martes, 15 de octubre de 2024

Novillo

 

Novillo

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Dibujo: Beatriz Bejarano Domínguez

 

Al Becerrito le gustaba saludar, en especial a las amigas de sus hermanas mayores. Cuando era pequeño, porque ahora con sus 13, francamente asusta. Ellas se lo tomaban como gracia y decían que a él lo habían criado con leche en polvo, porque siempre parecía tener sed, con esa costumbre suya de clavar su carita en medio de los senos de las señoras. Pero ahora ni quién comente. Ya nadie quiere visitarlos. Las muchachas corren a sus habitaciones o se salen por la puerta del patio cuando aparece esa familia. Quienes se atrevieron a comentar lo incómodas que las hacía sentir el saludo del “chiquillo”, abrazándolas fuerte, procurando rozar sus senos el más tiempo que pudiera, simplemente dejaron de ser amistades de la mamá. Aquello tomó visos de enfermedad, así que nadie tocó el tema otra vez. En la escuela el muchacho era tratado como residuo peligroso; pocos niños cruzaban palabra con él, y de las niñas, solo las que se retaban entre ellas o como castigo de algún juego. Estaba un día el Becerro en el recreo, jugando al juego que más le gustaba, o sea, estar sentado viéndole los senos a las maestras, en especial a la de Biología, mujer bien dotada, cuando apareció la niña nueva. Ella era diferente. Tenía unos ojazos negros, un cuerpo de espaguetis a la mantequilla con un escurrir de gata en Youtube y una graciosa risa de timbre metálico. Todos los recreos la seguía y la miraba, enamorado perdido. Se sintió tan cautivado, que él mismo notó cambios que lo hacían parecer otro animal. Pronto se dio cuenta que ya no deseaba rozar los senos de las señoras; ahora sentía la prerrogativa de abrazar a aquella muchacha con todo su cuerpo, con todas sus extremidades palpitantes, con toda su alma, en la cual hay ahora un deleite inimaginable.

lunes, 14 de octubre de 2024

Donde termina el paisaje

 

Donde termina el paisaje

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Dibujo: Beatriz Bejarano

 

En uno de esos saltos despreocupados que se dan por el jardín, el chapulín se estrelló contra un poste de concreto. En su alma sencilla no entendía por completo cómo un campo verde se volvía baldío, y del horizonte que seguía sólo distinguía cuadros grises, alambres, orillas y colores con olores.

—Se ha puesto muy denso el panorama —se dijo, y luego de un rato desconcertado, siguió su camino dando brincos.

sábado, 12 de octubre de 2024

Neblina automática


 

Neblina automática

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Dibujo: Beatriz Bejarano

 

Cumplirle a su hijo, llevarle el juguete nuevo y verlo sonreír cuando lo encuentre bajo el árbol navideño… Recuerda haber visto el mono cuando un niño berrinchudo lo lanzó a la cara de su madre porque no venía con el Batimóvil. El frío de la noche le caló en las mejillas. Caminó al cajero automático afuera de la tienda departamental. Ahí se acomodó una barba abundante y jocosa. Esperó al siguiente usuario para atracarlo, empuñando la blanca sonrisa de su primogénito.

viernes, 11 de octubre de 2024

Prefacio

 

Prefacio

 

Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Dibujo: Beatriz Bejarano

 

En noviembre de 2011, uno de nosotros dos, llamado Cárdenas, le escribió al otro en el Messenger, donde muy seguido conversamos:

—Apenas estamos en noviembre y aquí (en Monterrey) ya todo está abigarrado de arbolitos de Navidad, luces y santocloses.

Tres días después, el otro respondió:

—Sí, aquí está igual. Empalagado de esferas y tejocotes; esto parece piñata.

Ese día, para atenuar el fastidio los colores chillantes y villancicos a toda hora, se  propusieron escribir cuentos de Navidad que no tuvieran final feliz ni transcursos angelicales. También acordaron publicarlos simultáneos cada uno en su muro de Facebook.

De esa manera fueron apareciendo secuencias donde el Santoclós era un malandro de siete suelas; un viudo deambulaba por su casa divinamente adornada por su difunta esposa; un padre de familia arruinado se disfraza de Batman para obtener justicia de los usuarios de cajeros automáticos y así poderle comprar los regalos de Niño Dios a su hijo; un joven mancebo, abandonado por su querida, la contempla salir de la iglesia el 25 de diciembre...

Luego llegó la primavera, y con ella, nos brotaron otros temas.

Cuando llegó enero, ya habíamos agarrado vuelo en este tipo de discurso narrativo en colaboración; sin querer habíamos inventado el hilo multicolor de un sencillo sistema de escritura al alimón, al que, creatividad aparte, llamamos ordinariamente Ping-Pong.

Por supuesto que dicho método sufrió adaptaciones, recortes y afeites. Esta es, en tres simples pasos, la técnica resultante:

1. Uno de los dos redactores hace el saque, o sea, esboza un relato o lo escribe de pe a pa y se lo mandaba al otro en un archivo de Word.

2. Cuando el texto está en la cancha del segundo redactor, este lo modifica con toda libertad, pudiendo incluso eliminarlo y escribir el propio desde cero, y lo devuelve por Messenger, también en archivo de trabajo.

3. Y así el texto bota de un lado a otro hasta que ambos acuerdan que ya está terminado a satisfacción. Match. Set. Juego.

La regla de oro es que, al llegar el texto, cada uno de los autores lo trabaje desde la primera línea hasta el final, dándose la gracia de regodearse con las dos supremas facultades en la acción de escribir: la de redactor y la de corrector al mismo tiempo.

De esta manera conseguimos acumular un buen lote de relatos, unos con muchos likes en nuestras páginas y otros no tanto... de estos hicimos la selección que pródigos entregamos en este libro.

Esperemos que los lectores nos favorezcan con su Like y se diviertan con estas historias que a todos nos incluyen (la lista con los nombres de los mus@s se podrá consultar oportunamente en el siguiente Sueño de los brutos, volumen II) :)

 

Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Chihuahua, Nuevo León, a … y tantos del mes … del 20 … 


Patronímico

 

Patronímico

 


Por Rafael Cárdenas Aldrete y Jesús Chávez Marín

Dibujo: Beatriz Bejarano

 


Patronímico Vasconcelos se ha casado y reflexiona a la víspera de tener a su hija: “¿Cómo la llamaremos?...”

Recuerda sus años de primaria y secundaria, cuando todos se burlaban de él por su nombre; y también cómo empezó a destacar por lo mismo en la prepa, el placer de ser único y la bendición de no tener tocayos. Pero no, “...y menos ahora con la moda de las pinches latas con tu nombre...” Decide que su nena tendrá mejor suerte que la suya. “Tendrá todas las latas que quiera y a la vez será popular”. Ahora una Coquita Vasconcelos acompaña a la familia a la hora de comer.