lunes, 22 de diciembre de 2014

Marlboro rojo




En lo que dura un cigarro





Por Jesús Chávez Marín





Acabo de oír una conversación en el ambiente que se ha hecho habitual en ciudad Chihuahua en los años recientes. Llegó un señor acá, disque muy elegantón, como de sesenta años. Pidió un cigarro suelto Marlboro rojo, por favor.

Mientras pedía su cigarro pensó: estos indios vayan a pensar que no tengo para la caja completa. [como efectivamente: no traía]. O que soy de esos fumadores arrepentidos que de vez en cuando rompen la dieta de tabaco.

Por eso dijo, sin  que nadie le preguntara:
           
―Pido uno suelto porque no quiero ir al cajero automático. Nunca voy de noche.
           
Vecinos y parroquianos del centro de la ciudad, acostumbrados a meterse cada cual en lo suyo importándoles madre lo que otros digan o hagan, ni lo pelaron.
           
―Es que no quiero maltratar a nadie. Imaginen que me despache a uno que quisiera asaltarme en el banco: me meten al bote.
           
Otra vez nadie le hizo el menor caso.
           
Ya se iba, echando bocanadas de humo perfumado. Un pordiosero de mano temblorosa en párkingson, dijo:
           
―No le hacen nada. Cuando alguien mata un cholo, la ley no lo persigue.
           
Complacido en la oportunidad la pintan calva de cambiar su discurso autocoplaciente por uno moralista y casi casi humanista, el viejo se devolvió a decirles a todos los que quisieran escucharlo:
           
―Me perdona mucho, señor indigente. Pero sí me hacen todo. Torturas. Penas. Iría yo directito al bote. Además no todos los cholos son asaltantes violadores y asesinos. La mayoría de los cholos en esta ciudad son magníficas personas, honestos, trabajadores.
           
Luego dio la media vuelta, hizo su histriónico retiro, ahora sí ya muy satisfecho, fumando muy a gusto su buen Marlboro.


Enero 2013







Jesús Chávez Marín ha sido profesor de literatura en la prepa Ángel Trías, Cedart y en el Colegio de Bachilleres, comerciante y fotógrafo. Es autor de los libros Yo soy tu hora del recreo, Aventuras de coctel, Coralillo, Te amo Alejandra y Tecomblates, coautor junto a Dolores Gómez Antillón de los libros Rocío de historias y Voces de viajeros. También es compilador de Nueve leyendas de Chihuahua.

1 comentario:

  1. Cuando la violencia va haciéndose cotidiana en una ciudad, el lenguaje se hace duro y la conciencia, laxa.

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