis David Hernández y como tesorera Micaela Solís. Nos pusimos de inmediato a trabajar: hicimos las temporadas sucesivas de Los justos, Traición, hemos invitado grupos visitantes; antes hubo también aquel festival de teatro en homenaje a Saavedra y en junio tendremos la Muestra Estatal de Teatro 1991 con 16 puestas en escena, una diaria, en el Teatro de Cámara.
Junio 1991

sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Qué va a salir en la tele 1991?

¿Qué va a salir en la tele?

Por Jesús Chávez Marín

Hoy, como desde hace muchísimos años, Roberto Gómez Bolaños pondrá en escena por millonésima vez las mismas puntadas que a él le parecen jocosas. La mejor de todas fue cuando eligió, como su nombre de escritor chistoso, el diminutivo mexicanizado de Shakespeare: Chespirito.
Raúl Velasco, por su parte, hará funcionar su dentadura postiza para sonreír beatíficamente al presentar a la más reciente estrella, algún cantante español que antes, tal vez, le pasó una buena feria por debajo del agua para lograr la cima de salir en Siempre en domingo.
Quizá por la mente de Velasco se cuecen escenas imaginarias de las transas o las millonarias ganancias que deja el mundo del espectáculo: como el caso de Laureano Brizuela que hasta fue a dar a la cárcel porque su representante, Velasco hijo, no pagó impuestos al gobierno mexicano O quizá Raúl utilice esta tarde lágrimas de utilería para emocionarse hasta el llanto con alguna viejecita que asistió al programa o salga el recitando alguna bonita poesía y consejos después de relatar alguna historia triste.
Al día siguiente, en los quince minutos que los anuncios le dejan libre, la muchacha rubia de la telenovela después de veinte años está a punto de conocer a su verdadera madre, quien resultó ser la sirvienta de los vecinos de enfrente donde vive un príncipe azul químicamente puro: millonario, joven, guapo e ignorante. Ellos tres habrán sobrevivido en medio de una serie de asesinatos, intrigas, traiciones urdidas por los malos: la suegra, el suegro, el detective privado contratado por ellos que no se da cuenta de nada hasta el capítulo 187. Más tarde la estúpida arrogancia de Jacobo Zabludovsky seguirá siendo útil para hacer propaganda, disfrazada de información, en favor de las causas más reaccionarias de una sociedad sojuzgada por los poderes gigantes del dinero y la política.
Lo que resulta increíble en esta historia tan aburrida es que con esos desfiguros repetitivos y limitados, la televisión logre capturar durante horas la atención y la mirada de millones de mexicanos. Es vida tan pobre que el señor llega de su trabajo y se tira en el maltratado sillón de la salita comedor frente a la tele y se dispone a ver, junto a su familia, un espectáculo donde los anuncios comerciales son lo más imaginativo que hay, lo mejor producido. Esto los niños pequeños lo saben bien y, como en medio de su casa siempre hay un televisor prendido, se fijan en los comerciales y los aprenden de memoria. Afuera el día completa de nuevo su ciclo  y pasamos ciegos por el mundo.
Sin embargo hay cosas nuevas en la tele: la más evidente su poderío tecnológico cuyo objetivo inmediato es la ganancia, el poder económico y por tanto, político. La presencia de la televisión en la cultura de masas es enorme. Se multiplica con el cable, la antena parabólica, las videocaseteras. Pero su evolución en cuanto a posibilidades de espectáculo e información sigue siendo muy limitada, muy controlada. A ratos parece que en la tele solo vemos un alucinante desfile de enfermos, de idiotas: “doctor” Cándido Pérez y su bella esposa, el anciano chavo del 8 refugiado en un barril en medio del patio, los comediantes censurados y oligofrénicos, Lolita Ayala y todos los locutores de Eco, Angélica Vale diciendo que conoció a unos “niños” loquísimos, la nueva gente con punto de vista light, los programas policiacos de Silvia Pinal y La Hora Marcada, Chabelo anunciando a gritos etiquetas de juguetes dulces y frituras.
Mejor cámbiale de canal. ¿A dónde? En Chihuahua solo se trasmiten dos canales. En el de Imevisión los programas musicales parecen de aficionados a punto de que les toquen la campanita descalificatoria. Las series norteamiericanas o inglesas como Hanney, Alf, Los años maravillosos los repiten veinte veces cada capítulo. Luego están Alejandro Aura y Ricardo Garibay con sus pedantes invitados que se sienten soñados y en las nubes por ser tan cultos que el telespectador no los merece pero que aparecen tan censurados y cautos como en la tele comercial: una información que afecte mínimos intereses y políticos y empresarios jamás saldrá a la luz electrónica de las cámaras de televisión.
Producción local no hay en Chihuahua. Antes hubo el canal 2 cuyo logotipo era un perrito chihuahueño y duró años con modestos programas y sus noticieros de quinta, tratando de firmar algún contrato de publicidad con los miserables empresarios chihuahuenses: no consiguió ni patrocinadores ni auditorio sino en niveles muy escasos.
Luego ese canal fue vendido a Imevisión, con lo cual todo fue empeorando hasta llegar a su total extinción. Todavía hace un año funcionaba a duras penas, con sus cámaras remendadas con masquin, cinta adhesiva, alambres amarrados. En sus estudios de la Colonia Santa Rosa las parees se caían a pedazos, las puertas colgaban chuecas y los techos estaban llenos de goteras, cualquier llovizna era tormentosa y en sus oscuros pasillos o subiendo las podridas escaleras de pino deambulaban algunas personas que intentaban producir programas de televisión sin ningún presupuesto y pidiendo gratis la colaboración de artistas locales. Total que mejor apágale.

Abril 1991

lunes, 3 de septiembre de 2018

Taller literario

Taller literario
Estrategia narrativa.
Las clases son una vez por quincena, de 6 de la tarde a 8 de la noche.
Lugar: café y sala de lectura Eve & Joe, calle Ojinaga 1004, zona centro, Chihuahua.
El curso dura 6 meses.
Grupos de máximo 3 personas, también puede ser una sola.
Profesor Jesús Chávez Marín
Precio: 600 por clase.
600 ÷ 3 = 200
600 ÷ 2 = 300
600 ÷ 1 = 600
Inscríbase en el 614 515 42 27

sábado, 1 de septiembre de 2018

Almudena Cosgaya

Una novela gótica de siglo 21. Presentación del libro La maldición del séptimo invierno, de Almudena Cosgaya

Por Jesús Chávez Marín

A una buena novela se entra como a una región, a una ciudad, a una casa que jamás habíamos conocido y en el umbral se inicia un viaje hacia un territorio de ficción; el tiempo real del lector se suspende voluntariamente y se inicia el tiempo del relato, el tiempo de la ficción. Y esto cuenta aún para las novelas realistas, no solo para las que navegan en la literatura fantástica.
Almudena Cosgaya, esta escritora extraña y concentrada, esta mujer plena de misticismo y destreza narrativa, nos lleva a un viaje por lugares asombrosos, páramos agrestes donde de la nada aparece un castillo de quince torres que un minuto antes no estaba allí; un bosque más oscuro que la noche a donde todos los aldeanos temen ir; no quieren ni mirarlo de lejos; es igual de atormentado que la noche oscura del alma de donde surgió la idea maravillosa de La divina comedia, de Dante.
Para conseguir el cataclismo de tormentas que es su novela, Almudena Cosgaya, y me gusta decirlo así completo Almudena Cosgaya porque su nombre parece seudónimo de tan buen nombre de escritora que es, ella, acudió a un corpus muy vasto de mitologías y leyendas, códigos y códices, desde los más sagrados hasta los más heréticos: La Biblia, manuales de brujería, Drácula, hombres lobo y un pormayor de zombies a los que jamás se les llama de esa manera en este delicado libro.
También andan por aquí un buen de de autores invitados que en esta novela se pasean no tanto como influencias, aunque también, sino como compañeros de viaje, Edgar Allan Poe, Hoffman, Mary Shelley, Bram Stoker y hasta de un poquito de J. K. Rowling.
Como ex profesor de la autora, soy testigo presencial de que la concepción de esta novela que hoy sale a la luz fue iniciada en su concepto completo y con gran avance en el año 2001, antes de que Holywood pusiera de moda a los neo vampiros de la saga Crepúsculo, cuya primera película fue en el 2008.
Si en lugar de empezar a escribir en Chihuahua y en ciudad Juárez Almudena hubiera empezado a escribir en Los Ángeles o en Nueva Work, hubiera sido la guionista perfecta para ese cine que cobró tanta fuerza en los recientes años.
Así son los misterios de la literatura. Para nuestra buena fortuna ahora tenemos esta novela tan compleja y tan fascinante.
En sus páginas hay secuencias que no se pueden dejar de leer y aún después de que cierra uno el libro se queda pensando qué pasará después, porque a la vuelta de la hoja aparecen sorpresas increíbles luego de que ya pasó todo: la peste que mató a un pueblo completo y luego los muertos andan mordiendo gente en lugar de permitir que le dieran cristiana sepultura, maldiciones y profecías que condenan a quien se les para enfrente a la vida eterna de los malditos; cielos que se tiñen de sangre y sombras que toman no la figura humana sino la figura inhumana, así lo escribe la autora con toda desfachatez y risa irónica, pues son ángeles errantes con espadas de oro.
La novela abre con una hoja donde se mezclan versículos proféticos de la biblia con hechos históricos donde se enuncian todos los tópicos del libro. El inicio es de lo más novelístico: con una carta de Sounya, uno de los personajes más simbólicos. Y luego entra ya propiamente el primer capítulo, donde sale el héroe principal, Adrián Moïse.
Este personaje es toda una síntesis conceptual, una especie de vértice donde se conjugan muchos seres de la tradición literaria, de la mitología y de pasajes religiosos: Fue un niño vagabundo que apareció en una aldea donde había un monasterio, en las novelas fantásticas siempre hay un monaserio Shaolín como escuela de samuráis de un jovencito,  donde nadie sabe su origen y él mismo no recuerda su pasado. Más adelante sabremos que en su alma de guerrero habita un lobo, es un hombre lobo, también es un ángel caído, parte de todos aquellos que fueron expulsados junto con Lucifer de los confines del cielo. Años después, para salvar a su amada tuvo que dejarse contaminar por la sangre insepulta de los vampiros y ya más viejo algunos le llamaban Drácula. Las aventuras que vive son tantas como las arenas malditas de un desierto de donde de pronto se levantan sombras.
Estoy seguro que esta novela tiene ya un público específico, formado con personas de la generación de Almudena. Y que su literatura está muy bien afinada en el ritmo de su época: vertiginosa y un poco escéptica. Cuando leía la novela también se me reflejó como una metáfora de nuestros tiempos de violencia y de grandes monstruos que acechan a la humanidad: a su ecología, a su economía, a su integridad física, a su libertad. Pero esa ya sería otra lectura que también pudiera tener esta novela. La buena literatura nos remite a varias zonas semánticas y simbólicas. Y como lo que escribe Almudena Cosagaya es buena literatura, pues de esta novela cada lector puede tomar lo que guste entre una gama muy amplia de posiblidades.
31 agosto 2018