martes, 16 de febrero de 2016

Escritores en el hotel Posada Tierra Blanca

Voces en tierra blanca


Por Jesús Chávez Marín


Escritores hasta debajo de las piedras, levantas una piedra y allí ves a un escritor con su librito en la mano; está de moda escribir y en realidad hay facilidades para publicar, quien se lo propone lo hace. Esto lo dice el novelista Jesús Gardea, uno de los asistentes al Segundo encuentro de los escritores chihuahuenses, y agrega: a mí no me gustan estos fandangos, yo vengo para reunirme con mis amigos, para andar con ellos una tarde en nuestra tierra.

Las mejores notas de este encuentro sonaron en palabra de poetas que leyeron sus propios textos: Híkuri, Anaya, resonancia de serranías, Finisterra, Montemayor, el suave acento musical del retorno a la patria; Gardea, que según varios críticos es hoy el mejor narrador de los recientes años, lee un cuento inédito que se titula Natividad Colunga. Los dramaturgos Macín y Talavera leyeron fragmentos de sus recientes textos: Adán se despide y La vuelta. Se dice que ningún escritor sabe leer sus trabajos en voz alta, los nuestros sí saben y es un placer oírlos.

También hubo ponencias que enredaban al oyente en laberintos conceptuales llenos de erudición y jaladas estructurales; otras con florituras decimonónicas que rezumaban miel de halagos; otros híbridos sin marco teórico identificable, ahogándose entre retazos de frases hechas, imágenes que desearon ser poéticas y nebulosas jergas psiquiátricas, que solo veían estadísticas en el mundo de la ficción: “muchos muertos en Placeres y siete libros sin hacer el amor”. Como si los habitantes de regiones novelísticas estuvieran obligados a contarnos aventuras eróticas. En fin, de todo: trabajos serios de profesionales de la literatura, por un lado, y por el otro retórica que cubre vacíos de información.

Tienen quince minutos de receso y café con galletitas. La sinceridad se paseaba por los pasillos al lado del disimulo, la camaradería conviviendo con la desconfianza, interés y admiración por la literatura y sus autores, pero también chisme privado y elogio público. Y esta oreja gráfica registra los ecos, este artículo debería salir firmado por cincuenta autores, estaría plagado de comillas y nombres.

Pero por favor pásenle ya, andamos retrasados y acuérdense que a las siete y media nos echan de la sala porque va a haber cine.

A la mañana siguiente los tempraneros estamos solos. Un amigo me comenta: lo que pasa es que ya nadie quiere ser de infantería, aquí pura estrella, llegan tarde para darse a notar, que todos miren nada más quién va llegando, ni más ni menos que, oh, pero a la media hora llegan todos y el partesala se les desmorona a cada cual. La mañana del sábado la sala está llena, la risa estalla vigorosa y fresca con la lectura de algunos relatos de Las mil y una noches mexicanas, Fuentes Mares, el humo le pone una repasada crítica a una sociedad y a una historia revuelta con mentiras. Más tarde la lectura soporífera que una esposa abnegadamente hace de las bonitas poesías con las que veinticinco años antes su marido ganara el segundo lugar en los juegos florales... atrás de las auroras sobre la espesa nube, los lejanos ladridos de la fiera sin nombre, entre la senda negra del sendero... y todo el mundo saliéndose sigilosamente de la sala hasta que se quedó casi vacía.

Después de cada ponencia el público participaba haciendo preguntas y comentarios. José Fuentes Mares dijo refiriéndose a Juan Rulfo: Es falso, es uno de los cuentos chinos que se han inventado en este país; y para corregirnos el rumbo nos dijo que en cambio Guiraldes si era verdadero, ya que a sus libros tenían que agregarle diccionario para entenderle. Otra persona aseguró que en vez de críticos, los escritores necesitaban psiquiatras. Total que nadie comentó la ponencia reciente, ¿alguien la entendió?; y eso que desde Nueva York había llegado Norma Klahn para ilustrarnos, de lo cual después dijimos sentirnos orgullosos: nuestra obra está siendo estudiada en universidades de Norteamérica y eso que solo somos chihuahuenses, fíjese nomás, ya la hicimos.

Los primeros dos días uno de los que más levantaba la mano y tomaba la palabra era un líder sindical. ¿Y a ese quién lo invitó? Nadie, pero se siente escritor, dice: pues nosotros los escritores incluso nos podemos dedicar a otros oficios. Y de atrás le gritaban: sí, por ejemplo al charrismo. Cuando vio que lo empezaron a abuchear, no volvió a pararse por allá.

Uno de los asuntos que mejor se trataron fue el teatro. Se examinó el problema de la autoría del texto dramático, la traición que hacen de él algunos directores que lo usan como pretexto para dar salida a sus propias obsesiones y lo convierten en espectáculo vacío. Aunque es un género que solo cobra vida dentro del escenario, el texto tiene la esencia de la literatura. Que el teatro es el quetzal, no cualquiera puede alcanzarlo, grandes genios lo intentaron sin lograrlo. Es el ave fénix. Carlos Montemayor agregó después que a los teatreros nomás les faltó decir que el teatro era el águila devorándo a la serpiente.

Se examinó también la situación del teatro en Chihuahua. Los conferencistas señalaron que este arte necesita un local adecuado: la intención al construir el Teatro de los Héroes era que fuese exclusivamente para teatro; pero aquí la agenda de los teatros está llena de otros eventos. Enrique Macín dijo que el nombre de complejo cultural de los tres edificios para teatro se lo puso algún malévolo; que el teatro al aire libre lo planeó algún sádico y para lo único que serviría es para la exhibición de osos polares; el Auditorio Municipal, mejor conocido como el aborto, no sirve para nada, no es nada, solo una horrible reunión de ladrillos; el Paraninfo está hecho para chihuahuenses delgaditos del siglo pasado; en el teatro de cámara de Bellas Artes bailan matachines. Otro de los señores de la mesa de conferencias completó el panorama: ensayamos seis meses para subir a escena dos días, temporadas brevísimas y frustradas; se hace uso ineficiente de la publicidad y a manera de crítica publicamos gacetillas que nomás nosotros leemos. No se consolida una acción permanente y armónica del teatro regional.

Otros temas se trataron, con mayor o menor fortuna. El domingo a las dos de la tarde se terminó el encuentro de escritores. Todos se fueron retirando uno por uno. Despedidas, promesas, ánimo de volver a encontrarse, dame tu teléfono. En la salita contigua un grupo de creyentes entonaban himnos religiosos. Otras voces, otros ecos habitarán estos lugares. (Noviembre 1984)




La clausura a escondidas.


El diseño de la Segunda asamblea de escritores tiene puntos discutibles. Eso de que un autor tenga que hablar de la obra de otro violenta las cosas y compromete a las personas a empeñarse en una labor que no le gusta. ¿Qué puede hacer? Unirse al coro de elogios mutuos o salir de paso con un discurso vago para escurrir el bulto. Sería mejor para él y para su auditorio que nos hablara de su propia experiencia literaria o que nos leyera sus textos, como hicieron Anaya, Montemayor, Macín, Gardea, Talavera y Fuentes Mares.

Además la asamblea no es tal: la palabra da idea de reunión de todos y a esta, como a la anterior, no acudieron varios escritores nacidos en Chihuahua. Entre los ausentes que se mencionaron en esta ocasión estaban, o sea: no estaban en el programa aunque allí andubieran Rogelio Treviño, Enrique Cortazar y Sergio Loya. Decir asamblea es pensar que se convoca a todos, opción abierta para decidir planes y ponencias. Claro que habrá algún criterio para aceptar participaciones, imposible que todo quepa. Pero en estas asambleas no parece que lo haya habido. Quiénes sí y quiénes no deben ser invitados, cuáles son los parámetros que miden la pertenencia o la ausencia.

Por otro lado, el afán oficialista. Se entiende que estamos en pleno plan cultural de las fronteras, programa federal, y en vísperas de contienda electoral por la grande del estado. Pero no deberían ofrecerse plataformas de lucimiento social, adornos y oropeles culturales a quienes lo que menos importa es la literatura.

De todos modos ya ven que no se puede muy bien, los escritores no son previsibles ni de fácil manejo. Por eso la clausura, que según el programa harían en el campus universitario, tuvieron que hacerla a escondidas en un exclusivo restaurante de la ciudad y ante un grupo de notables. La hicieron un día antes de que terminara la asamblea.


Noviembre 1984

1 comentario:

  1. En los años ochentas Mario Arras y el Seminario de Cultura Mexicana campus Chihuahua organizaban asambleas de escritores como la que aquí se relata.

    ResponderEliminar