viernes, 14 de febrero de 2014

bullying

Cuatro relatos de bullying

Por Jesús Chávez Marín

Bullying, la voz inglesa que nombra un tema de moda, se refiere a un viejo asunto: la educación temprana en el ambiente de la violencia, el intercambio de burlas en la escuela primaria, en la secundaria, la preparatoria. Cuando esa conducta alcanza la etapa universitaria, ya queda como resabio de inmadurez, tardía y sin reflexión. Aquí van unos ejemplos.

1. Hace unos días un amigo mío, que es muy sentimental, puso en su página facebook una foto donde aparece muy guapo un hijo suyo, en su graduación. En el texto que acompañaba la foto se despachó con la cuchara grande de la cursilería presumiendo a su hijo, tan inteligente, salió super elegante, decía. A los diez minutos, el muchacho le pidió, le exigió a su papá que borrara, pero ya, el cuadro de esa historia, foto y textos, precavido ante la posibilidad de que ese espacio de su propio muro se plagara de burlas y de torpe ingenio.

2. El editor Esteban Medina fue a principios de los años noventas profesor de literatura en el Colegio de Bachilleres durante cuatro semestres. Dos años después, uno de sus hijos estudió la prepa en el Plantel IV. Cuando estaba en el primer semestre, le dijo: papá, qué bueno que ya no me tocó que fueras mi profe en el Bachi. Es un trabajo humillante. Todos los estudiantes se burlan de los maestros, a la mayoría les ponen apodos vergonzosos.

3. Una joven escritora tenía un sitio facebook muy popular, donde la leían más de quinientos seguidores. Hace un año decidió suspenderlo y abrir otra cuenta con un nombre distinto. Dice que ese nuevo sitio nada más lo usa para su comunicación profesional. Hizo ese cambio para liberarse, cuando sintió que ya tenía como vicio invasivo las redes sociales; así ganó un tiempo que ella ha ocupado en terminar su tesis de licenciatura. Me platicó que, en parte, esa decisión fue para evitar alguna violencia verbal que le llegaba, y que suele abundar sobre todo en los sitios que llegan a ser populares, como lo era el que ella decidió suspender.

4. Le pregunto a Rubén Rey, (socio mío en una empresa de escritores fantasmas con servicios de redacción para autores que no tienen manera de escribir textos y solo les alcanza el tiempo para firmarlos): Oye, maestro, ¿qué es lo más actual sobre el  bullying? Me responde: No, Chávez, estás muy viejito y ya batallo para explicarte las cosas; mejor te lo escribo. Agarró la lap top y puso esto:

¡Cómo era diferente la sociedad quince años atrás! Sin celulares, sin internet y sin tantos divorcios, inseguridad ni madres solteras. Empero, siempre ha existido una constante: los abusadores escolares y sus víctimas.

Hace quince años la cultura era muy diferente. Era el siempre infalible "ojo por ojo, diente por diente". "M’hijo, ¡defiéndase! No sea dejado", era la cantaleta de todos los días.

El abuso puede extenderse por meses o años; esta decisión corre a cargo del bully, el abusador. Mis respetos: es increíble el cómo ese tipo de gente siempre encuentra una nueva manera de desmoralizar y ofender al prójimo. No, no se cansan.

Parece completamente normal y casi socialmente obligatorio saberse integrar a los juegos pesados, ya sea en primaria alta o durante toda la secundaria. Cuando la dosis llega a excederse, el daño será irreparable.

Son acciones que destrozan hasta al más sereno de los humanos, y son muy comparables a una violación sexual.

Diario. De lunes a viernes. Desde la temprana hora de entrada a la escuela hasta la salida en la tarde. Siete, quizás ocho horas al día en un proceso que termina por apoderarse y borrar todo rastro de socialización que el sujeto haya podido tener.

Hasta aquí las reflexiones de mi socio, quizá teñidas con algunos malos recuerdos. Como puede verse, además de mis lecturas recientes sobre el  bullying, me han enseñado más las conversaciones con mis amigos y colegas que la avalancha de artículos y ensayos en los que ahora se registra este viejo asunto de la violencia temprana.

Noviembre 2013

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