sábado, 17 de septiembre de 2016

Nacho Guerrero en la Quinta Gameros

Poetas y fotógrafos en la Quinta Gameros.

Por Jesús Chávez Marín

Octubre 1986 ha sido pródigo en actos culturales que celebran el aniversario de la ciudad. El cronista de la ciudad se ha ocupado de que esto ocurra. El doce de octubre publicó notas en los cuatro matutinos, su secretaria y él anduvieron ocupados semanas antes del día señalado.

En ese marco, el pasado miércoles 22 se inauguró la serie de actos culturales Nuestra casa, imágenes de la ciudad de Chihuahua en el Centro Cultural Universitario Quinta Gameros. Varias personas, elegantes a todo lo que daban, se reunieron esa noche. Lo primero fue una exposición de fotografías de Nacho Guerrero y Víctor Fernández. Imágenes que captan con precisión la vida urbana, fotos testimoniales y artísticas donde la figura humana tiene importancia.

Para iniciar el acto, funcionarios de gobierno y artistas cortaron con tijeras y con cierta demagogia rencorosa un cartel largo donde estaban escritas las palabras “canibalismo” y “desunión”, actitudes que, a decir de los organizadores, había que desterrar. Hubiera estado mejor que cortaran el tradicional listón de las inauguraciones.

Las fotos de Nacho expresan su conocida habilidad como retratista, su composición y factura impecables. Nacho sabe mirar rincones y figuras que permanecen ocultas para la mirada de los profanos.

Agradable sorpresa fue la presencia del joven fotógrafo Víctor Fernández. De estilo vigoroso, crea un insólito dinamismo en sus trabajos; con pocos elementos encuentra formas de expresión corporal en sus temas, con agilidad en la mirada. Tiene buena visión para relatar el ambiente urbano.

Hubo algo de vino fresco, muy racionado, las papas se acabaron pronto. La crisis, ni modo. Se tomaron fotos para sociales por kilos; las damas perfumaban el aire, se echaron todo el veinte de Channel 5 y posaron a su gusto para las diecinueve cámaras cuyos flashes encandilaban. El fondo musical fue espantoso, se oían rechinidos y extraños tamborazos fuera de tono.

Medardo Aragón llegó vestido de catrín, muy propio el esmoquin, sombrero; esa noche usaba ¡monóculo! ―se los juro―, y bastón de caballero de los años veintes.

Más tarde José Vicente Anaya, quien vino de México invitado por el ISSSTE dentro del programa La voz de los poetas, leyó parte de su reciente obra. Vestido de saco marinero, su melena rizada y barba montaraz, hablaba con voz alta y bien educada de su trabajo literario. Leyó un fragmento de Peregrino, un largo poema de viajero. También varios textos breves que él llama Postales, parecidos a los haikús japoneses.

El jueves anterior también el ISSSTE había presentado a Alfredo Espinosa en la Quinta Gameros. Habló de su trayectoria de poeta, contó su experiencia literaria, leyó poemas. Esa noche asistió mucha gente, allá estaban casi todos los que integran la comunidad literaria local.

―Hasta yo vine ―dijo Rogelio Treviño, quien asiste muy poco a esos rituales.

Dentro de las buenas vibras del octubre chihuahuense, empezó a circular esa misma semana el libro Muestra de la poesía chihuahuense, de Rubén Mejía y Alfredo Espinosa. Está muy bien hecho, a pesar de que fue impreso en los talleres gráficos de gobierno del estado. Aparecen textos de veintiún poetas.

Octubre 1986

1 comentario:

  1. El formato de los actos culturales que hoy se realizan en Chihuahua fue iniciado en la praxis por artistas que nacieron en los años cincuentas del siglo pasado.

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