Dibujo: Larissa C V
Escudo
Por Rafael Cárdenas Aldrete
y Jesús Chávez Marín
Un cuervo en la espesura de la noche se desplazaba en silencio volando a poca altura. Había perseguido durante horas a una víbora pequeña que a la luz del atardecer lucía apetitosa. Pero era escurridiza, rápida y astuta: miraba con claridad las intenciones de su enemigo en el vuelo de la sombra proyectada en el valle. Escurridiza vino también la noche y entonces ninguna silueta se agitaba por el suelo porque ya todo era sombra. Desde el aire, escurridiza también, vino su muerte.
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