lunes, 13 de noviembre de 2017

JChM

Zangoloteo social. El show profesional de los escritores

Por Jesús Chávez Marín

Como nos dijeron que la revista Scorpio cierra con llavecita dorada su edición de junio el meritito 18 de mayo, para salir tan puntual como ella sola, el equipo de Zangoloteo social decidió pedirle prestado su carro del tiempo al viejo ese que tiene ojos de toro loco, el chifladito que sale en las películas de Volver al futuro I, II y III, para mandar de enviada especial a nuestra astuta reportera Rosario Sansores Mares a que cubriera con sus notas, sus poemas y sus besos al famoso foro literario que organizó el capitán Mario Lugo en el Salón de Cedro de Palacio, el pasado viernes 5 de junio de 1992.
A su regreso del túnel del tiempo, la Rosario colocó en nuestra coqueta mesa de redacción estas páginas, un viernes en la tardecita:
La cálida y sensual atmósfera de aquella noche de junio, que además era viernes social, elevé mis gráciles pasos sobre la escalinata de Palacio: llegué puntual como siempre a las ocho y media de la noche, hora marcada y troquelada en la invitación que mi gran amiga Cristina Matamoros me entregó en mayo, cuando desayunamos juntas en el café El Real de San Felipe.
Como les iba diciendo: llegue a Palacio y encaminé mis pasos hacia el Salón Rojo.
Ya había llegado varia gente fume y fume a las afueras del recinto de maderas labradas, entre ellas nuestro Quique Cortazar, ¡cuerísimo!, como toda la vida, con su look londinense de entre Dostoievsky combinado con Gustavo Adolfo Bécquer, quien le daba vuelo a su pipa con la elegancia casual que lo caracteriza.
Quique conversaba animadamente con una galana de Juaritos que yo apenas esta noche conocí, muy guapa ella: la típica 90/60/90, te lo juro. Ya somos las grandes amigas.
También andaba la Sandoval, como siempre repartiendo tarjetitas de presentación de las barrancas.
Más tarde llegó Manolo Fernández con una camisa di-vi-na que se compró en Marruecos el mes pasado, cuando se dio una vueltecita a visitar a unas amigas.
También se vinieron Óscar Robles desde Nueva York y Héctor Contreras desde El Gran Silencio, Texas, Víctor Hugo Rascón Banda desde Santa Rosa de Lima y el tal Ezequiel Mar, de aquí de Mápula.
“Bueno, ya, tercera llamada, comenzamos”. En la mesa pusieron un arreglo lin-dí-si-mo de flores y jardinería para las dos bellas damas de aquel foro literario: mi amiguérrima Lupita Salas, la escritora con más clase en este pueblo de vaqueros fulanos quienes lo único que saben es pistear en La Hacienda y en el Chihuahua Charlie’s. Y también estaba allí sentada muy modosita esa guera guapa Estela Fernández, la gurú del Cedart, feminista famosa, filósofa inteligente y aguerrida.
El primer rollo del mar muerto para la sociedad de los poetas vivos lo dictó uno que, según esto, es escritor del municipio de El Charco. Yo no sé a quién carajos se le ocurrió traer a este escribidorcito que se parece tanto a su paisano Lalo González. Yo a ese ni lo leo. Aunque esa noche me cayó en gracia: habló muy bonito de mi primo Pepe.
Luego vino el discurso de Lupita, ay, Salas preciosa ella: se vistió de luxe, queridas lectoras, con una mini roja super sexi que le quedaba lindísima, unos collares de plata y aretes de aro, leves como su personalidad encantadora. Además a ella todo le luce, porque no le sobra ni un gramo de cintura, curveadita, girita y elegante. ¿Cómo le haces, maestra? Mándanos la recete por fax: el suyo es el cuerpo femenino más sutil entre los que adornan nuestras vidas ciudadanas.
Enseguida habló Alfredo Espinosa, el único escritor de aquí que sabe vestirse con el estilo clásico, guapo y limpiecito siempre, no como sus colegas de mezclilla que se ponen camisetas feas feas aún cuando ya todos son casi cuarentones, oye, como que ya no les va el jipiteca fashion.
Ya para cerrar de lujo habló el apuesto capitán de este equipo de críticos literarios y literales, el señor Mario Lugo, ni más ni menos que la autoridad en lo que a todo tipo de textos se refiere.
Y bueno, todos ellos hablaron de un tema muy actual, muy oportuno para todas nosotras las escritoras, como lo son mis lindas amigas de las Letras y algo más, quienes también asistieron a este show profesional, al mando de mi comadre Minerva Ramírez, la directora que todas queremos porque ella es muy linda: nos publica en sus páginas poemas y cariñitos de todas nosotras y también, ¿por qué no? de alguno que otro escritor dela pelusa.
Lo que siguió después ya se sabe: las miles de preguntas, los saludos de pero válgame cómo has engordado desde la penúltima vez que nos vimos la semana pasada, queridita; el cóctel con vino blanco que ya basta, oye, deberían poner coñac de vez en cuando o, mínimo, etiqueta negra, ¿por qué no se les ocurre? Ya estamos fas-ti-dia-dí-si-mas del vino de mesa hasta altas horas de la noches de todos los viernes. Mejor ya vámonos a casa de mi comadre Luly Carrillo a seguir platicando otro ratito.”

Mayo1992

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