lunes, 25 de septiembre de 2017

Alfredo Espinosa. Desfiladero

Nuevo libro de Espinosa: fiesta para Desfiladero

Por Jesús Chávez Marín

Alfredo Espinosa es el escritor más laborioso de por estos rumbos. Ya no es noticia cuando saca un libro nuevo, porque cada rato le publican de por aquí, de por allá y de acullá. Sin embargo, como él dijo en su discurso, este jueves 15 de agosto de 1991 fue de fiesta, porque se hizo la presentación de su nuevo libro de poemas, Desfiladero, que le coeditaron Climent y el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de San Luis Potosí en junio de este año.
Eva Lucrecia Herrera, que aquella noche vestía jacarandosa y guapa con su blusa de vivos colores, fue la maestra de ceremonias en esta celebración entre de bautismal y de quinceañera, y presentó a Héctor Jaramillo, Enrique Servín, Mario Lugo y Micaela Solís, los padrinos de este libro recién nacido.
Y empezaron los discursos. Todos fueron breves, cual debe, y muy cariñosos con Espinosa, quien a pulso se ha ganado un lugar importante en la literatura chihuahuenses, cualesquiera que sea la así nombrada sensación de colectividad.
Jaramillo dijo que le está agradecido a Espinosa por el puro hecho de escribir en un medio tan árido, indiferente y hostil como es el nuestro con sus poetas y con sus artistas. Así son estas broncas tierras.
Servín celebró que una de las tradiciones regocijantes en la literatura de por acá sea precisamente este tipo de ceremonias y cocteles donde hay buen vino, amorosos amigos, interminables y fecundas conversaciones y sobre todo un ambientazo.
Lugo hizo un discurso donde analizaba el libro de Espinosa, su amigo, y despertó mucha simpatía entre el auditorio por su valentía y honestidad al atreverse a comentar tanto los textos que mucho le gustaron pero también los textos que no tanto.
Micaela Solis, quien, cual diva que es, llegó tarde, leyó una carta de colegas, de poetisa a poeta, donde suenan las voces y los versos de Solís y de Espinosa muy bien tejidos.
Y al final Alfredo agradeció muerto de risa los comentarios y el afecto de todos sus amigos que tanto lo queremos, lo mismo los que estaban en el presídium tirando tremendos rollos, como los que en las sillas llenamos a reventar la Quinta Gameros para acompañar en su noche de gala a Espinosa y a su libro Desfiladero allí presentes.
El autor dijo que a su libro le tocó gastar padrinos de lujo y que el cuarteto de presentadores era de lo mejorcito que se ha visto en la muy abundante literatura chihuahuense, que goza de buena salud.
Al fin de fiesta hubo cantidades generosas de vino fresco que nos ofrecieron los amables señores de la quinta Gameros. Y el tradicional desfile de todos sus cuates de Espinosa a la mesa donde la maravillosa Elena Herrera repartía los libros y luego al lugar donde Alfredo Espinosa le firmaba autógrafos de cariño a todo el mundo.

Agosto 1991

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