domingo, 10 de enero de 2016

Cruzan el pantano, simulan que no hay tal

Hay aves que cruzan el pantano y no se enteran


Por Jesús Chávez Marín


El otro día fui a visitar a una amiga y la encontré embelesada, sus pestañas caídas anunciaban evidentes señales de arrobamiento, de rapto, su cuerpo lánguido vibraba a un grado del desmayo o del éxtasis. Me alarmé de inmediato:
­            ―¿Qué te pasa, maestra?, ¿qué tienes?
―Ay, es que acabo de leer a Rilke ―dijo tenuemente.
―Vaya, menos mal. Creí que era algo grave ―eso nomás lo pensé. Me siguió platicando muchas cositas acerca de su reciente lectura y luego se puso triste porque ya era hora de que yo me tenía que ir.


Escena dos: escuchen al profesor. La lengua se le hace bola tratando de explicar que Benedetti no valía nada como literato porque siempre andaba con eso de la política:
―Los panfletos no son poemas válidos, entiendan jóvenes, el poema es un objeto autónomo y no tiene por qué meterse en esos temas indignos. Eso correspondería a la función referencial del lenguaje, no a la poética, ¿me explico?
Para no aburrirme, se me ocurre poner enseguida una cita de Mario Benedetti que dice: "Algunos de nuestros críticos han sido colonizados por la lingüística. Una de las típicas funciones de estos y otros misioneros culturales ha sido la de reclutarnos para el historicismo."


El profesor del párrafo anterior, quien ha descubierto cincuenta años tarde el hilo negro del estructuralismo y de la teoría literaria, nos cuadricula el pensamiento y nos achata las ganas de estudiar literatura.
La muchacha que se aturde con traducciones de poetas famosos se olvida delicadamente de su presente cotidiano y triste.
Los dos son personas instruidas, académicas, universitarias, cultas, pero no entienden nada, no quieren. Presumen que en literatura andan al día (de ayer) a pesar de que viven en Chihuahua, a donde no llegan a tiempo los libros, demasiado tarde salen las traducciones que coleccionamos y que hallaremos tarde o temprano con afán esperanzado.
Nos alimenta esa tecnocracia literaria con la que pretendemos llenar nuestro enorme vacío de información y de interés por lo que sucede en las calles.
La enajenación funciona en una amplia gama de graduaciones y de posibilidades, escoja la suya. Quizá el profesor y la culta dama se burlan de los miradores de telenovelas, sienten compasión por los lectores de Kalimán y Alarma, desprecio por los discursos de los políticos. Pero no alcanzan a detectar en sí mismos la analgesia y letargo que se les administra entre los vapores de su formación académica.
Jamás lo creerían. Piensan esto: ¿pero cómo? qué exagerado y resentido social eres para decir esas cosas en tus pinches reseñas. Yo soy culto, soy decente, a mí nadie me juega el dedo en la boca. Y si no me interesa la política es por mi delicadeza característica, porque sé muy bien que eso es basura. Mi espíritu es sensible, mis dedos no han de mancharse con la sucia tinta de los periódicos, ¿me oíste? Además, imbécil, ¿cómo te atreves a compararme con esa chusma irredenta que mira televisión? Yo, claro, la prendo a veces, hay días en que salen cosas más o menos dignas como Octavio Paz o Ricardo Rocha, bueno, ellos son otra cosa, ¿no es cierto?


A financieros y caciques les conviene vernos así de tranquilos leyendo por kilos novelas y más novelas, poemas exquisitos que hablen de otras realidades y nos hagan escapar espiritualmente de la nuestra, ficticiamente a salvo del estanque de corrupción donde habitamos. Les gusta vernos ajustar sonrisas y miradas al disimulo que ha de garantizarnos la comodidad y hasta el bienestar. Que seamos inocentes, blancos, maquillados de culturité.
Alguien paga a esos profesores y a veces les regala becas para estudiar en otros países, los deja entrar un rato a las ligas mayores. Alguien les inculca la doctrina exacta, "el interés casi fanático en las formas, en las estructuras, en los significantes (...) una manera de eludir los contenidos, los referentes, los significados" ―como agrega aquí otra vez Mario B.
Instituciones corporativas patrocinan la difusión de esas tecnocracias neutrales que ocultan nuestros referentes: la miseria, la democracia bajo control, la maquiladora de salarios diminutos, la cárcel llena, la violencia doméstica y pública, el plomo en la sangre de los obreros viejos, en el mismo instante en el que algún doctor burócrata declara ausente la contaminación en estos lares mediante una corta feria.


Por supuesto que hace falta leer, es necesario, vital. Que nuestro pueblo lea. Leer es uno de los caminos más seguros para cumplir nuestra natural vocación de libertad. Pero leer no será jamás una solución culterana ni una acumulación estéril. Es ante todo, o deberá serlo, una actitud, un trabajo dinámico, búsqueda sincera, ejercicio de crítica profunda a nuestras realidades. Leer es un acto de nuestra vida, no de nuestra muerte o anestesia o embeleso. Jamás un acto de alienación sino de liberación.

Abril 1984

3 comentarios:

  1. Leer es un camino para cumplir la natural ilusión de libertad, no alienación culterana ni acumulación de datos, narcisismo diletante.

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  2. Buena pieza, en 1984 o en 2016. La lectura como acto de libertad: nos abre el cielo, pero con los pies en la tierra.

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