domingo, 20 de diciembre de 2015

Javier Corral en el Sunion

El show y los videos de Javier Corral

Por Jesús Chávez Marín

El feis da para todo, durante los siete días recientes me llegó invitación para el informe del brioso Javier Corral: Hotel Mirador a las 9 del sábado, acompaña a tu senador que sí te representa, no faltes. Al cinco para las nueve subí la escalinata y me formé en la fila para registrarme y que una edecán bonita me pusiera esta pulsera azul que se asoma mientras escribo en la computadora de Melissa, en la sala de redacción de Exprés.

Como la vista es muy natural, me le quedé viendo a una jovencita despampanante vestida de lujo con pantalones ceñidísimos y curvilíneos encantos, pero solo un instante, como debe ser el protocolo en este tipo de miradas. Al voltear la vista me saludó el caballero que la acompañaba, muy sonriente: ¿Cómo le va, Chávez? Era Miguel Riggs, esposo de la súper modelo que muy seria se registraba en las mesas.



―Bieen ―le contesté―. Me sorprende que se acuerde de mí, si solo nos saludamos en su campaña para presidente municipal cuando visitó usted mi barrio casa por casa.

―Pues ya ve.


Como ya había llegado mi turno, me registré: Nombre, teléfono, correo electrónico y las opciones de si era yo militante o simpatizante.

―Periodista ―le dije con un poco de pena, porque nada más soy un articulista, a quienes los periódicos llaman “colaboradores” no sin cierto desdén.

Al entrar vi el salón lleno de mesas y en la atmósfera muy denso el olor de los huevos revueltos, los chilaquiles y el café que con fruición los comensales disfrutaba junto con la charla de los viejos amigos y el saludo a Las Grandes Personalidades que pasaban saludando mesa por mesa; los políticos panistas se daban vuelo y se veían contentos de circular entre el populacho invitado.

Cuando entró Javier Corral sonó un aplauso como el que se les brinda a los rockstars; tenía razón Enrique Macín cuando decía muerto de risa que nadie tiene más capacidad de convocatoria que quien invita a una cena, que en este caso sería el almuerzo. Con paso ágil y saludando a quien se le topara enfrente llegó a hasta una de las mesas del frente del Sunion. Diez minutos después entró por la puerta grande Jaime García Chávez y se dirigió a una mesa del ala izquierda que ya le tenían reservada algunos de sus fieles seguidores. Caminaba como siempre con la vanidosa humildad que lo caracteriza.

Al final del desayuno prendieron la tele, es decir, las dos enormes pantallas que se alzaban al fondo, sobre las seis banderas que en sus astas de caoba se habían sujetado: dos del PAN, dos mexicanas y dos con el escudo de Chihuahua. En la transmisión y con perfecto sonido aparecía el héroe del evento: Con ustedes el aguerrido, el papacito, el valiente representante de Chihuahua que sí representa a Chihuahua: Javier Corral.

Durante una hora y cuarto que al principio parecía buen show y luego una vil trasmisión del canal del congreso, Corral votaba en contra, en otra toma replicaba, diez sesiones más adelante pasaba lista, luego lanzaba mensajes de su ronco pecho con el buen arte de esa oratoria gritona que seguramente aprendió desde la prepa y poco a poco algunas de las personas se fueron saliendo con suma discreción, como se abandonan las salas de teatro cuando la obra es mala o dura más allá de lo que aguantan las nalgas en el asiento, los riñones en el vientre y la imaginación ya en la plena atrofia.

Cuando por fin apagaron las pantallas, se puso al micrófono la muy guapa diputada  Ana Lilia Gómez Licón que habló maravillas del susodicho y se despachó con la cuchara grande cuando dijo: Corral es el mejor senador que la república ha tenido en los últimos 20 años. Su discurso fue breve, pero no levantó gran aplauso. La gente ya estaba harta con la hora y cuarto de videos obligatorios y didácticos. Mucho menos despertó entusiasmo el correctito y apagado senador Juan Carlos Romero Hicks, típico panista bien peinado y lustroso.

Y ahora sí, la estrella del show. Javier Corral es un orador de los de antes, aunque ha ido mejorando, su voz antes sonaba autoritaria y mamona, se ha ido puliendo en las lides parlamentarias. Los únicos dos excesos fueron poner como el gran héroe a Jaime García Chávez por la ventolera que ha despertado su demanda contra Duarte con el asunto del Banco Progreso. El otro exceso fue ya de plano levantar su voz de panista patronal y pedirle al gobernador de Chihuahua su renuncia, y hasta darle una fecha tope: 15 de enero de 2015. Como usted ve, magnánimo, le permitió el periodo completo de vacaciones.

Al salir muchos viejitos se amontonaron en el baño de caballeros y no dejaban pasar; tuve qué esperar mi turno, mientras el director de Exprés me apresuraba a través del celular. Ya eran pasadas las 12 del mediodía.

Diciembre 2014

1 comentario:

  1. Antes los oradores políticos gritaban furiosos ante la multitud, regañándola a ladridos. Algunos siguen igual, en eso y en todo.

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